viernes, 22 de enero de 2010

Carmina Hernández aprovecha su discapacidad para crear arte

La artista con parálisis cerebral imparte talleres en los que promueve una nueva actitud de convivencia

Carmina abre la puerta, avanza a paso lento, con dificultad, pero avanza absolutamente sola. En cada pared de su casa hay obras de su autoría. Para ella, el arte es un vehículo para la trasformación humana, y sobre todo, un medio idóneo para su inclusión: la suya, la personal, en la sociedad. Nació hace 48 años con parálisis cerebral, sin embargo, esto no la ha apartado del rumbo que ha procurado trazar, no sólo en sus lienzos y obra plástica, sino en su quehacer personal.

Autosuficiente e independiente, Carmina vive sola e imparte talleres de sensibilización tres veces al año en Piña Palmera, organización civil que se ocupa del tema de discapacidad con personas de comunidades rurales, de todas edades y en su mayoría indígenas.

Desde hace 15 años dirige e imparte el taller de sensibilización llamado “Lugar común de lo diferente”, que promueve una actitud nueva y creativa hacia la convivencia con la discapacidad y la diversidad a través del dibujo y la palabra.

“Intento, a través de estos talleres, defender los derechos de igualdad y oportunidades que debe tener toda persona con discapacidad. Las personas con discapacidad hemos compartido una historia de segregación con barreras para desempeñar una vida normal. En mi caso, mi discapacidad es aún más difícil, pues es muy obvia y por lo mismo las actitudes de discriminación hacia mi persona son aún mayores. Intento, a través de mi trabajo, un cambio de paradigma, que contemple las posibilidades de vida, de creación y dignificación de las personas con discapacidad. Esta visión supone subrayar la autonomía, la autodeterminación, la integración, la igualdad y las capacidades de cada uno de nosotros. La discapacidad no debe ser reducida a una sola mirada”, comenta la artista.

Patricia Brogna, en la obra Visiones y Revisiones de la Discapacidad, hace referencia al modo en que se ha conceptualizado la discapacidad en México, toda vez que aún se entiende como un problema individual asociado a un estado deficitario de salud, sumando a ello la escasez de datos estadísticos sobre discapacidad y su falta de fiabilidad.

Su condición como oportunidad

Carmina Hernández Covarrubias estudió pintura, xilografía, linóleo y huecograbado o rotograbado y escultura en la escuela Nacional de Artes Plásticas.

Para ella, su discapacidad ha sido sólo una circunstancia y sobre todo una oportunidad que le permite que los demás la valoren como una persona distinta, e incluso, a su decir, fuera de lo común, lo cual aprovecha para expresarse a través de las diversas exposiciones individuales y colectivas en las que ha participado, entre otras: Los vientos me llevan (Museo Universitario del Chopo), El museo fuera del museo, Sistema de Transporte Colectivo Metro; Poesía de lo cotidiano (Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca) y Celando la veta del deseo (Museo de la Ciudad).

“Sé que tengo una discapacidad, pero no permito que se me reduzca solamente a esa característica: es sólo uno de mis rasgos entre muchos otros. Sé que mi parálisis es muy evidente y las personas tienden a minimizarme, pero es curioso, el ser diferente me ha llevado a ser también una mujer poco convencional”, asegura Carmina, con una sonrisa casi permanente.

De su trayectoria

Desde 2006 a la fecha, lleva a cabo talleres con organizaciones sociales que trabajan con personas con discapacidad en comunidades rurales e indígenas, financiados por el tenor mexicano Ramón Vargas y el Fondo Memorial Eduardo Vargas, por él creado.

También ha trabajado con el Centro de Capacitación, Asesoría, Medio Ambiente y Defensa del Derecho de la Salud AC (CAMADDS), en los altos de Chiapas y en el Programa de Rehabilitación, organizado por jóvenes con discapacidad de México Occidental AC (PRÓJIMO Coyotitlán) en Coyotitlán, Sinaloa.

Dentro del proyecto “Hacia un modelo de atención integral y comunitaria a las personas con discapacidad y sus familias”, la artista ha impartido talleres a jóvenes, padres de familia y maestros de comunidades indígenas y rurales de Chiapas, Oaxaca y Sinaloa .

Con estudios de arte terapia y arte contemporáneo por la Universidad Autónoma Metropolitana, UAM; su trayectoria artística ha sido beneficiada con el Fondo Memorial Eduardo Vargas, que promueve un modelo de atención centrado en las características específicas de niños y adultos con discapacidad, eliminando las barreras que los limitan y motivando su aporte a la sociedad.

Para la psicóloga del arte, Mael Arenas, el trabajo de Hernández Covarrubias es producto de una obra bella, equilibrada, estética, reflejo de su esencia como persona, mientras que para Carmina, “habría que soñar en voz alta”, pues sus tareas, comenta, siempre han requerido de temple y fortaleza psíquica. El solo hecho de tomar un pincel con sus manos le lleva entre cinco y 10 minutos.

De hecho, todo en Carmina, cualquier gesto, representa un esfuerzo mayúsculo. Su cabello es corto, le interesa el budismo zen y asiste a una escuela budista donde ha aprendido el sentido del aquí y el ahora.

En 2008, además de impartir talleres en El Arca de Querétaro, colaboró en el proyecto “Todos los niños a la escuela en Oaxaca”, donde impartió talleres a los maestros para las cinco comunidades con pobreza extrema de la región.

De igual manera, ofreció un taller dentro de Alas y Raíces, programa de Conaculta dirigido por docentes que trabajan talleres artísticos con niños y jóvenes con discapacidad; también ha colaborado, desde sus inicios en 2003, con la Red Discapacidad y Comunidad, la cual trabaja con organizaciones sociales en el tema de la discapacidad en áreas rurales e indígenas de diferentes estados de la República Mexicana.

Para esta mujer lo importante es la plenitud de cada momento y aunque asegura haber atravesado por momentos de mucha dificultad por su discapacidad, “solo cayéndome y levantándome de nuevo, es como he logrado dignificar mi existir”.

Las estadísticas en el país

Como ocurre en otros países, las estimaciones de la población con discapacidad realizadas en México difieren, aunque el rango de variación no es muy elevado.

El Conteo de Población y Vivienda de 1995 arrojó una estimación de 2.33%; la Encuesta Nacional de Salud, realizada en 2000 cuantificó, a partir del cuestionario básico aplicado a todas las viviendas del país , un millón 796 mil 300 personas con discapacidad, es decir, 1.84% de la población total.

Pero con base en el cuestionario ampliado, se contaron dos millones 241 mil 193 personas con alguna discapacidad, esto es 2.31% de la población.

Todas estas estimaciones ofrecen datos de prevalencia bastante reducidos debido a que las preguntas en las que se basan identifican fundamentalmente las discapacidades más severas.

De acuerdo con los datos del censo, es mayor el número de hombres con discapacidad: 52.6%, en comparación con el de mujeres con discapacidad: 47.4%; situación que se da en todas las entidades federativas del país.

Según la obra Visiones y Revisiones de la Discapacidad, de la especialista Patricia Brogna, se consideraron cinco tipos de discapacidad: motriz, visual , mental, auditiva y del lenguaje. La discapacidad motriz, que es la más frecuente, afecta a 44.9% de la población. En segundo lugar se encuentra la discapacidad visual (afecta a 28.6% de las personas con discapacidad).

Las lesiones auditivas están presentes en 16.5 % de la población con discapacidad; las discapacidades mentales afectan a 14.6 % de la gente con discapacidad, y menor importancia cuantitativa tiene la deficiencias del lenguaje.
Ciudad de México

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