Sobre la obra El cooperador, montada por el maestro Sergio García dentro del Primer Encuentro Interuniversitario de Teatro de la UANL.
Qué difícil es enfrentarse a una propuesta donde no sabes por qué está sucediendo eso que observas sobre el escenario: actores desconcentrados, textos dichos automáticamente, falta de energía y por lo tanto de interés por parte del espectador que termina por aburrirse.
Sin embargo, cuando pasa el intermedio y por respeto al director decides quedarte en la sala, descubres que el segundo acto cambia radicalmente para captar tu atención y la obra logra culminar con una escena muy buena; finalmente te das cuenta que en la estructura dramática llegas al clímax y al desenlace idóneo.
Esto fue lo que sucedió en la obra de teatro El cooperador que a finales de junio se presentó en el Aula Magna dentro del Primer Encuentro Interuniversitario de Teatro.
La pieza, dirigida por el maestro Sergio García, es del dramaturgo contemporáneo europeo Friedrich Dürrenmatt, una mancuerna estupenda, puesto que al primero le interesa plasmar sobre la escena textos que, a pesar de haber sido escritos hace muchos años, muestran actualidad.
Es así como Dürrenmatt nos narra la historia de Doc, un científico que, al fracasar como investigador y quedarse sin trabajo, se involucra con los criminales de cierta ciudad para ayudarlos a desintegrar cuerpos utilizando una maquina inventada por él.
La trama nos lleva por caminos donde la ética y las decisiones impulsadas por la ambición y el poder hacen que Doc termine por convertirse en lo que nunca quiso: un criminal a bajo sueldo.
Aquí está el asunto de lo comentado al principio: El personaje de Doc lleva la carga escénica durante el primer acto y no sabemos qué sucedió en el proceso de preparación del personaje por parte de Pedro Rivera, quien sencillamente no logra darle el tono dramático necesario para sostener la obra.
En cambio lo que pasa en el segundo acto, hace que el foco escénico se cargue hacia los personajes de Boss, interpretado muy bien por Antonio Craviotto, y Cop, encarnado de manera intensa por Carlos Nevárez.
Gracias maestro García por seguir poniendo en la escena teatro tan intenso y de carácter social y político: lo necesitamos en estos tiempos.
Monterrey, NL
Qué difícil es enfrentarse a una propuesta donde no sabes por qué está sucediendo eso que observas sobre el escenario: actores desconcentrados, textos dichos automáticamente, falta de energía y por lo tanto de interés por parte del espectador que termina por aburrirse.
Sin embargo, cuando pasa el intermedio y por respeto al director decides quedarte en la sala, descubres que el segundo acto cambia radicalmente para captar tu atención y la obra logra culminar con una escena muy buena; finalmente te das cuenta que en la estructura dramática llegas al clímax y al desenlace idóneo.
Esto fue lo que sucedió en la obra de teatro El cooperador que a finales de junio se presentó en el Aula Magna dentro del Primer Encuentro Interuniversitario de Teatro.
La pieza, dirigida por el maestro Sergio García, es del dramaturgo contemporáneo europeo Friedrich Dürrenmatt, una mancuerna estupenda, puesto que al primero le interesa plasmar sobre la escena textos que, a pesar de haber sido escritos hace muchos años, muestran actualidad.
Es así como Dürrenmatt nos narra la historia de Doc, un científico que, al fracasar como investigador y quedarse sin trabajo, se involucra con los criminales de cierta ciudad para ayudarlos a desintegrar cuerpos utilizando una maquina inventada por él.
La trama nos lleva por caminos donde la ética y las decisiones impulsadas por la ambición y el poder hacen que Doc termine por convertirse en lo que nunca quiso: un criminal a bajo sueldo.
Aquí está el asunto de lo comentado al principio: El personaje de Doc lleva la carga escénica durante el primer acto y no sabemos qué sucedió en el proceso de preparación del personaje por parte de Pedro Rivera, quien sencillamente no logra darle el tono dramático necesario para sostener la obra.
En cambio lo que pasa en el segundo acto, hace que el foco escénico se cargue hacia los personajes de Boss, interpretado muy bien por Antonio Craviotto, y Cop, encarnado de manera intensa por Carlos Nevárez.
Gracias maestro García por seguir poniendo en la escena teatro tan intenso y de carácter social y político: lo necesitamos en estos tiempos.
Monterrey, NL
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