Las piezas plásticas de Rufino Tamayo se destacan por hacer una combinación de temas populares autóctonos con formas artísticas de la vanguardia europea
El Patronato del Museo Nacional de Antropología (MNA) realizó recientemente una subasta altruista de arte mexicano actual, a fin de ayudar en los gastos de mantenimiento de este magno recinto, destacando obras del pintor oaxaqueño Rufino Tamayo, fallecido el 24 de junio de 1991.
Dicho acontecimiento inició con la reinauguración de la tienda del museo, en la que es posible encontrar réplicas de obras, artesanías, joyas, libros y muchos artículos relacionados con el arte prehispánico y las diversas etnias existentes en México.
Se subastaron obras de José Luis Cuevas, Raúl Anguiano, Rina Lazo, Arturo García Bustos, John O’Leary, Irma Palacios, Demián Flores, Manuel Felguérez y Patrick Silve.
Así como de Roberto Cortázar, Santiago Carbonell, Javier Marín, Betsabé Romero, Francisco Toledo, Alberto Castro Leñero, Pedro Friedeberg, Iñaki Bonillas, Virina Lizardi y Rufino Tamayo.
Este último, considerado entre los más grandes pintores mexicanos del siglo XX, ha logrado convertirse en uno de los artistas más cotizados de toda América Latina.
En mayo pasado, en la casa de subastas Christie’s de Nueva York, su pintura Trovador se vendió en poco más de 7.2 millones de dólares.
Las piezas plásticas de Rufino Tamayo se destacan por hacer una combinación de temas populares autóctonos con formas artísticas de la vanguardia europea, como el cubismo.
Al lado de otros grandes de la plástica mexicana, como David Alfaro Siqueiros, Diego Rivera y José Clemente Orozco, Tamayo completa la tetralogía de destacados muralistas y artistas de caballete que dio México el siglo pasado.
Nacido el 26 de agosto de 1899, en Oaxaca, Rufino Tamayo llegó a la capital del país en 1911 y seis años más tarde se inscribió en la Academia de San Carlos, donde alternó sus estudios con la atención de un negocio de frutas y legumbres que tenía en el mercado de La Merced.
Luego trabajó en el Museo Nacional de Arqueología dibujando objetos precolombinos, experiencia que más tarde reflejó en su obra; años después también fue profesor de la Escuela de Bellas Artes y estuvo al frente del Departamento de Artes Plásticas de la Secretaría de Educación Pública.
Su trayectoria académica se vio coronada cuando fue nombrado director de la escuela de Bellas Artes de la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca, y en el extranjero fue instructor de la Brooklyn Museum Art School.
De acuerdo con datos biográficos disponibles, Tamayo se inició pintando obras de pequeñas dimensiones y su evolución lo llevó hacia un cromatismo más brillante, proceso que puede observarse en dos etapas: la primera, que va de 1926 a 1946, y la segunda entre 1946 a 1958.
Maestro en la pintura de caballete, en la que refleja un absoluto dominio de las formas, el color y la textura, el artista también destacó en la pintura mural de carácter social como lo muestran: Monumento a Juárez (1932) , Llamado de la revolución y la glorificación de Zapata (1935) o La revolución (1938), ubicado éste en el Museo Nacional de Antropología, de la Ciudad de México.
Otro de sus murales importantes es Mujeres de Tehuantepec, pintado en 1939 para la Galería de Arte Albrigth Knox de Buffalo, Nueva York, pieza en la que aborda el tema del arte tradicional mexicano a partir de figuras monumentales, con las cuales destaca una sutil y compleja composición inspirada en el cubismo francés.
Rufino Tamayo recibió otros encargos para realizar amplias decoraciones murales, como Homenaje a la raza (1952, en París); México hoy (1953, Palacio de Bellas Artes, México) o América (1956, Banco del Suroeste, Houston, Texas), el de mayor envergadura que ejecutó.
También, para el nuevo edificio de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) en París, realizó Prometeo (1958) y, posteriormente, Eclipse total, el cual hizo en 1977.
En 1943 comenzó a pintar dentro de la escuela de arte abstracto con La naturaleza y El artista, obras que actualmente están en la Colección de Arte Smith College de Northampton, Massachusetts.
El artista oaxaqueño tuvo la oportunidad de viajar por diversos países para exponer su obra artística, diversos gobiernos lo condecoraron y su vida fue llevada al cine con las cintas Tamayo y La vida artística de Rufino Tamayo.
Gran conocedor del arte prehispánico, Rufino Tamayo logró conjuntar una espléndida colección de piezas de ese periodo, misma que en 1974 donó a su ciudad natal, donde se creó y estableció el Museo de Arte Prehispánico.
Además, en la ciudad de México se encuentra el museo que lleva su nombre y que fue inaugurado en 1981 para exhibir, primordialmente, las más de 150 obras de artistas internacionales que adquirió a lo largo de su vida.
Entre los reconocimientos que recibió sobresalen su ingreso a El Colegio Nacional, el 12 de mayo de 1991, y los doctorados Honoris Causa de las universidades de Manila, Filipinas, en 1974; Nacional Autónoma de México, 1979; y la de San Francisco, California, en 1982.
Se le otorgaron, además, el Premio Nacional de Ciencias y Artes (1964); el Colouste Gulbekian, por el Instituto de Artes de París (1969); la Legión de Honor de Francia (1970) y el Grado de Comendador por la República Italiana (1971).
El artista oaxaqueño, uno de los más reconocidos de México en el mundo y cuyos cuadros actualmente son de los más cotizados a nivel internacional, falleció el 24 de junio de 1991, dejando una honda huella por la naturaleza de su obra, la belleza de los retratos que pintó de su esposa Olga y la sensualidad de sus sandías.
