viernes, 23 de julio de 2010

Ha sido La Ciudadela testigo de la historia y la cultura en México

Cumple 64 años la Biblioteca de México “José Vasconcelos”

A lo largo de su bicentenaria vida, el edificio de La Ciudadela ha pasado de fábrica de cigarrillos, cuartel militar y escenario de la Decena Trágica a sede de la Biblioteca de México “José Vasconcelos”, que cumple 64 años de servicios.

En primera instancia albergó a la Real Fábrica de Tabacos, pero al estallar la Guerra de Independencia, por su estratégica posición, sirvió como cuartel general y cárcel.

Ahí, José María Morelos y Pavón pasó sus últimos días antes de ser fusilado en Ecatepec; en 1913 fue escenario de la sangrienta Decena Trágica que derrocó a Francisco I. Madero, y tras décadas de ser subutilizado, en 1946 se instaló la Biblioteca de México, que es hoy uno de los más importantes centros culturales y de lectura de esta ciudad y del país.

El nacimiento de la Biblioteca de México estuvo vinculado con un proyecto que originalmente se concibió para la Biblioteca Nacional. En 1943, Jaime Torres Bodet, quien fuera secretario de José Vasconcelos en la Universidad Nacional y jefe de Bibliotecas en la SEP, se hizo cargo de la Secretaría de Educación Pública.

Vasconcelos le propuso fundar una gran biblioteca dependiente de la SEP, bajo su dirección. Actualmente el recinto forma parte de la Red Nacional de Bibliotecas Públicas del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta).

El 27 de noviembre de 1946, un mes antes de que Torres Bodet dejara la SEP, al concluir el periodo presidencial de Manuel Ávila Camacho, Vasconcelos tomó posesión como director de la Biblioteca de México; paralelamente, mantuvo la titularidad de la Biblioteca Nacional de la UNAM, a la que renunció en febrero de 1947.

Como lo había hecho antes en San Ildefonso y en la sede de la SEP, Vasconcelos ocupó el inmueble de estilo neoclásico que el ingeniero Manuel Agustín Mascaró y el ingeniero militar Miguel Constanzó construyeron en 1797 y lo dotó de obras de arte, murales y esculturas.

Entre ellos están los bustos de grandes pensadores de la antigüedad griega como Homero, Esquilo, Sócrates, Platón, Aristóteles y Eurípides; sin olvidar a figuras de la literatura como Dante, Lope de Vega, Cervantes, Shakespeare, Calderón de la Barca y Goethe, quienes tanto influyeron en su vida espiritual.

El célebre maestro y pensador oaxaqueño permaneció al frente de la biblioteca casi 13 años, hasta el día de su muerte (1959), y en ese lapso la convirtió en una de las mejores del país.

Creó servicios para todo tipo de lectores, desde niños hasta adultos, para amas de casa y profesionistas; reunió colecciones de grandes intelectuales, como Antonio Caso y Carlos Basave, parte de la desaparecida Biblioteca de Ciencias Sociales y la Colección Palafox, con obras de teología en latín.

Sin embargo, no logró consolidar la institución con la que soñaba, basada en el modelo de la Biblioteca Nacional de Francia; aunque, quizá sin sospecharlo, fundó una biblioteca cuyo crecimiento al paso de los años la ha convertido en la más importante de la Ciudad de México y del país.

Le sucedió en el cargo María Teresa Chávez Campomanes, quien lo ejerció hasta 1979.

Para 1980, la SEP se propuso convertir el espacio en centro cultural, por lo que siete años después encargó al arquitecto Abraham Zabludovsky desarrollar un proyecto de remodelación y restauración del edificio.

La nueva biblioteca fue reinaugurada el 21 de noviembre de 1988, como culminación del Programa Nacional de Bibliotecas. El escritor Jaime García Terrés fue nombrado nuevo director, puesto en el que permaneció hasta su fallecimiento, el 29 de abril de 1996.

