Por lo menos diez inmuebles, entre casonas, escuelas monumentales y antiguas industrias se podrían derribar y dar paso a nuevas construcciones. Lagunas legales impiden su resguardo.
En el Centro de Monterrey existe una lista negra que amenaza a las construcciones del siglo XX con ser demolidas para dar paso a estacionamientos y edificios de oficinas o departamentos.
Casonas, viejas industrias, mercados y escuelas monumentales se encuentran en la mira de constructoras (en espera de un supuesto “repoblamiento” del Centro de Monterrey), las cuales ya han iniciado con la construcción de edificios de departamentos sobre la calle Doctor Coss y sobre la calle Allende, entre otras.
Entre los inmuebles que esperan su demolición están La Maderería Victoria (Calzada Madero y Ramón Corona), el Mercado del Norte (Colón y Juan N. Méndez); así como casonas distribuidas entre las calles Padre Mier, Abasolo, Diego de Montemayor y Washington, muchas en el perímetro del Barrio Antiguo. De ellas se incluyen la conocida Casa Guimbarda, la casa del general Lázaro Garza Ayala (quien telegrafió a Benito Juárez el triunfo mexicano sobre los franceses el 5 de mayo) así como la casona del general Robinson en la colonia Bella Vista.
“En los últimos meses diversas constructoras nos han manifestado interés en esos edificios, preguntándonos si están protegidos por el INAH, pues hay la intención de derribarlos para construir nuevos. Nosotros les hemos dicho que si son de antes del siglo XX podemos protegerlos; si no, nada podemos hacer”, comentó Benjamín Valdez Fernández, director de Obras del INAH en Nuevo León.
“Existe un sector muy amenazado, entre las calles Félix U. Gómez y Doctor Coss, así como entre Aramberri y Madero. Todo lo cercano al Paseo Santa Lucía se encuentra seriamente amenazado”, advirtió el funcionario.
Existen leyes para su resguardo. En el caso del Barrio Antiguo se cuenta con un reglamento de protección, el cual debe ser vigilado por un consejo ciudadano que ya no se reúne. Por otra parte, el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) se encarga de proteger estos inmuebles, pero no cuenta con oficina o delegación en los estados. En la Dirección de Patrimonio del Conarte también se deben tratar estos temas, pero sus directivos han asegurado “no contar con personal” para esa tarea.
“Para la protección de estas construcciones un parámetro puede ser la datación cronológica pero también la valoración del material constructivo; ambas deben ser complementarias para evaluar esto lo más acertadamente posible”, destacó quien participó en la restauración del Colegio Civil.
Desde hace días se ha manejado la versión de crear un consejo ciudadano que tenga fuerza jurídica para promover la preservación del patrimonio arquitectónico del siglo XX, dada la imposibilidad del INAH para resguardarlo.
“Necesitamos saber de leyes, de tener el apoyo de los abogados interesados en esto pero también se necesita voluntad política, porque si no esto será una lucha muy desgastante”, señaló Valdez.
En Texas, el gobierno condona los impuestos a las personas que buscan restaurar o proteger sus propiedades que cuenten con un valor histórico o estético.
“Una pérdida de identidad”
Hacer este llamado para la defensa del patrimonio no es ninguna exageración, expresó Juan Manuel Casas, autor del libro Panteones de El Carmen y Dolores: patrimonio cultural de Nuevo León. El llamado se viene haciendo desde 1984, fecha fatídica para los apasionados de la arquitectura, pues fue cuando ocurrió la destrucción de cuatro manzanas del centro para dar pie a la Macroplaza.
“No es alarmista; es la realidad pura y dura. Cuando a la gente le muestras fotos de las calles del Monterrey antiguo se ve que hay un paisaje uniforme, lo cual ya no existe. Esa era nuestra identidad y esa es la pérdida que lamentamos”, explicó el restaurador.
En su opinión, los proyectos que hablan de “repoblamiento” del centro de Monterrey son planes “quiméricos” dado que las calles no tienen la capacidad para albergar al nuevo tráfico, aunado a la pérdida del poco patrimonio arquitectónico con el que cuenta el estado.
Bajo su experiencia, Casas García aseguró que la principal línea de defensa en torno al patrimonio arquitectónico debe de venir de la sociedad, pues “a raíz de la falta de conciencia del ciudadano común, la mayor parte de las cosas se han destruido”.
