La Alcaldía tiene una política que aleja a los niños y jóvenes de la violencia y los acerca a la cultura
En las letras del rap y el hip hop de las bandas musicales de la ciudad colombiana de Medellín están escritas muchas de las historias de las violencias de los barrios.
En Amargos Recuerdos los raperos Comando Élite de Ataque (C.E.A) cantan: “Sobreviviendo en el barrio donde se escuchan disparos, donde se muere la gente por culpa de algunos cuantos. El terror en mi comuna hizo parte del pasado. Son amargos recuerdos, corazones afectados. Fue mi inspiración sobrevivir en aquella tierra, comunas como la 13 son sinónimo de guerra”.
C.E.A. es una de las más de 350 bandas de rock, rap, metal, hip hop y otros ritmos que hay en esa ciudad. Aunque la ciudad aún padece a las otras bandas (las de delincuentes que se disputan territorios), la música, la literatura, el graffiti, el arte y la cultura son parte medular de la estrategia de la Alcaldía de Medellín (junto a grupos artísticos y culturales y ONGs), que ha permitido que la segunda ciudad colombiana ya no sea la más violenta del mundo, como lo fue en 1991, año en el que hubo seis mil 700 asesinatos; ni la más corrupta del país, según había reportado la Confederación de Cámaras de Comercio.
Como la alta inversión en educación y la lucha contra la corrupción, el apoyo a la cultura es bandera de Compromiso Ciudadano, un movimiento que llegó a la administración de la ciudad en 2003. Primero, con el alcalde Sergio Fajardo -quien fue el candidato a la vicepresidencia de Colombia junto a Anthanas Mockus- y desde 2008 con Alonso Salazar, periodista e investigador de asuntos sociales, autor de un libro fundamental para entender la historia de violencia de la ciudad: No nacimos pa’ semilla.
Compromiso Ciudadano, movimiento cívico independiente fuera de partidos políticos, se formó con gente de organizaciones comunitarias, ONGs, universidades y gente del sector empresarial. Sus banderas han sido la lucha frontal contra la corrupción, una inversión trascendental en temas educativos y la intervención integral en lugares a donde el Estado no había llegado.
“Cuando el Estado no llega a una zona de la ciudad ¿quiénes llegan ahí?”, se pregunta Jorge Melguizo, actual secretario de Desarrollo Social de Medellín y hasta el año pasado secretario de Cultura Ciudadana. Él mismo responde: “Llegan la guerrilla, los paramilitares, los delincuentes, los mafiosos y los politiqueros, que son los que hacen política con base en los favores y privilegios, y no en los derechos”.
Hasta el año 2003 la ciudad dedicaba el 0.6 % de su presupuesto a la cultura y el 12% a la educación. Desde hace seis años y medio más del 30% se destina a educación, y el 5% a la cultura. Con una población de 44 millones de personas, Colombia destina 90 mil millones de pesos a la cultura, que equivale a 45 millones de dólares. La ciudad de Medellín le otorga 60 millones de dólares.
¿Por qué la cultura?
En una ciudad tan fragmentada, la cultura se ha convertido en el elemento de unidad. Y eso se pudo ver en el histórico concierto de Juanes, en 2005, en una calle de esa ciudad, San Juan, al que asistieron 120 mil personas, sin que hubiera un solo accidente; también se aprecia cada semana en la asistencia de 85 mil personas a los cinco parques biblioteca; se ve también en las escuelas de música sinfónica donde estudian 4 mil 500 niños o en exposiciones como La guerra que no hemos visto, que reune dibujos de desmovilizados de grupos al margen de la ley, que se presentó en el Museo de Antioquia, el más importante de la ciudad.
Hacer de la cultura un elemento transformador de la vida ciudadana, cuenta Melguizo, partió de un reconocimiento a los múltiples proyectos comunitarios y barriales, así como a los múltiples proyectos de cultura formal. Ese reconocimiento, precisa, se dio con presupuestos, acompañamiento y con opciones para hacer posible su trabajo.
“La cultura había sido un factor de resistencia pacífica en Medellín. En las épocas de peor violencia de nosotros, los grupos y asociaciones culturales de los barrios respondían con su trabajo cultural. Pero esa resistencia no contaba con el apoyo del gobierno; ahora lo tienen: creamos políticas públicas y les entregamos recursos para que puedan manejarlos”, señala el funcionario.
En concreto, las estrategias han pasado por una alta inversión en materia cultural; tiene que ver con la incorporación de la cultura como elemento determinante en los planes de desarrollo de 2004-2007 y 2008-2011; y en poner lo mejor de la cultura al acceso de toda la población de esos barrios.
