Con un formato original marcadamente infantil, "el nuevo libro de Krhan mezcla en sus páginas texto de caligrafía sencilla con imágenes sueltas que, lejos del formato de viñeta, se sitúan en cualquier punto de la página.
"El limpiagafas cuántico", la nueva obra de Fernanda Krhan-Uribe ofrece, más allá de una novela gráfica tradicional, la inmersión en el diario de una preadolescente para descubrir que los seres humanos "son la misma cosa" y que "todos estamos interconectados".
"El proyecto surgió cuando mi padre me animó a contar historias como lo hacía de niña, mezclando imágenes con texto. Así nació Claudia y su diario, que es un poco como yo cuando era pequeña, una observadora", ha explicado Krhan-Uribe (Nueva York, 1967), de ascendencia chilena, en una entrevista.
"El limpiagafas cuántico" (Siruela) narra las vivencias de Claudia, una niña de doce años y medio, que abre las puertas de su diario para contar lo que sucedió durante la última visita de su tío Fede, un biólogo trotamundos que llega a la casa de Sitges -localidad en el noreste de España en la que reside la autora- afirmando haber descubierto un invento que cambiará el mundo.
Pero también hay realidad en la novela, en la que se habla de los problemas de los inmigrantes sin papeles, la mendicidad y los conflictos culturales de los matrimonios entre personas de diferentes nacionalidades.
"Quería mostrar las cosas desde los ojos de alguien que todavía no sabe mucho del mundo, por eso escogí la voz de una niña de doce años, que todavía está descubriendo la vida y lo trata de comprender todo con conclusiones inocentes", afirma.
Con un formato original marcadamente infantil, "El limpiagafas cuántico" (Siruela) mezcla en sus páginas texto de caligrafía sencilla con imágenes sueltas que, lejos del formato de viñeta, se sitúan en cualquier punto de la página acompañadas de flechas y pies de página explicativos.
Como ilustradora, Krhan-Uribe se define como alguien "no profesional" que está "adquiriendo libertad y encontrando un lenguaje propio".
Aunque las ilustraciones estaban hechas a color, durante la impresión decidieron dejarlas en blanco y negro, un rasgo que muestra para la ilustradora su condición de artista "en exploración y en constante busca de lenguaje".
"Al no haber estudiado Bellas Artes siento que tengo la frescura de un niño, y que mi dibujo tiene un punto infantil e imperfecto, al que yo le veo gracia", admite mientras confiesa que Edward Gorey es una de sus principales influencias, porque "toca fibras de mi subconsciente", aunque sus dibujos "no tienen similitudes".
Fiel seguidora de la literatura juvenil, porque está "rodeada de gente joven" y siente que sigue teniendo la misma "ilusión y fuerza" por la vida, Krhan-Uribe considera a la escritora austríaca Christine Nöstlinger su principal influencia en los últimos años.
"Adoro sus libros porque fascinan no sólo a niños sino también a los adultos, al relatar de forma brillante los intríngulis de la vida familiar y las relaciones entre las personas", señala Krhan-Uribe, que tiene como objetivo convertirse cada vez una artista más completa.
"En 'El limpiagafas cuántico' yo he diseñado las páginas, he buscado el tipo de letra y he dibujado, toda la imagen del libro es obra mía y ese es un aspecto que está muy relacionado con mi necesidad de contar también a través de la imagen", concluye.
Madrid, España
"El limpiagafas cuántico", la nueva obra de Fernanda Krhan-Uribe ofrece, más allá de una novela gráfica tradicional, la inmersión en el diario de una preadolescente para descubrir que los seres humanos "son la misma cosa" y que "todos estamos interconectados".
"El proyecto surgió cuando mi padre me animó a contar historias como lo hacía de niña, mezclando imágenes con texto. Así nació Claudia y su diario, que es un poco como yo cuando era pequeña, una observadora", ha explicado Krhan-Uribe (Nueva York, 1967), de ascendencia chilena, en una entrevista.
"El limpiagafas cuántico" (Siruela) narra las vivencias de Claudia, una niña de doce años y medio, que abre las puertas de su diario para contar lo que sucedió durante la última visita de su tío Fede, un biólogo trotamundos que llega a la casa de Sitges -localidad en el noreste de España en la que reside la autora- afirmando haber descubierto un invento que cambiará el mundo.
Pero también hay realidad en la novela, en la que se habla de los problemas de los inmigrantes sin papeles, la mendicidad y los conflictos culturales de los matrimonios entre personas de diferentes nacionalidades.
"Quería mostrar las cosas desde los ojos de alguien que todavía no sabe mucho del mundo, por eso escogí la voz de una niña de doce años, que todavía está descubriendo la vida y lo trata de comprender todo con conclusiones inocentes", afirma.
Con un formato original marcadamente infantil, "El limpiagafas cuántico" (Siruela) mezcla en sus páginas texto de caligrafía sencilla con imágenes sueltas que, lejos del formato de viñeta, se sitúan en cualquier punto de la página acompañadas de flechas y pies de página explicativos.
Como ilustradora, Krhan-Uribe se define como alguien "no profesional" que está "adquiriendo libertad y encontrando un lenguaje propio".
Aunque las ilustraciones estaban hechas a color, durante la impresión decidieron dejarlas en blanco y negro, un rasgo que muestra para la ilustradora su condición de artista "en exploración y en constante busca de lenguaje".
"Al no haber estudiado Bellas Artes siento que tengo la frescura de un niño, y que mi dibujo tiene un punto infantil e imperfecto, al que yo le veo gracia", admite mientras confiesa que Edward Gorey es una de sus principales influencias, porque "toca fibras de mi subconsciente", aunque sus dibujos "no tienen similitudes".
Fiel seguidora de la literatura juvenil, porque está "rodeada de gente joven" y siente que sigue teniendo la misma "ilusión y fuerza" por la vida, Krhan-Uribe considera a la escritora austríaca Christine Nöstlinger su principal influencia en los últimos años.
"Adoro sus libros porque fascinan no sólo a niños sino también a los adultos, al relatar de forma brillante los intríngulis de la vida familiar y las relaciones entre las personas", señala Krhan-Uribe, que tiene como objetivo convertirse cada vez una artista más completa.
"En 'El limpiagafas cuántico' yo he diseñado las páginas, he buscado el tipo de letra y he dibujado, toda la imagen del libro es obra mía y ese es un aspecto que está muy relacionado con mi necesidad de contar también a través de la imagen", concluye.
Madrid, España
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