martes, 26 de enero de 2010

Repasa Italia la hitoria de la pintura a través de las flores

Presentan la muestra Fiori en el Museo de San Domenico
Se trata de mas de cien naturalezas muertas

Italia repasa la historia de la pintura a través de las flores con "Fiori, natura e simbolo, dal Seicento a Van Gogh", una exposición que reúne, en la ciudad italiana de Forlì, al norte de Roma, más de cien naturalezas muertas que rescatan un género olvidado.

Van Dyck, Brueghel, Hayez, Delacroix, Gauguin, Monet, Van Gogh o Sorolla son algunos de los autores representados en esta exposición que podrá verse en el Museo de San Domenico de la ciudad italiana hasta el 20 de junio.

Según explicaron hoy a Efe fuentes de la organización de la exposición, el punto de partida es el misterio de la "Fiasca fiorita", una naturaleza muerta conservada en la pinacoteca de Forlì, cuya autoría apunta a nombres como el del pintor barroco Guido Cagnacci (1601-1681/2) y a un artista desconocido que tendría como referente a Caravaggio (1571-1610).

Con una primera sala que gira en torno a las atribuciones de este cuadro, "Fiori, natura e simbolo, dal Seicento a Van Gogh" ("Flores, naturaleza y símbolo, del 'Seicento' a Van Gogh") recompone la historia de las representaciones florales, entre el naturalismo de Caravaggio y la modernidad de los impresionistas.

Un recorrido que pretende elevar este género pictórico a un conjunto de gran belleza estética y plantear "la atracción que para los grandes artistas de la historia de la pintura ha sido la naturaleza muerta", asegura el comisario Alessandro Morandotti en el catálogo de la exposición.

Caravaggio fue, según Morandotti, el primer autor italiano que "restituyó la dignidad autónoma a la naturaleza muerta", al que seguirían otros pintores del "Seicento" -siglo XVII-, que se adentraron en el género "para poner a prueba su capacidad de observación", siempre en combinación con representaciones sacras y profanas.

Pero hasta finales del siglo XVIII, los bodegones fueron considerados obras meramente decorativas, relegadas a especialistas, porque "la pintura tenía que educar y contar historias edificantes", afirma Morandotti.

"Pintar objetos inanimados no era digno de los grandes maestros", añade. Fue en el XIX cuando la representación floral adquiere un valor comercial y se convierte en una protagonista más de la pintura moderna, con los trabajos de simbolistas y pintores de la luz que otorgan una nueva significación al género.

Así lo evidencian, por ejemplo, las tres obras de Claude Monet integradas en este conjunto, que forman parte de la serie que dibujó desde su jardín de la localidad francesa de Giverny y que recrean un entorno que sus trazos hicieron misterioso, poético e irreal, donde los nenúfares y elementos naturales cobran vida.

No faltan lienzos de Fantin-Latour, Manet y Cézanne, de los impresionistas italianos De Nittis o Previati ni del simbolista suizo Böcklin, que se encuentran en esta muestra con obras procedentes de colecciones privadas o de museos como el Ermitage de San Petersburgo (Rusia), el Thyssen-Bornemisza y el Prado madrileños o el Marmottan parisino.
Roma, Italia

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