Los parques biblioteca
Dotados con más de 20 mil libros cada uno, con computadoras, aulas virtuales, salas de exposición, ludotecas, espacios públicos y aulas para trabajo comunitario, los Parques Bibliotecas se han convertido en punto de referencia para la ciudad. La alta asistencia está vinculada a su programación cultural.
La clave de los cinco espacios creados hasta ahora (hay tres en construcción) es que se abrieron en zonas de bajo índice de desarrollo humano. Se crearon en espacios o inmediaciones de zonas que por años habían cargado con estigmas de violencia y otros conflictos.
En el barrio Santo Domingo Savio, en la Comuna Nororiental -que en los años 80 y 90 fue una de las zonas de la ciudad donde se cometieron más asesinatos- se encuentra el Parque España, que fue inaugurado por los Reyes de España; el edificio recibió el Premio Iberoamericano de Arquitectura.
En otro extremo de la ciudad se encuentra el Parque Biblioteca San Javier, a unos metros de la cárcel de mujeres y de un panteón. El Parque Biblioteca de la Ladera se construyó donde estuvo una cárcel muy temida en la ciudad; y el de Belén, en el lugar que ocupaban los calabozos de la inteligencia policial.
Otro proyecto de infraestructura es el del Centro Cultural de Moravia, que fue diseñado por el arquitecto Rogelio Salmona (creador del Centro Cultural Gabriel García Márquez del Fondo de Cultura Económica, en Bogotá). Decir Moravia en Medellín, por mucho tiempo fue decir basurero. Tras ser el tiradero de la ciudad, fue área invadida por miles de desplazados por la violencia. Hoy el centro cultural ha cambiado la zona.
De contar con una feria del libro, la ciudad pasó a ofrecer una Fiesta del Libro y la Cultura en su Jardín Botánico -sitio emblemático en la ciudad, recién restaurado-. Las 14 hectáreas se transforman en un café librería durante 10 días; en la edición 2009 recibió a 254 mil personas con el lema: “Bajo las hojas de los árboles se leen mejor las hojas de los libros”.
“No se cobra la entrada, no tiene sentido que haya que pagar por entrar a comprar libros; la intención no es vender libros, las editoriales y librerías tienen esa intención, pero la de la Alcaldía es emocionar con los libros; integramos los parques biblioteca y armamos una fiesta alrededor del libro”, afirma Melguizo.
Becas y públicos
Al vincular a otros grupos e instituciones de la cultura formal, la ciudad ha conseguido que buena parte de los museos ofrezcan libre acceso para una mayor parte de la población.
“En Medellín hay diez museos de los cuales cinco son los relevantes; tres de esos museos tienen entrada libre para el 100 por ciento de la población. A todos tiene entrada libre la población de los tres estratos socioeconómicos más bajos, que es el 80 por ciento de los habitantes; al igual que todos los menores de 12 años, todos los estudiantes, los mayores de 60 y las personas con alguna discapacidad física o mental”, comenta Jorge Melguizo, secretario de Desarrollo Social de Medellín.
Los últimos miércoles de cada mes las 23 salas de teatro de la ciudad están abiertas, sin costo, a todos los públicos; el resultado es que durante 2009 acudieron cerca de 700 mil personas.
Ante iniciativas que ya existían, como el Festival Internacional de Poesía de Medellín -que ganó el Premio Nobel Alternativo en 2006- Melguizo hace un comparativo, dice que en 2003 el festival recibió el equivalente a 30 mil dólares y que para 2004, obtuvo 225 mil dólares. “Es una apuesta decidida por los espacios que se han creado”.
Tan sólo el pasado fin de semana, más de seis mil personas participaron en el Congreso Iberoamericano de Cultura, donde hubo conciertos con Silvio Rodríguez, Jorge Drexler, Fito Páez, Zoé; todos los eventos fueron gratuitos.
La transformación ha pasado también por una nueva vida para la fiesta de la ciudad, la Feria de las Flores. “Era baile y desfile de silleteros; ahora resideñamos la feria; se mantienen esas actividades, pero hoy hay eventos para todos los públicos, el Festival Parque Cultural Nocturno, que es una muestra de interculturalidad; festival para niños, tablados, una cultura integradora.
Como reconocimiento a la creación cultural, cada año se becan a 62 personas o grupos con propuestas artísticas, que reciben entre 8 mil y 13 mil dólares para hacer un proyecto artístico.
