viernes, 23 de abril de 2010

Sencillez de Pacheco ‘brinca’ protocolo del Cervantes


El escritor tomo con gracia el incidente que protagonizó antes de recibir el galardón, “siempre las lecciones de humildad, la mortificación de la soberbia es buena para uno, para que uno no se crea nada”

La sencillez y humildad del poeta mexicano José Emilio Pacheco se elevó por encima del protocolo y de las rigurosas normas que pernean el más grande premio literario en lengua española: el Premio Cervantes.
La entrega del galardón, en el Paraninfo de la histórica Universidad de Alcalá de Henares, inició con una anécdota: el pantalón del traje 'de pinguino', como el propio Pacheco le llamó, se le cayó, casi a la altura de las rodillas nada más entrar al Paraninfo de La Universidad Alcalá de Henares.

Pacheco no iba solo, le acompañaba el director general del Libro, Archivos y Bibliotecas del ministerio español de Cultura, quien hizo todo lo posible para que los fotógrafos no consignaran el incidente, pero fue imposible.

El propio escritor y poeta mexicano 'tomó al toro por los cuernos' y se acercó, en cuanto pudo ajustarse los pantalones para explicar a los profesionales de la lente que nadie le dijo que tenía que ponerse tirantes al usar un traje de 'pinguino'.

'Yo nunca había usado un traje de pinguino, y ni sabía que el traje de pinguino requiere tirantes y no cinturón, afortunadamente me di cuenta a tiempo, pero eso me parece bien, porque es un recordatorio de que todos somos frágiles y todos podemos pasar al mayor de los ridículos', dijo.

'Imagínense, yo me gano el Premio Cervantes, y me pasa esto, quedas por los suelos, pero siempre las lecciones de humildad, la mortificación de la soberbia es buena para uno, para que uno no se crea nada', señaló.

En todo momento hizo hincapié en que nunca se imaginó ser merecedor del Premio Cervantes, y a pesar de no gustarle los flashes de las cámaras fotográficas, menos las luces de las de video, aceptó 'por la gran generosidad que me dispensan' posar y responder preguntas una y otra vez.

'Es entrañable', dijo más de una periodista española acostumbrada a los rígidos protocolos de Casa Real y de la Presidencia española para este tipo de eventos.

El propio poeta se acercó a varios periodistas a agradecer tanta generosidad al grado que alguna redactora de una conocida agencia española señaló 'se acercó a mí para agradecerme y no supe qué decir, nunca un Premio Cervantes me había agradecido nada'.

Al término de la entrega del Premio Cervantes 2009, el mexicano y su esposa Cristina Pacheco compartieron un vino de honor con los reyes Juan Carlos y Sofía; con el presidente José Luis Rodríguez Zapatero y su esposa Sonsoles y con la presidenta de Conaculta, Consuelo Sáizar.

Estuvieron también la ministra española de Cultura, Angeles González Sinde; el escritor mexicano Gonzalo Velorio, la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre y otros escritores, como el también premio Cervantes, el argentino Juan Gelman.

Poco a poco fueron saliendo, todos bajo estricta seguridad, hasta que José Emilio Pacheco decidió dejar el protocolo para regresar a compartir con la tuna, como le llaman en España a las estudiantinas, que entonaba diversas canciones a la puerta del Paraninfo.

Un sonriente poeta, fuera de las rigideces, se dejó poner la capa de honor de la estudiantina para dejarse 'apapachar' con la música y letra de 'Jalisco' y de 'La Adelita'.

Luego, otra vez dejando atrás el rito de este premio, firmó un autógrafo a una mujer admiradora de su obra y contestó, una y otra vez, a varios reporteros que insistían en su sentir por el accidente en su vestimenta.

La ministra española de Cultura destacó, en el discurso oficial, la mejor cualidad del poeta mexicano: 'entre ser admirado y conectar, Pacheco elige la humildad, decide conectar'.

Sintió lo mismo que los presentes, 'es entrañable', coincidieron muchos.
Alcalá de Henares, España

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