El literato participa en el XIV Encuentro Internacional de Escritores
Ensimismados, viviendo su propia fantasía mientras el mundo se destaza y se asfixia. Así viven muchos poetas, según la opinión del creador tabasqueño Jeremías Marquines, quien presentó su poemario Bordes transhumantes en el marco del XIV Encuentro Internacional de Escritores.
Bordes transhumantes es un poemario que ofrece imágenes del nuevo sureste mexicano, cargado de marginalidad, pobreza, amor y abandono y que deja de lado los estereotipos de “la jungla, el jaguar y su magia”, como reflexiona el autor al hablar sobre su creación.
“Es un trabajo que nace de la experiencia, de las historias que escucho en las cantinas y que son contadas por emigrantes, de ésas historias que te llegan”, expresó el poeta, nacido en Villahermosa, Tabasco, en 1968.
Ganador del Premio Efraín Huerta en 1996 y del Juegos Trigales del Valle del Yaqui en el 2007, Marquines habla de cantinas, de conversaciones nocturnas con jornaleros borrachos o de anécdotas que e ha tocado vivir como principales néctares de nutrimiento poético.
Pese a narrar un tema que fue “moda” o “mediático” entre los escritores hace algunos años, como lo es la migración, Jeremías Marquines aborda esta situación desde la perspectiva que le toca vivir en su, ahora, lugar de residencia: Acapulco, Guerrero. Ahí, narra el autor, la realidad de los migrantes (centroamericanos o del sur de México) es evidente, donde la tristeza, la melancolía, el desamor o incluso el acoso de las pandillas mara salvatrucha.
“Este trabajo busca llamar un poco hacia la sensibilización del lector, de que no sólo se vea al migrante como el asunto de quien se va en busca de la lana, sino quien se va también en búsqueda de llenar un vacío espiritual”, destacó.
La presentación de Bordes transhumantes tuvo lugar en el auditorio “Alfonso Rangel Guerra” de la Facultad de Filosofía y Letras de la UANL, en donde estuvo acompañado por la poeta Lucía Yépez, quien en su participación reconoció que por su origen tabasqueño lo evocó inmediatamente con nombres como Carlos Pellicer o José Gorostiza.
Esta referencia es un honor, aseguró el poeta, sin embargo, su ejercicio poético busca separarse de esa relación inmediata. Si acaso, aclara Marquines, su poesía pudiera tener alguna referencia a la de José Carlos Becerra o la de Gorostiza.
La poesía reflejada en su más reciente poemario dista mucho del acercamiento “místico” que muchos autores buscan al estar junto a la magnitud de la selva, a la sombra del jaguar o bajo el cobijo de los ríos. Para Jeremías Marquines, vivir en una burbuja no es un estado de vida.
“Muchos poetas viven en su burbuja y claro que tienden hacia una poesía de la preciosidad, del paisaje, son cosas respetables pero ellos no viven en el mundo real… pueden estar matando a los indígenas a un costado pero ellos siguen hablando de los ojos jaguar”, critica el poeta tabasqueño.
Al culminar la presentación, el autor comentó ante los escasos oyentes y estudiantes que no había podido traer ejemplares de su poemario a la ciudad para venderlos, por lo que recopiló una lista de correos electrónicos, asegurando que el poemario Bordes transhumantes estaría en sus bandejas de entrada por la tarde. Dieron las 17:00 y el poemario ya había llegado al correo. Monterrey, NL
Bordes transhumantes es un poemario que ofrece imágenes del nuevo sureste mexicano, cargado de marginalidad, pobreza, amor y abandono y que deja de lado los estereotipos de “la jungla, el jaguar y su magia”, como reflexiona el autor al hablar sobre su creación.
“Es un trabajo que nace de la experiencia, de las historias que escucho en las cantinas y que son contadas por emigrantes, de ésas historias que te llegan”, expresó el poeta, nacido en Villahermosa, Tabasco, en 1968.
Ganador del Premio Efraín Huerta en 1996 y del Juegos Trigales del Valle del Yaqui en el 2007, Marquines habla de cantinas, de conversaciones nocturnas con jornaleros borrachos o de anécdotas que e ha tocado vivir como principales néctares de nutrimiento poético.
Pese a narrar un tema que fue “moda” o “mediático” entre los escritores hace algunos años, como lo es la migración, Jeremías Marquines aborda esta situación desde la perspectiva que le toca vivir en su, ahora, lugar de residencia: Acapulco, Guerrero. Ahí, narra el autor, la realidad de los migrantes (centroamericanos o del sur de México) es evidente, donde la tristeza, la melancolía, el desamor o incluso el acoso de las pandillas mara salvatrucha.
“Este trabajo busca llamar un poco hacia la sensibilización del lector, de que no sólo se vea al migrante como el asunto de quien se va en busca de la lana, sino quien se va también en búsqueda de llenar un vacío espiritual”, destacó.
La presentación de Bordes transhumantes tuvo lugar en el auditorio “Alfonso Rangel Guerra” de la Facultad de Filosofía y Letras de la UANL, en donde estuvo acompañado por la poeta Lucía Yépez, quien en su participación reconoció que por su origen tabasqueño lo evocó inmediatamente con nombres como Carlos Pellicer o José Gorostiza.
Esta referencia es un honor, aseguró el poeta, sin embargo, su ejercicio poético busca separarse de esa relación inmediata. Si acaso, aclara Marquines, su poesía pudiera tener alguna referencia a la de José Carlos Becerra o la de Gorostiza.
La poesía reflejada en su más reciente poemario dista mucho del acercamiento “místico” que muchos autores buscan al estar junto a la magnitud de la selva, a la sombra del jaguar o bajo el cobijo de los ríos. Para Jeremías Marquines, vivir en una burbuja no es un estado de vida.
“Muchos poetas viven en su burbuja y claro que tienden hacia una poesía de la preciosidad, del paisaje, son cosas respetables pero ellos no viven en el mundo real… pueden estar matando a los indígenas a un costado pero ellos siguen hablando de los ojos jaguar”, critica el poeta tabasqueño.
Al culminar la presentación, el autor comentó ante los escasos oyentes y estudiantes que no había podido traer ejemplares de su poemario a la ciudad para venderlos, por lo que recopiló una lista de correos electrónicos, asegurando que el poemario Bordes transhumantes estaría en sus bandejas de entrada por la tarde. Dieron las 17:00 y el poemario ya había llegado al correo. Monterrey, NL
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