Las diversas músicas
Junto a festivales de tango, música clásica, tiple y afro -casi el 12 % de la población de Medellín es afro- desde hace seis años se realiza el Festival Altavoz que este año, para su séptima edición ha recibido en su convocatoria inicial propuestas de 262 bandas de géneros tan diversos como rap, punk, metal y hip hop. No es poca cosa, la Alcaldía calcula que existen aproximadamente 380 bandas de música en la ciudad.
“Medellín ha sido de roqueros, desde Equimosis, de Juanes, hasta grupos como Juanita Dientes Verdes, Perseo, Kraken. Altavoz son tres días de concierto, con 21 bandas seleccionadas, ocho del país y algunas internacionales. Aquí hace 10 años un punkero no iba a un concierto de un rapero o de un metalero, nosotros combinamos los conciertos. Si quieren ver a Total Caos o a Sepultura, tienen que compartir escenario y no se pueden matar. Hicimos de Altavoz no sólo un hecho musical, sino un hecho de convivencia. En las letras de grupos como La Clika, Comando Elite de Ataque, Laberinto, Cuatro Elementos, Crew Peligrosos, IRA, está la historia de esta ciudad. Aquí hay mucha producción cultural, grupos que han trabajado con las uñas y lo que necesitan es respaldo”, comenta Jorge Melguizo.
La situación la resume Mauricio, vocalista de Providencia, un grupo de reggae: “La diferencia de nuestras bandas de música con las bandas de delincuentes es que mientras nosotros no logramos vivir de lo que hacemos, las bandas de delincuentes sí logran hacerlo”.
La presencia de la violencia
Sin embargo, tras conseguir en 2007 la tasa de muerte violenta más baja en 20 años (26 homicidios por cada cien mil habitantes), la violencia ha repuntado en diversas zonas de la ciudad; en particular, hay niños y jóvenes que han perdido la vida en hechos violentos.
“Nosotros nos atravesamos en el proyecto de coptación del estado municipal por parte de la mafia y del paramilitarismo. Pero la ciudad sigue siendo muy dura, muy difícil, es una ciudad que nos apuñala el alma en cada esquina, en muchísimos hechos.. Llevamos seis años enfrentándonos a eso con una lucha diaria, con reveses muy duros, la situación es muy compleja, cada rato lloramos las muertes de muchachos, de líderes, pero hemos avanzado, construido confianza en lo público, en la Alcaldía”.
En las letras del rap y el hip hop de las bandas musicales de la ciudad colombiana de Medellín están escritas muchas de las historias de las violencias de los barrios.
En Amargos Recuerdos los raperos Comando Élite de Ataque (C.E.A) cantan: “Sobreviviendo en el barrio donde se escuchan disparos, donde se muere la gente por culpa de algunos cuantos. El terror en mi comuna hizo parte del pasado. Son amargos recuerdos, corazones afectados. Fue mi inspiración sobrevivir en aquella tierra, comunas como la 13 son sinónimo de guerra”.
C.E.A. es una de las más de 350 bandas de rock, rap, metal, hip hop y otros ritmos que hay en esa ciudad. Aunque la ciudad aún padece a las otras bandas (las de delincuentes que se disputan territorios), la música, la literatura, el graffiti, el arte y la cultura son parte medular de la estrategia de la Alcaldía de Medellín (junto a grupos artísticos y culturales y ONGs), que ha permitido que la segunda ciudad colombiana ya no sea la más violenta del mundo, como lo fue en 1991, año en el que hubo seis mil 700 asesinatos; ni la más corrupta del país, según había reportado la Confederación de Cámaras de Comercio.
Como la alta inversión en educación y la lucha contra la corrupción, el apoyo a la cultura es bandera de Compromiso Ciudadano, un movimiento que llegó a la administración de la ciudad en 2003. Primero, con el alcalde Sergio Fajardo -quien fue el candidato a la vicepresidencia de Colombia junto a Anthanas Mockus- y desde 2008 con Alonso Salazar, periodista e investigador de asuntos sociales, autor de un libro fundamental para entender la historia de violencia de la ciudad: No nacimos pa’ semilla.
Compromiso Ciudadano, movimiento cívico independiente fuera de partidos políticos, se formó con gente de organizaciones comunitarias, ONGs, universidades y gente del sector empresarial. Sus banderas han sido la lucha frontal contra la corrupción, una inversión trascendental en temas educativos y la intervención integral en lugares a donde el Estado no había llegado.
