viernes, 23 de julio de 2010

Un rostro de la Era del del Hielo ha resucitado

Con la osamenta de la Mujer de las Palmas de Tulum se recreó el físico de una persona de hace 10 mil años

No tenía más de 50 años de edad cuando la Mujer de Las Palmas falleció en plena Era del Hielo; 10 mil años después, en 2002, sus restos fueron hallados por dos buzos en un cueva inundada cerca de Tulum. Al encontrarse 90% del esqueleto en buen estado de conservación, los investigadores del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) han podido hacer estudios profundos para conocer las características de esta mujer.

Debido a la excelente preservación de los restos, incluso se ha podido recrear la apariencia física de esta persona, que ha resultado muy cercana a la de la población del sureste asiático.

Ahora, el INAH ha revelado la apariencia de la Mujer de Las Palmas en una escultura expuesta en la muestra 390 ppm. Planeta alterado. Cambios climáticos y México, en Guanajuato.

La figura fue realizada a partir de estudios de antropología forense. La pieza, creada en Francia, muestra a una mujer de entre 44 y 50 años, con 1.52 cm de estatura y un peso de 58 kilos. Así fue en vida la Mujer de las Palmas, uno de los tres esqueletos más antiguos de América, hallados en cuevas sumergidas en la costa oriental de Quintana Roo, como parte del Proyecto Atlas Arqueológico para el Registro, Estudio y Protección de los Cenotes de la península de Yucatán, desarrollado por el INAH.



De acuerdo con el instituto, gracias a la reconstrucción a partir de la antropología forense, “por primera vez en México podemos ver cara a cara a uno de nuestros ancestros más remotos en el continente americano”. En un comunicado se informa que la recreación de cómo pudo haber sido esta antigua mujer se hizo en un taller francés siguiendo los patrones establecidos por antropólogos físicos mexicanos, quienes trabajaron con el esqueleto encontrado por los espeleobuzos James Coke y Jerónimo Avilés, en la cueva Las Palmas, a 4.5 km de Tulum.


Las revelaciones

La figura de cuerpo completo muestra una estructura corporal, piel y ojos, “semejante al de las poblaciones del sureste asiático, lo que refuerza la hipótesis de que al continente americano no sólo llegaron movimientos migratorios del norte de Asia, sino también del centro y del sur”, dice el instituto.

“Nuestra posición hoy en día, gracias al estudio de La Mujer de Las Palmas, es que el modelo de las dos migraciones de paleoamericanos y amerindios es muy limitada. Lo que proponemos ahora es que los fenómenos de microevolución local fueron más importantes que las migraciones”, comenta en el documento Alejandro Terrazas, antropólogo físico de la UNAM.

Según Terrazas, la reconstrucción de La Mujer de Las Palmas en la escultura, realizada en el taller Atelier Daynés, se llevó a cabo bajos criterios de antropología forense, como datos de medición de la osamenta, con los que se obtuvo la apariencia física y la complexión.


La réplica de la Mujer de Las Palmas se realizó “apegándose a los criterios físicos que nosotros les indicamos, siguiendo las características en formas y medidas de la estructura del cráneo, así como el análisis de las impresiones de los músculos faciales que quedaron marcadas en los huesos”, explica Terrazas.

El antropólogo destaca que uno de los descubrimientos a partir del estudio del cráneo de la Mujer de Las Palmas es que su fisonomía no corresponde con las características de las poblaciones indígenas mexicanas y tampoco a los pobladores más antiguos de América, como los paleoamericanos y los amerindios, “su rostro se asemeja más a la gente del sureste asiático, como la de Indonesia”.

Para el científico, esto indica que nuestro continente fue poblado con varios movimientos migratorios, no sólo a partir de una o dos oleadas procedentes del norte de Asia a través del Estrecho de Bering, como refiere una de las teorías más divulgadas, según el comunicado.


Descubrimientos

El proyecto científico, del que forma el parte el estudio de la Mujer de las Palmas, continúa de manera interinstitucional con científicos del INAH, el Museo del Desierto, de Coahuila, y el Instituto de Investigaciones Antropológicas (IIA) de la UNAM, bajo la coordinación del biólogo Arturo González. Mientras, las investigaciones de antropología física las encabeza Alejandro Terrazas, con la colaboración de Martha Benavente. Hasta el momento se ha logrado la recuperación y estudio de tres esqueletos: La Mujer de Las Palmas, La Mujer de Naharon y El Hombre de El Templo.

En 390 ppm. Planeta alterado, en la que se exhibe la escultura de la Mujer de Las Palmas, ésta se encuentra acompañada de las reconstrucciones virtuales de los rostros del Hombre de Tepexpan (4 mil años aproximadamente), La Mujer del Peñón (10 mil 755) y el Hombre del Metro Balderas (10 mil 500 años), cuyos esqueletos representan los ejemplares más antiguos del Centro de México, y están bajo resguardo en la Colección Osteológica Precerámica de la Dirección de Antropología Física del INAH.

“La reconstrucción de los hologramas, en el Instituto de Investigaciones Antropológicas, se basó en estándares para poblaciones indígenas mexicanas que dan parámetros del ancho de la nariz, la forma de la boca y las órbitas de los ojos, entre otros rasgos; así se identificaron características del rostro definiendo cada músculo, glándula, tejido, grasa y grosor de la piel”, detalla Terrazas, quien dice, sin embargo, que sólo son aproximaciones, “nunca se podrá estar completamente seguro de cuál fue la fisonomía de los primeros pobladores de América”.

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