El Patronato del Museo Nacional de Antropología (MNA) realizó recientemente una subasta altruista de arte mexicano actual, a fin de ayudar en los gastos de mantenimiento de este magno recinto, destacando obras del pintor oaxaqueño Rufino Tamayo, fallecido el 24 de junio de 1991.
Dicho acontecimiento inició con la reinauguración de la tienda del museo, en la que es posible encontrar réplicas de obras, artesanías, joyas, libros y muchos artículos relacionados con el arte prehispánico y las diversas etnias existentes en México.
Se subastaron obras de José Luis Cuevas, Raúl Anguiano, Rina Lazo, Arturo García Bustos, John O’Leary, Irma Palacios, Demián Flores, Manuel Felguérez y Patrick Silve.
Así como de Roberto Cortázar, Santiago Carbonell, Javier Marín, Betsabé Romero, Francisco Toledo, Alberto Castro Leñero, Pedro Friedeberg, Iñaki Bonillas, Virina Lizardi y Rufino Tamayo.
Este último, considerado entre los más grandes pintores mexicanos del siglo XX, ha logrado convertirse en uno de los artistas más cotizados de toda América Latina.
En mayo pasado, en la casa de subastas Christie’s de Nueva York, su pintura Trovador se vendió en poco más de 7.2 millones de dólares.
Las piezas plásticas de Rufino Tamayo se destacan por hacer una combinación de temas populares autóctonos con formas artísticas de la vanguardia europea, como el cubismo.
Al lado de otros grandes de la plástica mexicana, como David Alfaro Siqueiros, Diego Rivera y José Clemente Orozco, Tamayo completa la tetralogía de destacados muralistas y artistas de caballete que dio México el siglo pasado.
Nacido el 26 de agosto de 1899, en Oaxaca, Rufino Tamayo llegó a la capital del país en 1911 y seis años más tarde se inscribió en la Academia de San Carlos, donde alternó sus estudios con la atención de un negocio de frutas y legumbres que tenía en el mercado de La Merced.
Luego trabajó en el Museo Nacional de Arqueología dibujando objetos precolombinos, experiencia que más tarde reflejó en su obra; años después también fue profesor de la Escuela de Bellas Artes y estuvo al frente del Departamento de Artes Plásticas de la Secretaría de Educación Pública.
Su trayectoria académica se vio coronada cuando fue nombrado director de la escuela de Bellas Artes de la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca, y en el extranjero fue instructor de la Brooklyn Museum Art School.
De acuerdo con datos biográficos disponibles, Tamayo se inició pintando obras de pequeñas dimensiones y su evolución lo llevó hacia un cromatismo más brillante, proceso que puede observarse en dos etapas: la primera, que va de 1926 a 1946, y la segunda entre 1946 a 1958.
Maestro en la pintura de caballete, en la que refleja un absoluto dominio de las formas, el color y la textura, el artista también destacó en la pintura mural de carácter social como lo muestran: Monumento a Juárez (1932) , Llamado de la revolución y la glorificación de Zapata (1935) o La revolución (1938), ubicado éste en el Museo Nacional de Antropología, de la Ciudad de México.
Otro de sus murales importantes es Mujeres de Tehuantepec, pintado en 1939 para la Galería de Arte Albrigth Knox de Buffalo, Nueva York, pieza en la que aborda el tema del arte tradicional mexicano a partir de figuras monumentales, con las cuales destaca una sutil y compleja composición inspirada en el cubismo francés.
Rufino Tamayo recibió otros encargos para realizar amplias decoraciones murales, como Homenaje a la raza (1952, en París); México hoy (1953, Palacio de Bellas Artes, México) o América (1956, Banco del Suroeste, Houston, Texas), el de mayor envergadura que ejecutó.
También, para el nuevo edificio de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) en París, realizó Prometeo (1958) y, posteriormente, Eclipse total, el cual hizo en 1977.
En 1943 comenzó a pintar dentro de la escuela de arte abstracto con La naturaleza y El artista, obras que actualmente están en la Colección de Arte Smith College de Northampton, Massachusetts.
El artista oaxaqueño tuvo la oportunidad de viajar por diversos países para exponer su obra artística, diversos gobiernos lo condecoraron y su vida fue llevada al cine con las cintas Tamayo y La vida artística de Rufino Tamayo.
Gran conocedor del arte prehispánico, Rufino Tamayo logró conjuntar una espléndida colección de piezas de ese periodo, misma que en 1974 donó a su ciudad natal, donde se creó y estableció el Museo de Arte Prehispánico.
Además, en la ciudad de México se encuentra el museo que lleva su nombre y que fue inaugurado en 1981 para exhibir, primordialmente, las más de 150 obras de artistas internacionales que adquirió a lo largo de su vida.
Entre los reconocimientos que recibió sobresalen su ingreso a El Colegio Nacional, el 12 de mayo de 1991, y los doctorados Honoris Causa de las universidades de Manila, Filipinas, en 1974; Nacional Autónoma de México, 1979; y la de San Francisco, California, en 1982.
Se le otorgaron, además, el Premio Nacional de Ciencias y Artes (1964); el Colouste Gulbekian, por el Instituto de Artes de París (1969); la Legión de Honor de Francia (1970) y el Grado de Comendador por la República Italiana (1971).
El artista oaxaqueño, uno de los más reconocidos de México en el mundo y cuyos cuadros actualmente son de los más cotizados a nivel internacional, falleció el 24 de junio de 1991, dejando una honda huella por la naturaleza de su obra, la belleza de los retratos que pintó de su esposa Olga y la sensualidad de sus sandías.
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