“Cuando el Estado no llega a una zona de la ciudad ¿quiénes llegan ahí?”, se pregunta Jorge Melguizo, actual secretario de Desarrollo Social de Medellín y hasta el año pasado secretario de Cultura Ciudadana. Él mismo responde: “Llegan la guerrilla, los paramilitares, los delincuentes, los mafiosos y los politiqueros, que son los que hacen política con base en los favores y privilegios, y no en los derechos”.
Hasta el año 2003 la ciudad dedicaba el 0.6 % de su presupuesto a la cultura y el 12% a la educación. Desde hace seis años y medio más del 30% se destina a educación, y el 5% a la cultura. Con una población de 44 millones de personas, Colombia destina 90 mil millones de pesos a la cultura, que equivale a 45 millones de dólares. La ciudad de Medellín le otorga 60 millones de dólares.
¿Por qué la cultura?
En una ciudad tan fragmentada, la cultura se ha convertido en el elemento de unidad. Y eso se pudo ver en el histórico concierto de Juanes, en 2005, en una calle de esa ciudad, San Juan, al que asistieron 120 mil personas, sin que hubiera un solo accidente; también se aprecia cada semana en la asistencia de 85 mil personas a los cinco parques biblioteca; se ve también en las escuelas de música sinfónica donde estudian 4 mil 500 niños o en exposiciones como La guerra que no hemos visto, que reune dibujos de desmovilizados de grupos al margen de la ley, que se presentó en el Museo de Antioquia, el más importante de la ciudad.
Hacer de la cultura un elemento transformador de la vida ciudadana, cuenta Melguizo, partió de un reconocimiento a los múltiples proyectos comunitarios y barriales, así como a los múltiples proyectos de cultura formal. Ese reconocimiento, precisa, se dio con presupuestos, acompañamiento y con opciones para hacer posible su trabajo.
“La cultura había sido un factor de resistencia pacífica en Medellín. En las épocas de peor violencia de nosotros, los grupos y asociaciones culturales de los barrios respondían con su trabajo cultural. Pero esa resistencia no contaba con el apoyo del gobierno; ahora lo tienen: creamos políticas públicas y les entregamos recursos para que puedan manejarlos”, señala el funcionario.
En concreto, las estrategias han pasado por una alta inversión en materia cultural; tiene que ver con la incorporación de la cultura como elemento determinante en los planes de desarrollo de 2004-2007 y 2008-2011; y en poner lo mejor de la cultura al acceso de toda la población de esos barrios.
Los parques biblioteca
Dotados con más de 20 mil libros cada uno, con computadoras, aulas virtuales, salas de exposición, ludotecas, espacios públicos y aulas para trabajo comunitario, los Parques Bibliotecas se han convertido en punto de referencia para la ciudad. La alta asistencia está vinculada a su programación cultural.
La clave de los cinco espacios creados hasta ahora (hay tres en construcción) es que se abrieron en zonas de bajo índice de desarrollo humano. Se crearon en espacios o inmediaciones de zonas que por años habían cargado con estigmas de violencia y otros conflictos.
En el barrio Santo Domingo Savio, en la Comuna Nororiental -que en los años 80 y 90 fue una de las zonas de la ciudad donde se cometieron más asesinatos- se encuentra el Parque España, que fue inaugurado por los Reyes de España; el edificio recibió el Premio Iberoamericano de Arquitectura.
En otro extremo de la ciudad se encuentra el Parque Biblioteca San Javier, a unos metros de la cárcel de mujeres y de un panteón. El Parque Biblioteca de la Ladera se construyó donde estuvo una cárcel muy temida en la ciudad; y el de Belén, en el lugar que ocupaban los calabozos de la inteligencia policial.
Otro proyecto de infraestructura es el del Centro Cultural de Moravia, que fue diseñado por el arquitecto Rogelio Salmona (creador del Centro Cultural Gabriel García Márquez del Fondo de Cultura Económica, en Bogotá). Decir Moravia en Medellín, por mucho tiempo fue decir basurero. Tras ser el tiradero de la ciudad, fue área invadida por miles de desplazados por la violencia. Hoy el centro cultural ha cambiado la zona.
De contar con una feria del libro, la ciudad pasó a ofrecer una Fiesta del Libro y la Cultura en su Jardín Botánico -sitio emblemático en la ciudad, recién restaurado-. Las 14 hectáreas se transforman en un café librería durante 10 días; en la edición 2009 recibió a 254 mil personas con el lema: “Bajo las hojas de los árboles se leen mejor las hojas de los libros”.
“No se cobra la entrada, no tiene sentido que haya que pagar por entrar a comprar libros; la intención no es vender libros, las editoriales y librerías tienen esa intención, pero la de la Alcaldía es emocionar con los libros; integramos los parques biblioteca y armamos una fiesta alrededor del libro”, afirma Melguizo.
