Sus manos no sólo supieron dominar las cuerdas de su querido violín, pues fue un mujeriego a vivas voces, podríase decir un victorioso en la conquista de femeninas.
Aficionado a los palenques, a las peleas de gallos y la tauromaquia al punto de bajarse a la plaza para torear, el cura Miguel Hidalgo y Costilla es develado de manera fantástica y sin tapujos por el novelista Eugenio Aguirre en las páginas de Hidalgo: Entre la virtud y el vicio (Planeta, 2010)
Sus manos no sólo supieron dominar las cuerdas de su querido violín, pues fue un mujeriego a vivas voces, podríase decir un victorioso en la conquista de femeninas. Un seductor que supo dividirse entre los burdeles, las juntas oficiales y sus dos esposas, Josefina Quintana y Manuela Herrera, con quienes tuvo dos hijos.
“Estos fueron de riego pero también tuvo hijos de temporal, tuvo muchísimas aventuras e hijos que no están documentados, era un personaje muy atractivo, muy guapo”, expuso Aguirre en entrevista con AW Noticias.
Autor de más de 30 libros, el escritor nos propone una historia alterna sobre el hombre que dirigió el movimiento de Independencia. La novela, sustentada en una amplia investigación documental, nos lleva por la vida cotidiana del llamado Padre de la Patria, un viaje entre aficiones, defectos y aciertos que lo llevaron a ser un personaje muy peculiar.
“Era un extraordinario políglota que hablaba tres lenguas vernáculas: el náhuatl el purépecha y el otomí, dominaba el italiano y el francés, tradujo algunos autores de la enciclopedia y dramaturgos franceses como Molière, puso en escena sus obras y participó en ellas”.
Pero no todo fue miel sobre hojuelas, “El zorro”, apodado así por sus demoledoras discusiones, se dejaba ir por una especie de frenesí, como él lo llamaba, durante las batallas durante las tomas de las ciudades que fueron conquistando los insurgentes, permitió asesinatos y saqueos que posteriormente reconoce cuando le hicieron su juicio en Chihuahua, explicó el autor.
Monterrey, NL
Aficionado a los palenques, a las peleas de gallos y la tauromaquia al punto de bajarse a la plaza para torear, el cura Miguel Hidalgo y Costilla es develado de manera fantástica y sin tapujos por el novelista Eugenio Aguirre en las páginas de Hidalgo: Entre la virtud y el vicio (Planeta, 2010)
Sus manos no sólo supieron dominar las cuerdas de su querido violín, pues fue un mujeriego a vivas voces, podríase decir un victorioso en la conquista de femeninas. Un seductor que supo dividirse entre los burdeles, las juntas oficiales y sus dos esposas, Josefina Quintana y Manuela Herrera, con quienes tuvo dos hijos.
“Estos fueron de riego pero también tuvo hijos de temporal, tuvo muchísimas aventuras e hijos que no están documentados, era un personaje muy atractivo, muy guapo”, expuso Aguirre en entrevista con AW Noticias.
Autor de más de 30 libros, el escritor nos propone una historia alterna sobre el hombre que dirigió el movimiento de Independencia. La novela, sustentada en una amplia investigación documental, nos lleva por la vida cotidiana del llamado Padre de la Patria, un viaje entre aficiones, defectos y aciertos que lo llevaron a ser un personaje muy peculiar.
“Era un extraordinario políglota que hablaba tres lenguas vernáculas: el náhuatl el purépecha y el otomí, dominaba el italiano y el francés, tradujo algunos autores de la enciclopedia y dramaturgos franceses como Molière, puso en escena sus obras y participó en ellas”.
Pero no todo fue miel sobre hojuelas, “El zorro”, apodado así por sus demoledoras discusiones, se dejaba ir por una especie de frenesí, como él lo llamaba, durante las batallas durante las tomas de las ciudades que fueron conquistando los insurgentes, permitió asesinatos y saqueos que posteriormente reconoce cuando le hicieron su juicio en Chihuahua, explicó el autor.
Monterrey, NL
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