jueves, 16 de julio de 2009

Sin recursos en la Escuela de Danza en Cinart

Los maestros que dedican parte de su tiempo a dar las herramientas para la profesionalización de los bailarines, aseguran que no entienden cómo puede pasar esto. “Teniendo bailarines y coreografías premiadas, no se explica este desentendimiento”, dice Daniel Maldonado.

Uno de los problemas a los que se enfrenta la Escuela de Danza Contemporánea de Torreón, es la falta de apoyo económico para pagar a sus profesores, las clases que imparten a los cuatro grados existentes.
Ante esta situación, los maestros que dedican parte de su tiempo a dar las herramientas para la profesionalización de los bailarines, aseguran que no entienden cómo puede pasar esto. “Teniendo bailarines y coreografías premiadas, no se explica este desentendimiento”, dice Daniel Maldonado.
Por su parte, el profesor de solfeo, Fernando Torres asegura que desconoce el motivo de la falta de sustento a este tipo de proyectos que proporcionan un espacio para los jóvenes para su formación y su expresión.
“Muchos de los maestros que estamos ahí en la escuela, estamos trabajando al menos de enero para acá sin sueldo y lo hacemos porque tenemos que cerrar un ciclo”.
La escuela de danza, de música y de escritores, dice Torres, son tres cosas importantes que se llevan a cabo dentro del Centro de Iniciación Artística (Cinart) Pilar Rioja, a parte de los talleres permanentes que se imparten.
“Es muy importante que se le dé la atención, para que se haya generado una escuela”.
Con apoyo municipal, estatal, federal o tripartita, los maestros de esta institución cultural esperan que se les dé la atención necesaria a quienes se dedican a cultivar el espíritu.
“Es por el esfuerzo realizados por los alumnos, quienes en muchos de los casos, tienen un trabajo por la mañana o tienen que estudiar, llegan a la escuela y dan lo mejor de sí y en la noche, tienen que realizar sus demás tareas”.
Los primeros jóvenes, dice Torres, a lo mejor tenían otras características, batallaron más, pero llegaron los más nuevos y ven que ya hay un avance y saben que tienen algo más, llegan con más seguridad para desarrollar su trabajo, “pero cómo darle continuidad a eso que ellos están logrando si a quienes debería de importarles no hacen nada para cambiarlo”.
Es lamentable, dice Maldonado, darse cuenta de estas decisiones que se toman desde más arriba, “porque vemos que esfuerzos que son valiosos, que están dando resultados, que ya tienen un nombre y un prestigio y que tienen reconocimiento ante el Insituto Nacional de Bellas Artes”.
Tal como lo dijera Jaime Hinojosa, director de esta institución, comenta Aarón Rivera, un proyecto artístico va acompañado, “en nuestro caso de un proyecto educativo, cosa que no sucede.
Nosotros contamos además de la escuela con la compañía de danza y es muy significativo para la región, porque es una gran apuesta a los jóvenes”.
Por su parte, Jesús Leal, de comunicación social del Icocult en Saltillo, asegura que esta instancia así como la directora del Icocult Laguna, Laura Eraña y Armando Guerra director estatal, no tienen nada que ver con la falta de apoyo.
“No compete esto a la institución”, dijo via teléfonica.
Cada grupo con su personalidad
“La escuela tiene una trayectoria, tiene tiempo y en este momento hay cuatro grupos y obviamente el objetivo es que estos chavos aprendan en mi caso, a tener herramientas técnicas para interpretar las coreografías”, dice el bailarín.
Asegura que cada grupo va definiendo un poco su personalidad y sí hay cambios pero depende de cada uno de ellos y cómo se integran. También cuenta cómo enfrentan las clases, cuál es el compromiso que asumen y qué es lo que hay en juego en cada clase.
“Yo les imparto a los de primer grado y el grupo que está ahora es un grupo que a diferencia de otros, la mayoría de ellos ya llega con una idea más clara, más cercana a lo que es la disciplina de la danza, ya tienen una idea más consciente de lo que quieren obtener y lo que van a obtener.