Becas y públicos
Al vincular a otros grupos e instituciones de la cultura formal, la ciudad ha conseguido que buena parte de los museos ofrezcan libre acceso para una mayor parte de la población.
“En Medellín hay diez museos de los cuales cinco son los relevantes; tres de esos museos tienen entrada libre para el 100 por ciento de la población. A todos tiene entrada libre la población de los tres estratos socioeconómicos más bajos, que es el 80 por ciento de los habitantes; al igual que todos los menores de 12 años, todos los estudiantes, los mayores de 60 y las personas con alguna discapacidad física o mental”, comenta Jorge Melguizo, secretario de Desarrollo Social de Medellín.
Los últimos miércoles de cada mes las 23 salas de teatro de la ciudad están abiertas, sin costo, a todos los públicos; el resultado es que durante 2009 acudieron cerca de 700 mil personas.
Ante iniciativas que ya existían, como el Festival Internacional de Poesía de Medellín -que ganó el Premio Nobel Alternativo en 2006- Melguizo hace un comparativo, dice que en 2003 el festival recibió el equivalente a 30 mil dólares y que para 2004, obtuvo 225 mil dólares. “Es una apuesta decidida por los espacios que se han creado”.
Tan sólo el pasado fin de semana, más de seis mil personas participaron en el Congreso Iberoamericano de Cultura, donde hubo conciertos con Silvio Rodríguez, Jorge Drexler, Fito Páez, Zoé; todos los eventos fueron gratuitos.
La transformación ha pasado también por una nueva vida para la fiesta de la ciudad, la Feria de las Flores. “Era baile y desfile de silleteros; ahora resideñamos la feria; se mantienen esas actividades, pero hoy hay eventos para todos los públicos, el Festival Parque Cultural Nocturno, que es una muestra de interculturalidad; festival para niños, tablados, una cultura integradora.
Como reconocimiento a la creación cultural, cada año se becan a 62 personas o grupos con propuestas artísticas, que reciben entre 8 mil y 13 mil dólares para hacer un proyecto artístico.
Las diversas músicas
Junto a festivales de tango, música clásica, tiple y afro -casi el 12 % de la población de Medellín es afro- desde hace seis años se realiza el Festival Altavoz que este año, para su séptima edición ha recibido en su convocatoria inicial propuestas de 262 bandas de géneros tan diversos como rap, punk, metal y hip hop. No es poca cosa, la Alcaldía calcula que existen aproximadamente 380 bandas de música en la ciudad.
“Medellín ha sido de roqueros, desde Equimosis, de Juanes, hasta grupos como Juanita Dientes Verdes, Perseo, Kraken. Altavoz son tres días de concierto, con 21 bandas seleccionadas, ocho del país y algunas internacionales. Aquí hace 10 años un punkero no iba a un concierto de un rapero o de un metalero, nosotros combinamos los conciertos. Si quieren ver a Total Caos o a Sepultura, tienen que compartir escenario y no se pueden matar. Hicimos de Altavoz no sólo un hecho musical, sino un hecho de convivencia. En las letras de grupos como La Clika, Comando Elite de Ataque, Laberinto, Cuatro Elementos, Crew Peligrosos, IRA, está la historia de esta ciudad. Aquí hay mucha producción cultural, grupos que han trabajado con las uñas y lo que necesitan es respaldo”, comenta Jorge Melguizo.
La situación la resume Mauricio, vocalista de Providencia, un grupo de reggae: “La diferencia de nuestras bandas de música con las bandas de delincuentes es que mientras nosotros no logramos vivir de lo que hacemos, las bandas de delincuentes sí logran hacerlo”.
La presencia de la violencia
Sin embargo, tras conseguir en 2007 la tasa de muerte violenta más baja en 20 años (26 homicidios por cada cien mil habitantes), la violencia ha repuntado en diversas zonas de la ciudad; en particular, hay niños y jóvenes que han perdido la vida en hechos violentos.
“Nosotros nos atravesamos en el proyecto de coptación del estado municipal por parte de la mafia y del paramilitarismo. Pero la ciudad sigue siendo muy dura, muy difícil, es una ciudad que nos apuñala el alma en cada esquina, en muchísimos hechos.. Llevamos seis años enfrentándonos a eso con una lucha diaria, con reveses muy duros, la situación es muy compleja, cada rato lloramos las muertes de muchachos, de líderes, pero hemos avanzado, construido confianza en lo público, en la Alcaldía”.
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