martes, 1 de junio de 2010

El compositor que inició con el nacionalismo musical de Rusia

Mijaíl Glinka es recordado como el primero en escribir una ópera con motivos populares rusos

La ópera “Una vida por el zar”, original de Mijaíl Glinka, nacido el 1 de junio de 1804, causó tanto impacto en el político y militar norcoreano Kim Jong-il, que planea participar en el montaje de esta obra en Pyongyang, Corea del Norte, para 2011.

El músico de nacionalidad rusa Mijaíl Ivanovich Glinka, quien nació en la localidad de Novospasskoye, fue uno de los iniciadores del nacionalismo musical de su país, con obras como “Una vida por el zar” o “Iván Susanin”.

Glinka vio la luz en una etapa en la que la música rusa era dominada por influencias centroeuropeas y las artes en general eran meros pasatiempos para la nobleza y los ricos. Desde temprana edad se esforzó por ser un músico influyente.

Recordado como el primero en escribir una ópera con motivos populares rusos, contribuyó mucho al desarrollo de la música de su país. Además, creció en un tiempo en que era impensable para un joven ruso de la nobleza considerar una carrera como compositor o músico.

De esta forma, dedicó grandes esfuerzos para hacerse compositor, ámbito en el que a su primera ópera incorporó melodías populares rusas, con un tema nacional que trataba sobre campesinos, en vez de la nobleza, como se escuchaba en las casas reales y de la clase rica.

De acuerdo con los datos biográficos disponibles, su tío mantenía una orquesta y Glinka pasaba gran parte de su tiempo escuchando música adaptada para varios instrumentos, por lo que fue de esta manera que desarrolló un gran amor por este arte siendo muy joven.

A los 13 años fue enviado a una escuela de San Petersburgo, donde estudió música, pero solamente como parte de la educación de un noble.

En esa ciudad también tomó clases privadas con el músico alemán Carl Meyer y el pianista y compositor irlandés John Field.

Pese a su talento y a dedicar cinco años a sus estudios musicales, su familia se opuso a que se dedicara a la música, pues al pertenecer a una familia adinerada no tenía necesidad de preocuparse de sostenerse económicamente con un trabajo.

Su salud no fue muy buena, por lo que fue su excusa para viajar a climas más templados del sur europeo con el fin de descansar y recuperarse.

Fue entonces que viajó a Italia, donde recibió lecciones de canto de Vicenzo Bellini, Gaetano Donizetti y Félix Mendelssohn.

En Alemania conoció y tomó clases con el famoso teórico musical Siegfried Dehn, época por la que creyó que todos sus cursos de armonía, contrapunto e instrumentación le habían preparado lo suficiente para comenzar a componer y lo hizo.

De esta forma, Mijaíl Ivanovich Glinka emprendió la tarea de escribir una verdadera ópera rusa que probaría, a pesar de todo, ser una obra que influenciara a otros compositores de su país, de su generación y de las posteriores.

Comenzó entonces a trabajar en la obra que llamó “Una vida por el zar”, que durante el gobierno soviético sería conocida como “Ivan Susanin”, basada en un campesino que se convierte en héroe nacional debido a que sacrifica su vida para salvar al monarca ruso, trabajo que fue bien conocido e identificó al compositor con su pueblo.

La ópera, estrenada en 1836, fue pionera y condujo a la generación de una escuela musical nacionalista rusa y para 1880 ya había sido presentada al menos 500 veces.

En los años siguientes, Mijaíl Ivanovich Glinka compuso muchas obras, incluso otras óperas, un ballet, piezas orquestales, poemas sinfónicos, oberturas, una sinfonía, unas 40 obras para piano, varias partituras de cámara y canciones.

Su segunda ópera, “Ruslan y Ludmila” (1842), basada en una historia de Aleksandr Pushkin, fue menos exitosa pese a contener escenas verdaderamente notables y originales, según la crítica.

En ella empleó de nuevo elementos folclóricos rusos, los que mezcló con música oriental y danzas vienesas. Al no conseguir el mismo éxito que había logrado con su primera ópera, Mijaíl Ivanovich Glinka viajó con cierta desilusión a Francia y a España con la finalidad de conocer el folclore nativo y poder recuperarse.

Entre sus partituras orquestales destacan el poema sinfónico ´titulado “Kamarinskaia”, el cual resultó de tremenda influencia para todos sus seguidores, así como las dos oberturas inspiradas en varias melodías españolas, “Jota Aragonesa” y “Noche de Verano en Madrid”.

Mientras tanto, su música de cámara y sus canciones se combinaron y lograron un cambio del carácter ruso, elementos cosmopolitas y un interesante manejo de los instrumentos y de la voz.

Después de nuevos viajes a Varsovia, Polonia, y a París, Mijaíl Ivanovich Glinka llegó a Berlín para estudiar música coral y, sobre todo, para estudiar la obra de Johann Sebastian Bach.

Fue en esa ciudad donde contrajo una grave enfermedad bronco respiratoria (neumonía) que lo llevaría a la tumba el 15 de febrero de 1857, a los 53 años de edad.

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