La idea de ellos ya está muy lejana de lo que es una academia, porque el compromiso ya es más personal, se lo toman muy en serio y manejan una energía muy escénica”, detalla.
De acuerdo con Aarón, cada uno desarrolla su personalidad.
La satisfacción que nos dejan, asevera, va implícita en la pedagogía y en los resultados que van teniendo “los chavos, porque también hay que buscarle, dentro de esta misma característica de lo que mencionamos de cada grupo, hay que buscar qué mas les prende, qué les atrae más, pero ellos mismos van marcando el camino.
Tienes que corregirlos, que explicarles y luego explicarles todo otra vez como si no les hubieras enseñado nada.
Ver los resultados, son muy contundentes. Y saber que lo que uno está haciendo sí obtiene resultados”, finaliza.
Formación integral
“Me da mucho gusto que tengan esta formación integral y que me haya invitado Jaime a impartir la clase de literatura, porque lo que trato yo de hacer es no solamente que aprendan la relación entre la expresión artística y el acto creador, sino el hecho de conformar un bagaje cultural de conocimientos que trae la danza, la literatura, la escuela, todo esto integral que les sirve como personas y como creadores les da herramientas para tener asideros de los cuales expresarse”, indica.
En el caso de la literatura, lo que es un poco la didáctica, pero también la expresión, destaca la relación que existe entre ambas.
Esa búsqueda que al final de cuentas se da en todas las disciplinas. La literatura les da muchos elementos de los cuales agarrarse al momento de ejecutar una creación.
“Yo lo que noto es que las generaciones se separan.
Es una cosa que veo mucho en la escuela, que de los jóvenes que entran, se hace una especie de selección natural conforme al compromiso y el sacrificio que muchos de ellos hacen. Les gusta tanto lo que hacen como artistas y bailarines que sí te das cuenta del esfuerzo de ellos”, sentencia.
Dice que hay una gran cohesión y cada grupo se va definiendo de manera distinta.
“Creo que sí existe ese compromiso personal y esa capacidad de cohesionarse, porque es un conjunto de esfuerzos y sobre todo veo la necesidad de sorprenderse cuando se les da esa oferta.
La satisfacción de que se interesen por la literatura, por la lectura, por esas formas de creación es lo que a mi me deja, pero aquí les damos los elementos para que después ellos les den su propio uso”.
Definición en sus metas
“Lo que yo trato de mostrarles es que lleven las métricas, para poder llevar esto que se les enseña en su vocación que es la danza y sobre todo en presentaciones como las de hoy” (el martes).
Tratar de que vean un poco historia de la música, las cuestiones básicas de las notas y sobre todo me interesa más la rítmica, que sepan contar, que sepan llevar estos conocimientos a su presentación.
Que tengan las suficientes herramientas técnicas para que desarrollen una coreografía. Que tengan una formación más integral”, dice.
En los grupos más nuevos, percibe que los jóvenes saben a lo que están tirando y siente mucha unidad en los dos grupos de los primeros años.
“Eso no quiere decir que los demás no la tengan, pero a los más grandes, a los de más tiempo, les ha costado más, porque son quienes han formado las bases.
Siento que sí llegan más definidos, que ya saben más lo que quieren y es un trabajo de todos, de nosotros y de ellos”, considera.
“Según por lo que yo sé, sobre todo en los exámenes de música les ponen a tocar instrumentos, nada que ver con lo que ellos hacen, por lo menos así se hace en Monterrey”, dice.
A pesar de no saber cuestiones de coreografía y con las deficiencias que hay, tienen la intención y las ganas de salir adelante.
“Esto te motiva a dedicarte a esto”.
Para Fernando Torres, es importante trabajar con música en vivo “y sobre todo que aunque no tuvieran las bases, lo hicieron y eso es un logro muy importante y que reciban buenos comentarios por el hecho de haber trabajado, es mejor, porque aquí solo hay trabajo y más trabajo”.
Karla Lobato Huerta/Torreón, Coah. (Milenio)

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