El aprovechamiento de los huesos humanos para convertirlos en artefactos de uso cotidiano formaba parte de la mentalidad prehispánica mesoamericana, y tuvo una doble función: cubrir la necesidad básica de materia prima y mantener un contacto directo y estrecho con los ancestros.
“Hay que tomar en cuenta que la ancestralidad es una manera de anular la muerte y permite mantener la memoria no sólo de los muertos, sino también del origen de los vivos”, apunta la investigadora universitaria.
Por otro lado, a diferencia de lo que ocurría en el continente Europeo, donde la industria ósea era alimentada por los cérvidos, ungulados y bóvidos, la falta de una fauna mayor en Mesoamérica únicamente podía cubrirse con huesos humanos.
Meza Peñaloza concluye: “Quizás a mucha gente le resulte desagradable y tétrico que los teotihuacanos tuvieran tan cercanos a sus muertos, ya sea enterrados bajo el piso de sus casas o como instrumentos de trabajo diario, pero ese hecho era básico, fundamental para ellos, como ahora las campañas de donación de órganos son básicas, fundamentales, para nosotros.”
“Hay que tomar en cuenta que la ancestralidad es una manera de anular la muerte y permite mantener la memoria no sólo de los muertos, sino también del origen de los vivos”, apunta la investigadora universitaria.
Por otro lado, a diferencia de lo que ocurría en el continente Europeo, donde la industria ósea era alimentada por los cérvidos, ungulados y bóvidos, la falta de una fauna mayor en Mesoamérica únicamente podía cubrirse con huesos humanos.
Meza Peñaloza concluye: “Quizás a mucha gente le resulte desagradable y tétrico que los teotihuacanos tuvieran tan cercanos a sus muertos, ya sea enterrados bajo el piso de sus casas o como instrumentos de trabajo diario, pero ese hecho era básico, fundamental para ellos, como ahora las campañas de donación de órganos son básicas, fundamentales, para nosotros.”
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