viernes, 16 de julio de 2010

“Queremos que los jóvenes sigan leyendo”

La colección de 18 novelas cortas apuesta por fomentar el hábito de la lectura entre estudiantes de bachillerato

Un instalador joven que es chantajeado y manipulado por un coleccionista, un adolescente que se enamora de la madre de su mejor amigo, un niño huérfano en busca de su abuelo, un joven que ronda los 30 años y va reconstruyendo su propia personalidad, son algunos de los protagonistas de las historias que forman parte de la colección 18 para los 18.

Esa suerte de biblioteca para los adolescentes mexicanos que se integra por una selección de 18 novelas cortas de la literatura mexicana, publicadas en seis volúmenes -tres títulos por volumen- dan cuenta de una literatura muy heterogénea en la que podrán encontrar diversas tramas, momentos históricos, estilos narrativos y autores de novelas cortas que han sido publicadas durante la segunda mitad del siglo XX.

La colección 18 para los 18 que impulsa la Secretaría de Educación Pública (SEP) a través del Fondo de Cultura Económica para promover la lectura entre los jóvenes de bachillerato del país, fue hecha con base en ciertos criterios: que fueran novelas breves, que contaran historias atractivas, que de alguna manera se identifiquen con los protagonistas y que hayan sido escritas en la segunda mitad del siglo XX, por lo cual buena parte de los autores siguen vivos.

Alonso Lujambio, secretario de Educación Pública, afirma que dada la variedad de la literatura mexicana no es fácil clasificarla; sin embargo “nos gustó ver que en muchas de las novelas hay jóvenes como protagonistas... lo que es una intención pero no es una condición absoluta”. Incluso relató algunas de esas historias que tienen a un joven como protagonista, entre ellas las novelas que incluyeron de José Emilio Pacheco, Álvaro Enrigue, Juan García Ponce, José Agustín, Juan Villoro e Ignacio Solares.

Los criterios de selección

El funcionario reconoce que la colección reune “18 exquisitas piezas breves de la literatura mexicana” sin que ello represente más que una propuesta literaria para los jóvenes que no saben por qué obra comenzar a leer. “No queremos ofrecerles a los jóvenes un canon de la literatura mexicana; no estamos diciendo acércate a las 18 mejores novelas cortas porque quién podría decir eso frente a la extraordinaria pléyade de autores y de obras de literatura, incluso de novelística corta que tenemos en México”.

La colección nació de una consulta a expertos respecto de cuáles novelas cortas mexicanas podrían ser especialmente atractivas para lectores mayores de 18 años, y a partir de ahí saber cuáles podrían ser esas obras que atraparan al lector y motivarlo a seguir leyendo.

“La pregunta no fue cuáles son las mejores obras de la literatura mexicana o cuáles son las mejores novelas cortas de México. No, lo que quisimos ver es cuáles son las novelas cortas que pueden motivar al lector joven a ser atrapado por la literatura y que lo motiven a seguir leyendo. Ese fue el criterio”.

Tras esa consulta a un equipo de expertos de los que no dieron nombres, la SEP concretó la selección de las 18 novelas incluidas en esa colección. Además de estar autores de distintas generaciones hay novelas diversas, entre ellas Aura, de Carlos Fuentes; Los relámpagos de agosto, de Jorge Ibargüengoitia; Las batallas en el desierto, de José Emilio Pacheco; Educar a los topos, de Guillermo Fadanelli; El complot Mongol, de Rafael Bernal; La tumba, de José Agustín; El apando, de José Revueltas; La muerte de un instalador, de Álvaro Enrigue; y El libro salvaje, de Juan Villoro.

“Creo que ha sido importante el carácter breve de las novelas. Todas tienen una brevedad porque lo que queremos es que el joven no se enfrente a la literatura con un texto muy extenso, con lo que ellos mismos llaman un tabique pues en ese concepto está el rechazo que le tienen, van tomar mucho tiempo encontrar la trama y establecer las relaciones; mientras que en lo breve puedes tener ese sentido de logro, de haber completado una lectura, de verla en su redondez y plenitud, de entenderla”, señala Alonso Lujambio en entrevista.

