Entonces, el sello distribuyó la obra del genio británico entre varios autores, y a él le correspondió “Hamlet”, al que nadie se atrevía a traducir este clásico por su supuesta dificultad.
El poeta Tomás Segovia defendió anoche la labor del traductor, pues quien realice este trabajo debe ser respetuoso de la obra original, valorarla y ser sensible para transmitir lo que el autor quiso decir con palabras.
Entrevistado en la Casa del Tiempo, de la Universidad Autónoma Metropolitana, donde participó en el ciclo “Diálogos a la interperie”, el también traductor recordó que a él se debe una versión de la obra teatral “Hamlet”, de William Shakespeare.
Al respecto, dijo que siempre estuvo insatisfecho con algunas de las traducciones de las obras de Shakespeare al español, aunque reconoció que hay algunas más interesantes, que suelen ser las que se adaptan en las puestas en escena.
Sin embargo, aclaró que él no suele adaptar una obra clásica, porque sería engañar a la gente al hacerle creer que Shakespeare es otro autor.
“Shakespeare es Shakespeare, entonces no me atrevía a meterle mano al dramaturgo, porque son palabras mayores, pero ahí hubo un proyecto de una editorial de traducir toda la obra de él, pero que fuera por escritores”, dijo Segovia al retomar su traducción de “Hamlet”.
Entonces, el sello distribuyó la obra del genio británico entre varios autores, y a él le correspondió “Hamlet”, al que nadie se atrevía a traducir este clásico por su supuesta dificultad.
Y “ni modo, no me quedó otra, pero después pensé que en realidad fue una suerte, porque pensándolo bien me parece más difícil traducir otras obras, como ´Romeo y Julieta´, porque los actores españoles en general no tienen idea de lo que es ese clásico, que está lleno de juego de palabras que los traductores no transmiten”, dijo Segovia.
Subrayó que después de todo, la historia del Príncipe de Dinamarca no es la más difícil, y lo que quería hacer era una traducción que se viera en un escenario, sin caer en la ridiculez de que “Hamlet” sea un hippie y “Ofelia” una niña de Las Lomas.
“Eso me parece un infantilismo y me parece raro que haya gente seria en este siglo que está haciendo esas cosas, sobre todo los directores, pues recuerdo que cuando estaba en Casa del Lago haciendo teatro o cuando escribí una puesta en escena, siempre tomar una obra clásica es un desafío y una seriedad”, subrayó el poeta.
Tomás Segovia nació en Valencia, España, en 1927, pero en su adolescencia llegó a México como parte de la comunidad española que se exilió durante la dictadura franquista. A los 16 años empezó a escribir poesía y a los 18 años publicó por primera vez en revistas.
En México estudió Filosofía y Letras y vivió hasta su madurez, para después combinar estancias entre este país y España.
Su primer volumen de poesía, “La luz provisional”, se publicó en 1950, y desde entonces se presentó como un poeta en diálogo con la tradición europea, línea que mantuvo a lo largo de su obra poética, centrada fundamentalmente en el tema amoroso.
Entre su obra narrativa se cuenta “Primavera muda”, “Trizadero”, “Personajes mirando una nube”, “La luz provisional”, “Luz de aquí. Poesías 1952-1954”, “Anagnórisis” y “Historias y poemas”.
México, D.F.
El poeta Tomás Segovia defendió anoche la labor del traductor, pues quien realice este trabajo debe ser respetuoso de la obra original, valorarla y ser sensible para transmitir lo que el autor quiso decir con palabras.
Entrevistado en la Casa del Tiempo, de la Universidad Autónoma Metropolitana, donde participó en el ciclo “Diálogos a la interperie”, el también traductor recordó que a él se debe una versión de la obra teatral “Hamlet”, de William Shakespeare.
Al respecto, dijo que siempre estuvo insatisfecho con algunas de las traducciones de las obras de Shakespeare al español, aunque reconoció que hay algunas más interesantes, que suelen ser las que se adaptan en las puestas en escena.
Sin embargo, aclaró que él no suele adaptar una obra clásica, porque sería engañar a la gente al hacerle creer que Shakespeare es otro autor.
“Shakespeare es Shakespeare, entonces no me atrevía a meterle mano al dramaturgo, porque son palabras mayores, pero ahí hubo un proyecto de una editorial de traducir toda la obra de él, pero que fuera por escritores”, dijo Segovia al retomar su traducción de “Hamlet”.
Entonces, el sello distribuyó la obra del genio británico entre varios autores, y a él le correspondió “Hamlet”, al que nadie se atrevía a traducir este clásico por su supuesta dificultad.
Y “ni modo, no me quedó otra, pero después pensé que en realidad fue una suerte, porque pensándolo bien me parece más difícil traducir otras obras, como ´Romeo y Julieta´, porque los actores españoles en general no tienen idea de lo que es ese clásico, que está lleno de juego de palabras que los traductores no transmiten”, dijo Segovia.
Subrayó que después de todo, la historia del Príncipe de Dinamarca no es la más difícil, y lo que quería hacer era una traducción que se viera en un escenario, sin caer en la ridiculez de que “Hamlet” sea un hippie y “Ofelia” una niña de Las Lomas.
“Eso me parece un infantilismo y me parece raro que haya gente seria en este siglo que está haciendo esas cosas, sobre todo los directores, pues recuerdo que cuando estaba en Casa del Lago haciendo teatro o cuando escribí una puesta en escena, siempre tomar una obra clásica es un desafío y una seriedad”, subrayó el poeta.
Tomás Segovia nació en Valencia, España, en 1927, pero en su adolescencia llegó a México como parte de la comunidad española que se exilió durante la dictadura franquista. A los 16 años empezó a escribir poesía y a los 18 años publicó por primera vez en revistas.
En México estudió Filosofía y Letras y vivió hasta su madurez, para después combinar estancias entre este país y España.
Su primer volumen de poesía, “La luz provisional”, se publicó en 1950, y desde entonces se presentó como un poeta en diálogo con la tradición europea, línea que mantuvo a lo largo de su obra poética, centrada fundamentalmente en el tema amoroso.
Entre su obra narrativa se cuenta “Primavera muda”, “Trizadero”, “Personajes mirando una nube”, “La luz provisional”, “Luz de aquí. Poesías 1952-1954”, “Anagnórisis” y “Historias y poemas”.
México, D.F.
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