El escritor recuerda sus inicios en el magisterio como alfabetizador, en la Revolución Cubana
Discípulo de José Lezama Lima y Alejo Carpentier, profesor universitario autodidacta que se forjó en el magisterio en Sierra Maestra cuando a los 12 años se hizo alfabetizador con la Revolución Cubana, novelista y ensayista, Manuel Pereira asegura “Yo soy un escritor social, me interesan las ideas y los conflictos sociales; soy producto de la Revolución que me enseñó a pensar así, aunque después me dijo que no debo pensar así. Yo sigo siendo coherente con el ideario de la Revolución Cubana, aunque ella ya no lo sea”.
Manuel Pereira (La Habana, 1948) anda el camino literario que le enseñó Lezama Lima durante sus largas conversaciones; se pensó poeta, pero con el tiempo se supo ensayista y novelista. Sus convicciones son distintas en cada género que cultiva. “En la novela soy más cubano, mis temas giran alrededor de Cuba, mientras que en el ensayo me despliego más, mis temas son más universales”, dice en entrevista el escritor.
Autor de varias novelas, como Insolación, El comandante veneno, y de libros de ensayo, como el más reciente, Biografía de un desayuno, publicado por Miguel Ángel Porrúa, Manuel Pereira sabe que en el ensayo abunda en temas universales, como la presencia de los pájaros en la literatura, el lado oscuro de los perros, pero también ronda la obra de José Martí, José Lezama Lima, Nicolás Guillén y Luis de Góngora.
En la novela gira siempre en torno a Cuba. “Todos los ingredientes literarios que exige la novela me obligan a moverme en un territorio muy conocido, que es Cuba; aunque ya no viva en la isla, sigo viviendo en ella. Sé que en Cuba soy un fantasma, literalmente he sido borrado de las listas, mis libros no están en las librerías, pero no me pueden quitar Cuba, la llevo en el alma, en la memoria y eso no es extirpable”, afirma el escritor que acepta que todas sus novelas son de corte sociopolítico porque no se ve escribiendo de extraterrestres o fantasía.
Un escritor con compromiso
“Yo sigo siendo ese niño de 12 años que se fue a las montañas a alfabetizar; sigo siendo el Comandante veneno, aunque después, políticamente, tuve mis diferencias con la Revolución Cubana”, señala el profesor de la Universidad Iberoamericana que se distanció de Cuba cuando el gobierno de Fidel Castro mandó fusilar a cuatro militares, uno de ellos héroe de la República: Arnaldo Ochoa. Tampoco está con los cubanos de Miami, es independiente.
“Mi sueño nació con la alfabetización y se perdió cuando mataron a Ochoa. A partir de ahí, construí otro sueño que cumplo con mi obra, dejar testimonio de mi vida, de Cuba y de mi experiencia cubana en la novela; y a través del ensayo, quiero dejar testimonio de la cultura universal”, reconoce Manuel Pereira.
Se dedica al magisterio porque a los 12 años, enseñando a campesinos que vivían en la Sierra Maestra, también supo que aprendía mucho de esos hombres rudos que cogían el lápiz y los rompían con sus manos de campesino.
En su nueva novela, que aparecerá en septiembre con el título Un viejo viaje, bajo el sello Textofilia, el protagonista, Lucio Gaytán, es un pintor y funcionario cubano que está sentado en la sala de espera del aeropuerto de Barajas con dos maletas llenas de shampú y pasta de dientes “que es lo que lleva siempre un cubano que salió de viaje”. “Va rumbo a La Habana pero lo que en realidad se plantea durante esa hora y media de espera es no regresar a Cuba. Es una larga reflexión llena de aventuras que se desarrollan dentro de su memoria, a lo largo de unos 20 años”, concluye el escritor.
Discípulo de José Lezama Lima y Alejo Carpentier, profesor universitario autodidacta que se forjó en el magisterio en Sierra Maestra cuando a los 12 años se hizo alfabetizador con la Revolución Cubana, novelista y ensayista, Manuel Pereira asegura “Yo soy un escritor social, me interesan las ideas y los conflictos sociales; soy producto de la Revolución que me enseñó a pensar así, aunque después me dijo que no debo pensar así. Yo sigo siendo coherente con el ideario de la Revolución Cubana, aunque ella ya no lo sea”.
Manuel Pereira (La Habana, 1948) anda el camino literario que le enseñó Lezama Lima durante sus largas conversaciones; se pensó poeta, pero con el tiempo se supo ensayista y novelista. Sus convicciones son distintas en cada género que cultiva. “En la novela soy más cubano, mis temas giran alrededor de Cuba, mientras que en el ensayo me despliego más, mis temas son más universales”, dice en entrevista el escritor.
Autor de varias novelas, como Insolación, El comandante veneno, y de libros de ensayo, como el más reciente, Biografía de un desayuno, publicado por Miguel Ángel Porrúa, Manuel Pereira sabe que en el ensayo abunda en temas universales, como la presencia de los pájaros en la literatura, el lado oscuro de los perros, pero también ronda la obra de José Martí, José Lezama Lima, Nicolás Guillén y Luis de Góngora.
En la novela gira siempre en torno a Cuba. “Todos los ingredientes literarios que exige la novela me obligan a moverme en un territorio muy conocido, que es Cuba; aunque ya no viva en la isla, sigo viviendo en ella. Sé que en Cuba soy un fantasma, literalmente he sido borrado de las listas, mis libros no están en las librerías, pero no me pueden quitar Cuba, la llevo en el alma, en la memoria y eso no es extirpable”, afirma el escritor que acepta que todas sus novelas son de corte sociopolítico porque no se ve escribiendo de extraterrestres o fantasía.
Un escritor con compromiso
“Yo sigo siendo ese niño de 12 años que se fue a las montañas a alfabetizar; sigo siendo el Comandante veneno, aunque después, políticamente, tuve mis diferencias con la Revolución Cubana”, señala el profesor de la Universidad Iberoamericana que se distanció de Cuba cuando el gobierno de Fidel Castro mandó fusilar a cuatro militares, uno de ellos héroe de la República: Arnaldo Ochoa. Tampoco está con los cubanos de Miami, es independiente.
“Mi sueño nació con la alfabetización y se perdió cuando mataron a Ochoa. A partir de ahí, construí otro sueño que cumplo con mi obra, dejar testimonio de mi vida, de Cuba y de mi experiencia cubana en la novela; y a través del ensayo, quiero dejar testimonio de la cultura universal”, reconoce Manuel Pereira.
Se dedica al magisterio porque a los 12 años, enseñando a campesinos que vivían en la Sierra Maestra, también supo que aprendía mucho de esos hombres rudos que cogían el lápiz y los rompían con sus manos de campesino.
En su nueva novela, que aparecerá en septiembre con el título Un viejo viaje, bajo el sello Textofilia, el protagonista, Lucio Gaytán, es un pintor y funcionario cubano que está sentado en la sala de espera del aeropuerto de Barajas con dos maletas llenas de shampú y pasta de dientes “que es lo que lleva siempre un cubano que salió de viaje”. “Va rumbo a La Habana pero lo que en realidad se plantea durante esa hora y media de espera es no regresar a Cuba. Es una larga reflexión llena de aventuras que se desarrollan dentro de su memoria, a lo largo de unos 20 años”, concluye el escritor.
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