La mayoría de los cuadros son de formato pequeño, ya que el pintor desdeñó la obra mural; es decir, marcó su distancia de un trabajo de contenidos políticos, nacionalistas e intenciones educativas, y por añadidura del trabajo a gran escala.
La exposición retrospectiva "Agustín Lazo. Las cenizas quedan", que reúne por primera vez 100 obras del pintor mexicano, es una invitación para acercarse al trabajo de uno de los artistas más importantes de la primera mitad del siglo XX en México, autor de una obra onírica y poética, como la califica el curador James Oles.
La muestra permanecerá hasta abril en la sala de exposiciones temporales de la Colección Blaisten, del Centro Cultural Universitario Tlatelolco.
Las cenizas quedan incluye obras de un periodo que va de 1917, cuando Agustín Lazo era estudiante, hasta algunos cuadros de los años 40.
Así como alrededor de 30 dibujos que el artista realizó para teatro, entre escenografía y vestuario, propuestas creativas con las que colaboró en el Teatro de Ulises y el Teatro Orientación, donde se cultivaba una corriente experimental del arte escénico.
La mayoría de los cuadros son de formato pequeño, ya que el pintor desdeñó la obra mural; es decir, marcó su distancia de un trabajo de contenidos políticos, nacionalistas e intenciones educativas, y por añadidura del trabajo a gran escala.
De ahí que los cuadros más grandes que se exhiben en la muestra sean dos tableros de 1.50 metros, cuyo tema es la música.
Ambas piezas que por primera vez podrán apreciarse en conjunto, las realizó el pintor para la Embajada de España en México, en 1924.
Un aspecto importante en la obra de Lazo, que practicó con frecuencia y que pocos artistas realizaban, es la aplicación de la técnica del collage.
De estas piezas pueden admirarse cerca de 10 obras que creó a mediados de los años 30. Para realizarlos utilizaba revistas antiguas de finales del siglo XIX, como Mundo ilustrado. Recortaba las ilustraciones y las reorganizaba, las reescribía en escenas surrealistas.
Se trata de obras desconocidas por el público y que pocas veces pueden verse. De formato pequeño, para el curador son obras propositivas para su contexto, auténticamente surrealistas.
También se exhiben varias acuarelas que realizó a principios de los 30.
Trabajos detallados, complicados en cuanto a la pintura y la realización. Los temas, generalmente son vestuarios y escenografías. Entre ellas destaca un dibujó de la estatua del caballito de Manuel Tolsá, en el que el artista plasma a un caballo pequeño que corre dejando caer al Rey en el piso.
La exposición incluye algunos retratos de familiares del artista, del poeta Xavier Villaurrutia y de otros intelectuales; así como fotografías de época y una selección de libros ilustrados por Lazo.
Tras un recorrido por la exposición, una constante en la obra de Lazo es quizá la figura de los caballos, un símbolo que aparece una y otra vez como metáfora de la libertad y los sueños.
Ciudad de México
La exposición retrospectiva "Agustín Lazo. Las cenizas quedan", que reúne por primera vez 100 obras del pintor mexicano, es una invitación para acercarse al trabajo de uno de los artistas más importantes de la primera mitad del siglo XX en México, autor de una obra onírica y poética, como la califica el curador James Oles.
La muestra permanecerá hasta abril en la sala de exposiciones temporales de la Colección Blaisten, del Centro Cultural Universitario Tlatelolco.
Las cenizas quedan incluye obras de un periodo que va de 1917, cuando Agustín Lazo era estudiante, hasta algunos cuadros de los años 40.
Así como alrededor de 30 dibujos que el artista realizó para teatro, entre escenografía y vestuario, propuestas creativas con las que colaboró en el Teatro de Ulises y el Teatro Orientación, donde se cultivaba una corriente experimental del arte escénico.
La mayoría de los cuadros son de formato pequeño, ya que el pintor desdeñó la obra mural; es decir, marcó su distancia de un trabajo de contenidos políticos, nacionalistas e intenciones educativas, y por añadidura del trabajo a gran escala.
De ahí que los cuadros más grandes que se exhiben en la muestra sean dos tableros de 1.50 metros, cuyo tema es la música.
Ambas piezas que por primera vez podrán apreciarse en conjunto, las realizó el pintor para la Embajada de España en México, en 1924.
Un aspecto importante en la obra de Lazo, que practicó con frecuencia y que pocos artistas realizaban, es la aplicación de la técnica del collage.
De estas piezas pueden admirarse cerca de 10 obras que creó a mediados de los años 30. Para realizarlos utilizaba revistas antiguas de finales del siglo XIX, como Mundo ilustrado. Recortaba las ilustraciones y las reorganizaba, las reescribía en escenas surrealistas.
Se trata de obras desconocidas por el público y que pocas veces pueden verse. De formato pequeño, para el curador son obras propositivas para su contexto, auténticamente surrealistas.
También se exhiben varias acuarelas que realizó a principios de los 30.
Trabajos detallados, complicados en cuanto a la pintura y la realización. Los temas, generalmente son vestuarios y escenografías. Entre ellas destaca un dibujó de la estatua del caballito de Manuel Tolsá, en el que el artista plasma a un caballo pequeño que corre dejando caer al Rey en el piso.
La exposición incluye algunos retratos de familiares del artista, del poeta Xavier Villaurrutia y de otros intelectuales; así como fotografías de época y una selección de libros ilustrados por Lazo.
Tras un recorrido por la exposición, una constante en la obra de Lazo es quizá la figura de los caballos, un símbolo que aparece una y otra vez como metáfora de la libertad y los sueños.
Ciudad de México
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