Por:Francisco Medina
El paisaje del estado de Morelos cien años después de la Revolución Mexicana y las huellas materiales del “Caudillo del Sur” por esa entidad, serán conjuntados en la exposición Zapata en Morelos que estará conformada por un centenar de objetos históricos, entre ellos la ropa y el sombrero que portaba el jefe revolucionario el día de su asesinato.
Se trata de la exposición Zapata en Morelos que se presentará en el Museo Nacional de Historia (MNH) “Castillo de Chapultepec” a partir de los primeros días de julio, y que también contendrá 30 fotografías recientes del paisaje zapatista a cien años del movimiento revolucionario.
La muestra organizada de manera conjunta por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH-Conaculta) y el Gobierno del Estado de Morelos, forma parte de las conmemoraciones del Centenario del Inicio de la Revolución Mexicana y el Bicentenario de la Independencia de México.
Salvador Rueda Smithers, director del MNH, informó que Zapata en Morelos es una exposición que mostrará la geografía que transformó el caudillo, a manera de un “ajuste de cuentas de los zapatistas con la historia”, y no de una biografía del personaje; por eso se integran con fotografías de Adalberto Ríos Lanz y Adalberto Ríos Szalay, que refieren el paisaje morelense actual, cien años después de la guerra.
“Las imágenes son testimonios de la existencia de los pueblos que iban a desaparecer antes de la Revolución y de los vestigios de las haciendas tras la lucha zapatista. Es decir el Morelos de Emiliano Zapata y la relación con su entorno”.
En lo que se refiere a las piezas históricas, el público podrá apreciar la ropa y el sombrero que portaba Emiliano Zapata el día de su asesinato, el 10 de abril de 1919, objetos que representan unas de las principales reliquias que guardan el testimonio de la sangre que el “Caudillo del Sur” derramó en la guerra.
También se podrán ver la baraja que Zapata amarraba a su traje con un listón, su talismán que era una piedra ágata, su cama y silla de montar y algunas armas, entre ellas la pistola que Francisco Villa le regaló el día de su encuentro en Xochimilco, y su rifle, el cual lleva grabado su nombre a un costado.
Otras piezas importantes son la silla presidencial en la que Emiliano Zapata nunca se quiso sentar y donde fue captado con Villa; dos fotografías inéditas, una de cuando el revolucionario era niño y otra de su rostro joven que se dice le envió a una novia, así como obras plásticas elaboradas por artistas contemporáneos que dan cuenta de la imagen zapatista.
Dichas piezas pertenecen a los acervos de los museos de Tlaltizapán y Anenecuilco, y al Museo Nacional de Historia. La curaduría de la exhibición está a cargo del historiador Salvador Rueda Smithers, director del MNH, basada en el libro Zapata en Morelos, editado por Lunwerg, Planeta y el Gobierno de Morelos.
La muestra también incluirá piezas de arte, entre ellas dos obras de Arnold Belkin, así como un retrato al óleo de Pedro Zamora. También se podrá ver un video que contiene diferentes rostros de Zapata tomados de pinturas, fotografías y dibujos que dan un panorama de cómo han interpretado al caudillo distintos artistas.
Zapata en Morelos estará dividida en cuatro secciones, comienza en Anenecuilco con la infancia de Zapata, continúa con un apartado dedicado a las haciendas y donde se presentan algunos objetos del Porfiriato vinculados con este sistema de economía, y finalmente se abordará la lucha y muerte de Zapata en Tlaltizapán y Chinameca, respectivamente.
La presentación de esta exhibición no es cronológica sino que destaca la parte humana del personaje; los objetos están acompañados de una serie de textos y una recopilación de fragmentos que escritores, pensadores y poetas han dedicado a la figura del revolucionario, incluidos los corridos en su honor.
La exposición también recuerda las palabras que Emiliano Zapata decía de niño a su padre, acerca de cómo veía el problema del despojo de tierras por parte de las haciendas, y que dieron origen a sus ideales.
Zapata en Morelos se complementa con una exhibición dedicada a la tradición de la charrería porque “esta costumbre explica a Emiliano Zapata y sus símbolos de caudillo; fue un revolucionario que nunca se vistió de militar, era un general vestido de civil porque mostraba lo que realmente era: un civil en armas”, dijo el historiador Rueda Smithers.
Hombres a galope y a la Revolución
Emiliano Zapata era buen charro, pulcro, enamorado, siempre vestido de trajes adornados de plata, con sombrero ancho y fino, gazné, anillos y un buen caballo… nunca usó uniforme militar: era un civil revolucionario, por eso sus símbolos de caudillo, los de la charrería, son necesarios para explicar al personaje, explicó el director del Museo Nacional de Historia.
Esta tradición íntimamente ligada al personaje de Emiliano Zapata es presentada a través de la exposición complementaria Hombres a galope y a la revolución, que reúne 30 piezas, la mitad corresponde a objetos propios de esta tradición y 15 pinturas alusivas elaboradas por Ernesto Icaza, pintor que plasmó las escenas de la charrería desde el punto de vista de los caporales y grandes hacendados.
Otras piezas que integran esta muestra, curada por la historiadora del INAH, Thalía Montes, son las banderillas de Emiliano Zapata, sombreros de charro, un ajuar de caballo con la silla de montar, los vaquerillos y las espuelas; hay también puntas de lanza e indumentaria de estos personajes.
