El sábado con la puesta en escena El concreto y la sed.
El sábado por la noche en la Sala Experimental del Teatro de la Ciudad más de 60 personas esperaban el inicio de la obra El concreto y la sed a cargo del grupo Los Imprudentes, aclamada función que sería la encargada de poner punto final al XX Encuentro Estatal de Teatro Nuevo León, organizado por Conarte.
Al tiempo, aparecía un hombre frente al auditorio que, con acento extranjero, pedía apagar los teléfonos celulares. Era el director artístico Thierry Thurmel.
Apoyados con sólo un sanitario y un montón de cajas apiladas como escenografía, tres bufones hicieron de las suyas: un militar condecorado con falda rosada y bajo ésta un pañal para adulto, un hombrecillo vestido a saco con una banda en el pecho que emulaba la presidencial y una pequeña dama de baja estatura y de pronunciadas caderas.
Gritos fuertes, enérgicos saltos y acelerados jadeos formaban parte de las excéntricas interpretaciones que hacían los actores. Una sombrilla y una pequeña planta resultaban ser una amenaza a la integridad física de los personajes y la función seguía su curso sin diálogos.
Sonaba una especie de alarma, los bufones se asustaban, algo sucedía. Empezaba a jugar su papel el dinero, regado por doquier y en todos lados: en la taza de baño, en el piso o en un par de cubetas que de pronto aparecieron a cuadro.
De pronto todos comenzaban a ser invadidos por un descontrol total, sonidos de guitarras eléctricas, golpeteos de cubetas metálicas, así como el sonar de una sirena desquiciaban la escena mientras el público reía y se inquietaba.
La obra mostraba lo que se tenía previsto, presentaban un espectáculo que ponía a la sociedad frente a un espejo. Haciendo uso de apologías sexuales, políticas y sociales, la función dilucidaría la identidad mexicana en una divertida parodia teatral.
Al final, hubo aplausos de pie para los tres intérpretes que por más de una hora provocaron carcajadas y asombro.
Monterrey, NL
El sábado por la noche en la Sala Experimental del Teatro de la Ciudad más de 60 personas esperaban el inicio de la obra El concreto y la sed a cargo del grupo Los Imprudentes, aclamada función que sería la encargada de poner punto final al XX Encuentro Estatal de Teatro Nuevo León, organizado por Conarte.
Al tiempo, aparecía un hombre frente al auditorio que, con acento extranjero, pedía apagar los teléfonos celulares. Era el director artístico Thierry Thurmel.
Apoyados con sólo un sanitario y un montón de cajas apiladas como escenografía, tres bufones hicieron de las suyas: un militar condecorado con falda rosada y bajo ésta un pañal para adulto, un hombrecillo vestido a saco con una banda en el pecho que emulaba la presidencial y una pequeña dama de baja estatura y de pronunciadas caderas.
Gritos fuertes, enérgicos saltos y acelerados jadeos formaban parte de las excéntricas interpretaciones que hacían los actores. Una sombrilla y una pequeña planta resultaban ser una amenaza a la integridad física de los personajes y la función seguía su curso sin diálogos.
Sonaba una especie de alarma, los bufones se asustaban, algo sucedía. Empezaba a jugar su papel el dinero, regado por doquier y en todos lados: en la taza de baño, en el piso o en un par de cubetas que de pronto aparecieron a cuadro.
De pronto todos comenzaban a ser invadidos por un descontrol total, sonidos de guitarras eléctricas, golpeteos de cubetas metálicas, así como el sonar de una sirena desquiciaban la escena mientras el público reía y se inquietaba.
La obra mostraba lo que se tenía previsto, presentaban un espectáculo que ponía a la sociedad frente a un espejo. Haciendo uso de apologías sexuales, políticas y sociales, la función dilucidaría la identidad mexicana en una divertida parodia teatral.
Al final, hubo aplausos de pie para los tres intérpretes que por más de una hora provocaron carcajadas y asombro.
Monterrey, NL
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