El escritor será recordado con diversas actividades por los cien años de su nacimiento
Juan Carlos Onetti, de cuyo nacimiento se cumplen mañana cien años, marcó un punto de inflexión en la literatura latinoamericana, con un estilo desgarrado que se anticipó al existencialismo y supo encontrar la belleza en la miseria y el fracaso de la condición humana.
"Onetti ya pertenece a la historia de la lengua; no es que pertenezca a la historia de la cultura uruguaya o rioplatense, es parte de la historia de la lengua española", afirma el director de Cultura del Gobierno uruguayo, Hugo Achugar.
Este profesor de literatura y experto en Onetti es uno de los promotores del múltiple homenaje que rinden la Administración uruguya, la Biblioteca Nacional de Uruguay, la Academia de Letras y el Centro Cultural de España en Montevideo al autor de La vida breve en su centenario.
Estas celebraciones tendrán mañana su mayor exponente con el acto de homenaje que acogerá el Paraninfo de la Universidad de la República, con música y discursos en recuerdo de este escritor "maldito", que, en su exilio voluntario de España, fue galardonado en 1980 con el Premio Cervantes.
Juan Carlos Onetti (Montevideo 1909-Madrid 1994) es una de las cumbres de la literatura uruguaya, pero su influencia ha traspasado las fronteras hasta convertirse "en una de las referencias de la lengua española en el siglo XX", asevera Achugar.
Novelas como El pozo (1939), La vida breve (1950), El astillero (1961), Juntacadáveres (1964) o Cuando ya no importe (1993); sus cuentos, como el reverenciado El infierno tan temido (1957), o sus originales incursiones en el periodismo explican el culto a Onetti que muchos autores a uno y otro lado del Atlántico le siguen profesando hoy día.
Si ya El pozo es "un antes y un después" para la literatura hispanoamericana, con la publicación de La vida breve y el surgimiento del mito de la ciudad de Santa María, Onetti "comienza a convertirse en un escritor de escritores", dice Achugar.
Esa influencia alcanza a autores tan diversos de la generación del "boom" como Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosa o José Donoso, y después "comienza a crecer su trascendencia más allá del mundo de habla hispana" con sus traducciones al francés, al inglés, al alemán o al italiano, añade.
Onetti, destaca Achugar, "se volvió una lectura ineludible en los estudios graduados de las universidades más importantes en Europa Occidental y en América, de la misma forma que no se puede obviar a Borges o a García Márquez".
Según el experto, el estilo novelístico de Onetti presenta "un cambio en la imaginación, en el arte de narrar", con "el desbordamiento que hace él entre realidad y ficción o su invasión de la imaginación en la realidad".
"Esta es una de las marcas de su obra, aparte de todo el buceo existencial, del drama humano y la profunda humanidad de sus personajes" principales, uno "héroes desesperanzados, algunos incluso agónicos", que, sin embargo, "tienen un gancho que atrapa al lector", destaca Achugar.
Uno de los rasgos principales de Onetti, sigue, es que "podía ver la belleza a partir de la miseria humana", como aquel de sus personajes que quería pintar una ola "como idea de la perfección, de lo estético puro", obviando que en realidad esa ola estaba "cargada de basura, de inmundicia y algas".
Onetti ya fue desde sus primeras obras un precursor del existencialismo, anticipando a Camus y Sartre, con "esa indagación, esa angustia por la existencia vital" y esa "confrontación que tienen sus personajes con la muerte u el sinsentido de la vida", agrega el director de Cultura uruguayo.
"Lo que llama la atención es que un hombre como Onetti haya logrado captar la angustia de la condición humana desde tan joven", ya con la publicación de "El pozo", comenta Achugar, quien, sin embargo, defiende la desmitificación del escritor.
El propio Onetti "contribuyó a crear su propio mito", que reforzaron periodistas, cineastas y otros escritores, con esa imagen de nihilista que no salía de su casa en sus últimos años en España, dedicado a beber, fumar y leer novelas policiacas.
Así, Achugar apuesta por descubrir al Onetti humorista, que dejó esa impronta irónica en sus artículos de prensa, en revistas tan legendarias como Marcha o Acción, de manera que pueda alcanzar a cualquier tipo de lector.
"Se ha dicho que no es una lectura para jóvenes, que uno tiene que leer a Onetti cuando ha vivido un tiempo, que Onetti es demasiado duro, puede ser", pero "estamos tratando de desmitificar eso", subraya.