El paisaje del estado de Morelos cien años después de la Revolución Mexicana y las huellas materiales del “Caudillo del Sur” por esa entidad, serán conjuntados en la exposición Zapata en Morelos que estará conformada por un centenar de objetos históricos, entre ellos la ropa y el sombrero que portaba el jefe revolucionario el día de su asesinato.
Se trata de la exposición Zapata en Morelos que se presentará en el Museo Nacional de Historia (MNH) “Castillo de Chapultepec” a partir de los primeros días de julio, y que también contendrá 30 fotografías recientes del paisaje zapatista a cien años del movimiento revolucionario.
La muestra organizada de manera conjunta por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH-Conaculta) y el Gobierno del Estado de Morelos, forma parte de las conmemoraciones del Centenario del Inicio de la Revolución Mexicana y el Bicentenario de la Independencia de México.
Salvador Rueda Smithers, director del MNH, informó que Zapata en Morelos es una exposición que mostrará la geografía que transformó el caudillo, a manera de un “ajuste de cuentas de los zapatistas con la historia”, y no de una biografía del personaje; por eso se integran con fotografías de Adalberto Ríos Lanz y Adalberto Ríos Szalay, que refieren el paisaje morelense actual, cien años después de la guerra.
“Las imágenes son testimonios de la existencia de los pueblos que iban a desaparecer antes de la Revolución y de los vestigios de las haciendas tras la lucha zapatista. Es decir el Morelos de Emiliano Zapata y la relación con su entorno”.
En lo que se refiere a las piezas históricas, el público podrá apreciar la ropa y el sombrero que portaba Emiliano Zapata el día de su asesinato, el 10 de abril de 1919, objetos que representan unas de las principales reliquias que guardan el testimonio de la sangre que el “Caudillo del Sur” derramó en la guerra.
También se podrán ver la baraja que Zapata amarraba a su traje con un listón, su talismán que era una piedra ágata, su cama y silla de montar y algunas armas, entre ellas la pistola que Francisco Villa le regaló el día de su encuentro en Xochimilco, y su rifle, el cual lleva grabado su nombre a un costado.
Otras piezas importantes son la silla presidencial en la que Emiliano Zapata nunca se quiso sentar y donde fue captado con Villa; dos fotografías inéditas, una de cuando el revolucionario era niño y otra de su rostro joven que se dice le envió a una novia, así como obras plásticas elaboradas por artistas contemporáneos que dan cuenta de la imagen zapatista.
Dichas piezas pertenecen a los acervos de los museos de Tlaltizapán y Anenecuilco, y al Museo Nacional de Historia. La curaduría de la exhibición está a cargo del historiador Salvador Rueda Smithers, director del MNH, basada en el libro Zapata en Morelos, editado por Lunwerg, Planeta y el Gobierno de Morelos.
La muestra también incluirá piezas de arte, entre ellas dos obras de Arnold Belkin, así como un retrato al óleo de Pedro Zamora. También se podrá ver un video que contiene diferentes rostros de Zapata tomados de pinturas, fotografías y dibujos que dan un panorama de cómo han interpretado al caudillo distintos artistas.
Zapata en Morelos estará dividida en cuatro secciones, comienza en Anenecuilco con la infancia de Zapata, continúa con un apartado dedicado a las haciendas y donde se presentan algunos objetos del Porfiriato vinculados con este sistema de economía, y finalmente se abordará la lucha y muerte de Zapata en Tlaltizapán y Chinameca, respectivamente.
La presentación de esta exhibición no es cronológica sino que destaca la parte humana del personaje; los objetos están acompañados de una serie de textos y una recopilación de fragmentos que escritores, pensadores y poetas han dedicado a la figura del revolucionario, incluidos los corridos en su honor.
La exposición también recuerda las palabras que Emiliano Zapata decía de niño a su padre, acerca de cómo veía el problema del despojo de tierras por parte de las haciendas, y que dieron origen a sus ideales.
Zapata en Morelos se complementa con una exhibición dedicada a la tradición de la charrería porque “esta costumbre explica a Emiliano Zapata y sus símbolos de caudillo; fue un revolucionario que nunca se vistió de militar, era un general vestido de civil porque mostraba lo que realmente era: un civil en armas”, dijo el historiador Rueda Smithers.
Hombres a galope y a la Revolución
Emiliano Zapata era buen charro, pulcro, enamorado, siempre vestido de trajes adornados de plata, con sombrero ancho y fino, gazné, anillos y un buen caballo… nunca usó uniforme militar: era un civil revolucionario, por eso sus símbolos de caudillo, los de la charrería, son necesarios para explicar al personaje, explicó el director del Museo Nacional de Historia.
Esta tradición íntimamente ligada al personaje de Emiliano Zapata es presentada a través de la exposición complementaria Hombres a galope y a la revolución, que reúne 30 piezas, la mitad corresponde a objetos propios de esta tradición y 15 pinturas alusivas elaboradas por Ernesto Icaza, pintor que plasmó las escenas de la charrería desde el punto de vista de los caporales y grandes hacendados.
Otras piezas que integran esta muestra, curada por la historiadora del INAH, Thalía Montes, son las banderillas de Emiliano Zapata, sombreros de charro, un ajuar de caballo con la silla de montar, los vaquerillos y las espuelas; hay también puntas de lanza e indumentaria de estos personajes.
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