Monterrey, NL
En el Centro de Monterrey existe una lista negra que amenaza a las construcciones del siglo XX con ser demolidas para dar paso a estacionamientos y edificios de oficinas o departamentos.
Casonas, viejas industrias, mercados y escuelas monumentales se encuentran en la mira de constructoras (en espera de un supuesto “repoblamiento” del Centro de Monterrey), las cuales ya han iniciado con la construcción de edificios de departamentos sobre la calle Doctor Coss y sobre la calle Allende, entre otras.
Entre los inmuebles que esperan su demolición están La Maderería Victoria (Calzada Madero y Ramón Corona), el Mercado del Norte (Colón y Juan N. Méndez); así como casonas distribuidas entre las calles Padre Mier, Abasolo, Diego de Montemayor y Washington, muchas en el perímetro del Barrio Antiguo. De ellas se incluyen la conocida Casa Guimbarda, la casa del general Lázaro Garza Ayala (quien telegrafió a Benito Juárez el triunfo mexicano sobre los franceses el 5 de mayo) así como la casona del general Robinson en la colonia Bella Vista.
“En los últimos meses diversas constructoras nos han manifestado interés en esos edificios, preguntándonos si están protegidos por el INAH, pues hay la intención de derribarlos para construir nuevos. Nosotros les hemos dicho que si son de antes del siglo XX podemos protegerlos; si no, nada podemos hacer”, comentó Benjamín Valdez Fernández, director de Obras del INAH en Nuevo León.
“Existe un sector muy amenazado, entre las calles Félix U. Gómez y Doctor Coss, así como entre Aramberri y Madero. Todo lo cercano al Paseo Santa Lucía se encuentra seriamente amenazado”, advirtió el funcionario.
Existen leyes para su resguardo. En el caso del Barrio Antiguo se cuenta con un reglamento de protección, el cual debe ser vigilado por un consejo ciudadano que ya no se reúne. Por otra parte, el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) se encarga de proteger estos inmuebles, pero no cuenta con oficina o delegación en los estados. En la Dirección de Patrimonio del Conarte también se deben tratar estos temas, pero sus directivos han asegurado “no contar con personal” para esa tarea.
“Para la protección de estas construcciones un parámetro puede ser la datación cronológica pero también la valoración del material constructivo; ambas deben ser complementarias para evaluar esto lo más acertadamente posible”, destacó quien participó en la restauración del Colegio Civil.
Desde hace días se ha manejado la versión de crear un consejo ciudadano que tenga fuerza jurídica para promover la preservación del patrimonio arquitectónico del siglo XX, dada la imposibilidad del INAH para resguardarlo.
“Necesitamos saber de leyes, de tener el apoyo de los abogados interesados en esto pero también se necesita voluntad política, porque si no esto será una lucha muy desgastante”, señaló Valdez.
En Texas, el gobierno condona los impuestos a las personas que buscan restaurar o proteger sus propiedades que cuenten con un valor histórico o estético.
“Una pérdida de identidad”
Hacer este llamado para la defensa del patrimonio no es ninguna exageración, expresó Juan Manuel Casas, autor del libro Panteones de El Carmen y Dolores: patrimonio cultural de Nuevo León. El llamado se viene haciendo desde 1984, fecha fatídica para los apasionados de la arquitectura, pues fue cuando ocurrió la destrucción de cuatro manzanas del centro para dar pie a la Macroplaza.
“No es alarmista; es la realidad pura y dura. Cuando a la gente le muestras fotos de las calles del Monterrey antiguo se ve que hay un paisaje uniforme, lo cual ya no existe. Esa era nuestra identidad y esa es la pérdida que lamentamos”, explicó el restaurador.
En su opinión, los proyectos que hablan de “repoblamiento” del centro de Monterrey son planes “quiméricos” dado que las calles no tienen la capacidad para albergar al nuevo tráfico, aunado a la pérdida del poco patrimonio arquitectónico con el que cuenta el estado.
Bajo su experiencia, Casas García aseguró que la principal línea de defensa en torno al patrimonio arquitectónico debe de venir de la sociedad, pues “a raíz de la falta de conciencia del ciudadano común, la mayor parte de las cosas se han destruido”.
Monterrey, NL
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