Si bien, "creó un personaje de sí y mucha gente compró el personaje", el Onetti persona iba mucho más allá: "era un hombre que, como gran creador que era, tenía una libertad total y a la vez era un apasionado". Montevideo, Uruguay/EFE (El Universal)
"Onetti ya pertenece a la historia de la lengua; no es que pertenezca a la historia de la cultura uruguaya o rioplatense, es parte de la historia de la lengua española", afirma el director de Cultura del Gobierno uruguayo, Hugo Achugar.
Este profesor de literatura y experto en Onetti es uno de los promotores del múltiple homenaje que rinden la Administración uruguya, la Biblioteca Nacional de Uruguay, la Academia de Letras y el Centro Cultural de España en Montevideo al autor de La vida breve en su centenario.
Estas celebraciones tendrán mañana su mayor exponente con el acto de homenaje que acogerá el Paraninfo de la Universidad de la República, con música y discursos en recuerdo de este escritor "maldito", que, en su exilio voluntario de España, fue galardonado en 1980 con el Premio Cervantes.
Juan Carlos Onetti (Montevideo 1909-Madrid 1994) es una de las cumbres de la literatura uruguaya, pero su influencia ha traspasado las fronteras hasta convertirse "en una de las referencias de la lengua española en el siglo XX", asevera Achugar.
Novelas como El pozo (1939), La vida breve (1950), El astillero (1961), Juntacadáveres (1964) o Cuando ya no importe (1993); sus cuentos, como el reverenciado El infierno tan temido (1957), o sus originales incursiones en el periodismo explican el culto a Onetti que muchos autores a uno y otro lado del Atlántico le siguen profesando hoy día.
Si ya El pozo es "un antes y un después" para la literatura hispanoamericana, con la publicación de La vida breve y el surgimiento del mito de la ciudad de Santa María, Onetti "comienza a convertirse en un escritor de escritores", dice Achugar.
Esa influencia alcanza a autores tan diversos de la generación del "boom" como Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosa o José Donoso, y después "comienza a crecer su trascendencia más allá del mundo de habla hispana" con sus traducciones al francés, al inglés, al alemán o al italiano, añade.
Onetti, destaca Achugar, "se volvió una lectura ineludible en los estudios graduados de las universidades más importantes en Europa Occidental y en América, de la misma forma que no se puede obviar a Borges o a García Márquez".
Según el experto, el estilo novelístico de Onetti presenta "un cambio en la imaginación, en el arte de narrar", con "el desbordamiento que hace él entre realidad y ficción o su invasión de la imaginación en la realidad".
"Esta es una de las marcas de su obra, aparte de todo el buceo existencial, del drama humano y la profunda humanidad de sus personajes" principales, uno "héroes desesperanzados, algunos incluso agónicos", que, sin embargo, "tienen un gancho que atrapa al lector", destaca Achugar.
Uno de los rasgos principales de Onetti, sigue, es que "podía ver la belleza a partir de la miseria humana", como aquel de sus personajes que quería pintar una ola "como idea de la perfección, de lo estético puro", obviando que en realidad esa ola estaba "cargada de basura, de inmundicia y algas".
Onetti ya fue desde sus primeras obras un precursor del existencialismo, anticipando a Camus y Sartre, con "esa indagación, esa angustia por la existencia vital" y esa "confrontación que tienen sus personajes con la muerte u el sinsentido de la vida", agrega el director de Cultura uruguayo.
"Lo que llama la atención es que un hombre como Onetti haya logrado captar la angustia de la condición humana desde tan joven", ya con la publicación de "El pozo", comenta Achugar, quien, sin embargo, defiende la desmitificación del escritor.
El propio Onetti "contribuyó a crear su propio mito", que reforzaron periodistas, cineastas y otros escritores, con esa imagen de nihilista que no salía de su casa en sus últimos años en España, dedicado a beber, fumar y leer novelas policiacas.
Así, Achugar apuesta por descubrir al Onetti humorista, que dejó esa impronta irónica en sus artículos de prensa, en revistas tan legendarias como Marcha o Acción, de manera que pueda alcanzar a cualquier tipo de lector.
"Se ha dicho que no es una lectura para jóvenes, que uno tiene que leer a Onetti cuando ha vivido un tiempo, que Onetti es demasiado duro, puede ser", pero "estamos tratando de desmitificar eso", subraya.
Si bien, "creó un personaje de sí y mucha gente compró el personaje", el Onetti persona iba mucho más allá: "era un hombre que, como gran creador que era, tenía una libertad total y a la vez era un apasionado". Montevideo, Uruguay/EFE (El Universal)
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