El nuevo Centro Cultural inició sus actividades culturales con tres salas de exposiciones y un museo de sitio. En 1990, García Terrés fundó la revista “Biblioteca de México”, publicación bimestral que difunde escritos raros o desconocidos de los grandes autores, acompañados de colaboraciones de poetas, ensayistas y narradores contemporáneos.

Además de analizar los temas sustantivos de la tradición literaria bibliográfica, a través de números monográficos dedicado a la historia del libro y las bibliotecas, así como a autores nacionales y extranjeros de primera importancia.

A la muerte de García Terrés, en 1996, el también escritor y poeta Eduardo Lizalde fue designado como nuevo titular de la Biblioteca de México, quien ha dado continuidad al esfuerzo por hacer de ese espacio un importante centro cultural con salas de exposiciones, foro teatral, auditorio, aula de cursos y talleres.

El recinto puntal de la Red Nacional de Bibliotecas Públicas, del Conaculta, adquirió en 2000 el nombre de José Vasconcelos por disposición presidencial, para evocar la gran obra con que el pensador revolucionó al sistema educativo mexicano.

Ocupa una superficie de 26 mil metros cuadrados y cuenta con capacidad para atender a más de tres mil usuarios por día. Su misión es ofrecer la consulta de libros y cualquier tipo de información, así como servicios culturales complementarios.

Su colección es de carácter general y está integrada por alrededor de 250 mil volúmenes. En sus actuales instalaciones cuenta con salas para consulta, para invidentes, infantil, hemeroteca, sala de lectura informal, al aire libre y de colecciones especiales, entre otras.

El acervo de la Biblioteca de México “José Vasconcelos” está organizado en cuatro colecciones básicas: General, la más grande y que aborda temas específicos en las diferentes ramas del conocimiento humano, y de Consulta, integrada por diccionarios generales, anuarios, enciclopedias, atlas, almanaques y otros.

Se complementa con la Colección de Publicaciones Periódicas o Hemeroteca, que congrega revistas, periódicos y el Diario Oficial de la Federación, incluida la “Gazeta”, publicada en 1722; y la Infantil, con libros de estudio, recreativos y de consulta; revistas, archivo vertical y juegos didácticos para niños de entre cinco y 12 años.

En lo que se podría considerar como la sección más apreciada de la Biblioteca, se ubican las colecciones especiales. Tal es el caso del Fondo Reservado, compuesto por libros raros o particularmente valiosos, ya sea por su antigüedad, impresión, encuadernación o haber pertenecido a personajes destacados en algún campo de la vida humana.

Entre ellos Carlos Basave, Felipe Teixidor, Jesús Reyes Heroles, Antonio Caso y José Luis Martínez. El libro más antiguo que alberga es un incunable europeo encuadernado en papel, titulado “Sermones fratris roberti”, de 1490.

Existe también una Colección Especial para Ciegos y Débiles Visuales, constituida por una colección en Sistema Braille, una fonoteca y discos compactos, en su mayoría obras literarias; ofrece servicios adicionales de lectura, grabación de textos y búsquedas por Internet, entre otros.

Mención especial merece la Colección Fondo México, cuya sala fue inaugurada en octubre de 1995 con el propósito de contar con una colección rica en lo que al país se refiere y para proporcionar un espacio que, por su conformación y arquitectura, resulte agradable a la multitudinaria y cotidiana afluencia de usuarios.

Entre otros, cuenta con un catálogo automatizado, herramienta electrónica que permite al bibliotecario la localización rápida y eficaz de los materiales bibliográficos por autor, título o tema.

A todo lo anterior se suman otros servicios como actividades culturales, consulta en sala, préstamo interno, préstamo a domicilio de videogramas, interbibliotecario, fotocopiado y módulo de servicios digitales.

Paralelamente ofrece actividades como talleres de fomento a la lectura, la hora del cuento, proyección de películas, taller de ajedrez y visitas guiadas. (
México, D.F.

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