El autor de obras como “Historia de la Revolución Mexicana en el Estado de Hidalgo” y “Valle Arizpe y el arte de la historia” destacó que los pasajes en torno a Chopin en las páginas escritas por el poeta Amado Nervo son muchas.
El compositor y pianista polaco Federico Chopin fue maestro de distinguidos autores mexicanos, como Aniceto Ortega y Tomás León, en la época del “azul” en México del siglo XIX, señaló anoche el historiador Luis Rublúo Islas.
Al dictar la conferencia “Federico Chopin, en el azul de México. 200 años de su nacimiento”, en la Fonoteca Nacional, explicó que ellos fueron los primeros que mostraron influencia del autor europeo, a los que siguieron Felipe Villanueva y Ricardo Castro, quienes participaron de aquella atmósfera artística.
El autor de obras como “Historia de la Revolución Mexicana en el Estado de Hidalgo” y “Valle Arizpe y el arte de la historia” destacó que los pasajes en torno a Chopin en las páginas escritas por el poeta Amado Nervo son muchas.
Al continuar con la referencia de Chopín en autores mexicanos y en las publicaciones de la época, en particular la revista “Azul”, el historiador hidalguense dijo que Gutiérrez Nájera fue prolífico y constante en sus crónicas relativas a conciertos, teatros, espectáculos y descripción de tertulias.
“Aprovecha a las veces en comunicarnos detalles que pueden completar cuadros históricos y de apreciación más allá de las costumbre, de carácter social, económico y de cultural general”, dijo.
Apuntó que la fiebre popular por las clases de piano, como sello de las señoritas bien, bonitas; a los jóvenes artistas, y en la cúspide la preferencia por Federico Chopin.
La crónica de Amado Nervo, continuó, califica por su parte lo logrado por las buenas ejecutantes de piano, que podría pensarse legítimamente que el maestro polaco gozó de una enorme popularidad entre las mexicanas intérpretes y el público.
El también escritor recordó que en el siglo XIX se vivía en México un ambiente transparente, con un cielo purísimo el cual se retrataba en las aguas del Lago de Texcoco. El paisaje del Valle de México, dijo, plasmado por artistas plásticos europeos desplegaba belleza.
“Mi generación todavía gozó esa transparencia, cuando desde el corredor de la casa o desde cualquier azotea, podían contemplarse muy a placer los poéticos volcanes Popocatépetl e Iztaccíhuatl y el verdor o el dorado de los campos, según la estación del año”, anotó.
Sin embargo, abundó, al paso de los años la gran ciudad creció mucho y ahora se le llama mancha urbana, se vive un desdibujamiento de zonas en entidades políticas diferentes, pueblos que fueron devorados y de los que apenas quedan algunos nombres.
Desapareció toda referencia del azul por un indefinible gris, que baja al tono de las ratas o sube hasta cerca del negro, anotó.
El vocablo azul determina tal atmósfera espiritual del país, cobija a escritores en todos los géneros: poetas, novelistas, cuentistas, ensayistas, historiógrafos, periodistas, dramaturgos; además de escultores, arquitectos y, desde luego, músicos mexicanos, quienes recibieron influencias de maestros europeos, indicó.
Al final, el maestro Luis Rublúo Islas, nacido el 25 de agosto de 1940 en Real del Monte, Hidalgo, recibió un reconocimiento de parte de la Asociación Martes de Ópera, organizadora de la conferencia magistral.
Ciudad de México
El compositor y pianista polaco Federico Chopin fue maestro de distinguidos autores mexicanos, como Aniceto Ortega y Tomás León, en la época del “azul” en México del siglo XIX, señaló anoche el historiador Luis Rublúo Islas.
Al dictar la conferencia “Federico Chopin, en el azul de México. 200 años de su nacimiento”, en la Fonoteca Nacional, explicó que ellos fueron los primeros que mostraron influencia del autor europeo, a los que siguieron Felipe Villanueva y Ricardo Castro, quienes participaron de aquella atmósfera artística.
El autor de obras como “Historia de la Revolución Mexicana en el Estado de Hidalgo” y “Valle Arizpe y el arte de la historia” destacó que los pasajes en torno a Chopin en las páginas escritas por el poeta Amado Nervo son muchas.
Al continuar con la referencia de Chopín en autores mexicanos y en las publicaciones de la época, en particular la revista “Azul”, el historiador hidalguense dijo que Gutiérrez Nájera fue prolífico y constante en sus crónicas relativas a conciertos, teatros, espectáculos y descripción de tertulias.
“Aprovecha a las veces en comunicarnos detalles que pueden completar cuadros históricos y de apreciación más allá de las costumbre, de carácter social, económico y de cultural general”, dijo.
Apuntó que la fiebre popular por las clases de piano, como sello de las señoritas bien, bonitas; a los jóvenes artistas, y en la cúspide la preferencia por Federico Chopin.
La crónica de Amado Nervo, continuó, califica por su parte lo logrado por las buenas ejecutantes de piano, que podría pensarse legítimamente que el maestro polaco gozó de una enorme popularidad entre las mexicanas intérpretes y el público.
El también escritor recordó que en el siglo XIX se vivía en México un ambiente transparente, con un cielo purísimo el cual se retrataba en las aguas del Lago de Texcoco. El paisaje del Valle de México, dijo, plasmado por artistas plásticos europeos desplegaba belleza.
“Mi generación todavía gozó esa transparencia, cuando desde el corredor de la casa o desde cualquier azotea, podían contemplarse muy a placer los poéticos volcanes Popocatépetl e Iztaccíhuatl y el verdor o el dorado de los campos, según la estación del año”, anotó.
Sin embargo, abundó, al paso de los años la gran ciudad creció mucho y ahora se le llama mancha urbana, se vive un desdibujamiento de zonas en entidades políticas diferentes, pueblos que fueron devorados y de los que apenas quedan algunos nombres.
Desapareció toda referencia del azul por un indefinible gris, que baja al tono de las ratas o sube hasta cerca del negro, anotó.
El vocablo azul determina tal atmósfera espiritual del país, cobija a escritores en todos los géneros: poetas, novelistas, cuentistas, ensayistas, historiógrafos, periodistas, dramaturgos; además de escultores, arquitectos y, desde luego, músicos mexicanos, quienes recibieron influencias de maestros europeos, indicó.
Al final, el maestro Luis Rublúo Islas, nacido el 25 de agosto de 1940 en Real del Monte, Hidalgo, recibió un reconocimiento de parte de la Asociación Martes de Ópera, organizadora de la conferencia magistral.
Ciudad de México
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