El funcionario mexicano recurre constantemente en la conversación, al autor francés Daniel Pennac, quien es un especialista de la lectura. Lo recuerda en su concepto de “deslizamiento de la propiedad” que tiene que ver con el hecho leer un libro y apropiártelo. “Es cuando sientes que es parte de ti, que de ahí extrajiste riqueza, conceptos e ideas, una nueva concepción de las relaciones humanas, de la amor, de la amistad, del odio, del rencor, de todas las posibilidades humanas que explora la novela”.

También lo cita para reiterar que la colección 18 para los 18 que conformó la SEP y que llegará a todas las preparatorias públicas y privadas para el ciclo escolar 2010-2011, fue fundamental la brevedad. “Pennac dice que el temor del joven frente a la lectura es no entender, porque a veces nos acercan a obras de especial complejidad que tal vez requieren de una madurez lectora que no se tiene de arranque. No quiero decir con esto que las obras seleccionadas son simples, sino que su brevedad ayuda a que el lector joven tenga ese sentido de logro, de lectura completada que lo lleve a la comprensión de la naturaleza de la novelística y además que está colección los atrape del cuello y nunca los deje escapar”.

Razones de fondo

Apoyados en las cifras de lectura en México dadas a conocer en 2006, que arroja el datos de que se lee 2.9 libros al año, frente a España que lee 7.7, Portugal 8.5 y Alemania más de 12 libros; pero sobre todo, sabiendo que los jóvenes de entre 18 y 22 años son el grupo de la población que lee más, 4.2 libros al año, la SEP emprende esta nueva estrategia educativa en la construcción del hábito lector.

Aunque Alonso Lujambio reconoce que inevitablemente la selección supone una exclusión dolorosa de otras novelas breves que también debieron ser incluidas, son optimistas al haber configurado una selección balanceada que representa la posibilidad de emprender un cambio de estrategia en el fomento a la lectura en México que darán a conocer en las próximas semanas.

“Se inserta en una concepción de esta Secretaría de Educación Pública de los Consejos Escolares de Participación Social y del rol que juegan los padres de familia”. El secretario adelantó que, en breve, darán a conocer un programa que le haga ver a los padres de familia la importancia radical que tienen ellos para el futuro educativo de sus hijos en torno a la práctica lectora en casa.

Por una nueva dinámica lectora

Considerando la diversidad familiar de México con padres que no saben leer ni escribir, la SEP asume que los progenitores son mejores animadores de la lectura en la infancia, y que en la adolescencia son los maestros, por eso impulsarán la una cultura de la lectura desde los dos sectores. “Es un tema complejo y difícil, la lectura es un hábito y no hay nada más difícil que modificar los hábitos”.

Entre las estrategias de fomento a la lectura entre los jóvenes de las preparatorias públicas y privadas a las que llegarán al menos una colección que también ya está a la venta en la de librerías del Fondo de Cultura Económica y Educal, el secretario de Educación Pública destacó la promoción directa de la lectura desde los profesores de literatura, la discusión de las historias, algunos concursos y el programa Escenifícate que consistirá en llevar a escena algunos fragmentos de las obras literarias.

“No se puede pedir a nuestros maestros del país que se encarguen totalmente de la educación de nuestros hijos, no se diga en el caso de construirles un hábito de lectura, porque en la escuela no se construye, se construye en el ámbito familiar, en la casa, en la vida cotidiana”, comentó Alonso Lujambio.

El titular de la SEP recordó que uno de los elementos más ricos de la política cultural en los últimos años ha sido la construcción las Bibliotecas de Aula “que sin embargo, quizás, no hemos podido aprovechar de manera suficiente este capital cultural que ahí tenemos”.

A partir de allí y para complementar esa otra estrategia lectora, impulsarán una nueva dinámica basada en que estos libros “salgan de la escuela, sean llevados a casa y se genere este gusto por la lectura, independientemente de los libros de texto gratuito, que son un instrumento fundamental de la lectura”, concluyó el funcionario que en días pasados entre alumnos y maestro presentó la colección 18 para los 18.

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