Una obra con el objetivo bien delineado de mostrar, a través del arte escénico, “la insoportable levedad del ser”, como diría Milan Kundera.
Enfrentar al ser humano a sus debilidades no es una tarea fácil. Regularmente esta labor se le deja a los expertos en el conocimiento de la psique humana, pero desde las artes se puede al menos confrontarlo con propuestas innovadoras y creativas.
Dentro del Festival de Teatro Nuevo León 2010, la obra La doble cara de la moneda mostró a través de diferentes monólogos lo crueles que los seres humanos podemos ser con nuestro entorno y los caminos a los que nos ha orillado nuestro egoísmo.
Es así como los actores nos llevan a través de la confrontación brutal a ver un hombre irresuelto por la monotonía y el marasmo en el que vive, a uno pordiosero que nos ubica en la posición que tenemos dentro de la sociedad, a un hombre-macho-viril que presume su insaciable libido sexual, y a un filósofo-fanático que nos hace cuestionarnos sobre aspectos de espiritualidad y religión, donde se mezclan elementos de política e inseguridad social.
Es loable la actuación de Sergio Moreno, quien muestra una gran capacidad en el manejo corporal y una muy buena dicción, así como Víctor Hernández quien además de ser el director, desarrolla al hombre insatisfecho en un tono que sorprende pero que por momentos fastidia.
Es aquí donde sería interesante reflexionar si un teatro confrontativo, como el de su propuesta, necesita estar forzosamente con la energía desbordada todo el tiempo, o hace falta que se den los llamados stops para lograr el resultado objetivo: mostrarle a los seres humanos las debilidades y defectos que poco a poco nos van aniquilando.
Monterrey, NL
Enfrentar al ser humano a sus debilidades no es una tarea fácil. Regularmente esta labor se le deja a los expertos en el conocimiento de la psique humana, pero desde las artes se puede al menos confrontarlo con propuestas innovadoras y creativas.
Dentro del Festival de Teatro Nuevo León 2010, la obra La doble cara de la moneda mostró a través de diferentes monólogos lo crueles que los seres humanos podemos ser con nuestro entorno y los caminos a los que nos ha orillado nuestro egoísmo.
Es así como los actores nos llevan a través de la confrontación brutal a ver un hombre irresuelto por la monotonía y el marasmo en el que vive, a uno pordiosero que nos ubica en la posición que tenemos dentro de la sociedad, a un hombre-macho-viril que presume su insaciable libido sexual, y a un filósofo-fanático que nos hace cuestionarnos sobre aspectos de espiritualidad y religión, donde se mezclan elementos de política e inseguridad social.
Es loable la actuación de Sergio Moreno, quien muestra una gran capacidad en el manejo corporal y una muy buena dicción, así como Víctor Hernández quien además de ser el director, desarrolla al hombre insatisfecho en un tono que sorprende pero que por momentos fastidia.
Es aquí donde sería interesante reflexionar si un teatro confrontativo, como el de su propuesta, necesita estar forzosamente con la energía desbordada todo el tiempo, o hace falta que se den los llamados stops para lograr el resultado objetivo: mostrarle a los seres humanos las debilidades y defectos que poco a poco nos van aniquilando.
Monterrey, NL
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