lunes, 7 de junio de 2010

A cien años de la visita de Madero


Ante la amenaza de ser aprehendido bajo la mínima excusa, el candidato presidencial fue acusado de encubrir a enemigos de la autoridad reyista, siendo este un parteaguas histórico.

Contrario a lo que esperaba, Francisco Ignacio Madero encontró semivacía la estación Del Golfo. Los cientos de personas que acudieron a vitorearlo apenas un año antes habían cambiado por cerca de 350 “rurales”, quienes fuertemente armados sólo esperaban algún vago motivo para aprender al candidato opositor a la Presidencia.

Un día como hoy, pero de hace 100 años, Francisco Madero, su esposa Sara Pérez de Madero y el escritor Roque Estrada llegaban a Monterrey como parte de la campaña del coahuilense como candidato a la presidencia, lo que originó su prendimiento en la antigua Penitenciaría, lugar donde pasaría cerca de un mes.

La visita de Madero a Monterrey en 1910 es considerada como “el parteaguas de su actuación revolucionaria”, expresa el historiador Héctor Jaime Treviño.

Esta era apenas la segunda visita de Madero a Monterrey como candidato, pues la anterior había ocurrido un año antes, en donde pronunció un férreo discurso en la Alameda Porfirio Díaz (hoy llamada Mariano Escobedo), en donde criticó duramente el régimen del gobernador Bernardo Reyes, especialmente por la cruel represión de una manifestación estudiantil y campesina ocurrida el 2 de abril de 1903.

Regresando al 6 de junio de 1910, Madero fue vigilado y escoltado desde el abandono del ferrocarril hasta trasladarse al domicilio de sus parientes regiomontanos. Durante todo el traslado fue escoltado por los 350 “rurales”, esperando cualquier error de Madero para encarcelarlo.

La excusa que encontraron los soldados rurales para apresarlo, expresa el cronista de Sabinas Hidalgo, fue una turba que se creó en las afueras del domicilio cuando los asistentes pidieron a Roque Estrada y a Madero que ofrecieran sus discursos. La negativa de los policías terminó en empujones, con los caballos atropellando a la gente y, claro, con el encarcelamiento de Madero.

“Madero dio asilo en su casa a Estrada, lo que sirvió de excusa para acusarlo de encubridor de personas.

De esta manera fue que los 350 rurales trasportaron a Estrada y a Madero por todo el centro de Monterrey para terminar recluyéndolos en la Penitenciaría de la ciudad, un hermoso edificio construido sobre lo que hoy es la calle Aramberri, frente a la actual Alameda.

Los familiares de Madero, en especial su hermano Gustavo Madero, buscaron movilizarse para lograr que Francisco saliera cuanto antes de la Penitenciaría, o al menos, que se le respetara su integridad.

Temiendo lo peor para su esposo, Sara Pérez de Madero logró encontrar consideración en las autoridades penitenciarias de la ciudad, quienes le permitieron acompañar a su marido durante casi todo el mes que pasó recluido en Monterrey. Después de su estadía en la Penitenciaría de la ciudad, Madero fue trasladado junto a Roque Estrada a San Luis Potosí, en donde también permanecería encarcelado.

Fue en su estadía en Monterrey, en donde Madero se entera del triunfo oficial en las elecciones del 1910 y es aquí en donde se decide a iniciar los primeros pasos del movimiento revolucionario, que después se consolidaría con la publicación del llamado Plan de San Luis.

Su regreso triunfal
Dos años después Madero llegaría a Monterrey enfundado con la banda presidencial para visitar a sus familiares y tener algunas reuniones con los empresarios de la localidad. De dichas reuniones se conserva la fotografía aquí publicada, imagen emblemática de un hecho que para el historiador Héctor Jaime Treviño tuvo un singular significado.

“En octubre de 1912 es recibido por un grupo de comerciantes y empresarios regiomontanos en el Casino, de los cuales muchos estuvieron en su contra, pero ahora le rendían pleitesía. El pueblo se había convertido como por arte de magia en maderista de hueso colorado, aquellos que a la hora buena no se la jugaron con Madero, ahora festejaban y saludaban a su héroe”, recordó.

A su visita, los empresarios e industriales de Monterrey le ofrecieron una cena de gala en el Casino Monterrey. De igual forma, un grupo de “damas regiomontanas” ofrecieron una velada para la señora Sara Pérez de Madero.
Monterrey, NL

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