Los dos escritores participaron en la Biblioteca Nacional de Perú en una conferencia-debate organizada por el Instituto Italiano de Cultura sobre Novela, cultura y sociedad
Dos eternos candidatos al Nobel de Literatura, el peruano Mario Vargas Llosa y el italiano Claudio Magris, coincidieron en Lima en que la mejor literatura de ficción no nace de la razón, sino del lado oscuro e irracional del ser humano.
Los dos escritores participaron en la Biblioteca Nacional de Perú en una conferencia-debate organizada por el Instituto Italiano de Cultura sobre "Novela, cultura y sociedad", en la que desgranaron algunas de sus ideas sobre la literatura y la sociedad, dado el carácter profundamente comprometido de ambos con su tiempo.
En esta reivindicación de lo irracional como germen de la mejor literatura, Magris lo comparó a "escribir con la mano o escribir con la cabeza" y, según él, los mejores escritores son los primeros, pues en ellos habita el genio, mientras los otros son los que se rigen por la inteligencia.
Para Vargas Llosa, la novela se escribe "con la totalidad humana", pero reconoció que "de la parte oscura y escondida" de su personalidad, que también llamó demonios y fantasmas, que "brota muchas veces una vivencia que da una riqueza mayor" a la literatura.
El peruano reivindicó la distinción entre los géneros literarios ahora tan discutidos, ya que para él el ensayo es "un gran esfuerzo de comprensión racional" de hechos, personas u obras literarias, mientras que la novela se escribe "con la razón humana, pero también con los fondos oscuros de los que somos vagamente conscientes y que al escribir van reflotando".
También reflexionaron sobre la construcción del tiempo en la literatura, mucho más compleja de lo que parece, y Magris comparó la labor del escritor, cuando trata de recomponer el fragmentario tiempo contemporáneo, con el hilo de Ariadna, el que servía para conducir a Teseo a la puerta del laberinto tejido por el Minotauro.
Vargas Llosa recordó que el tiempo literario, incluso en las obras clásicas, es siempre un artificio, pero "nunca arbitrario, sino necesario para la construcción del relato", y se mostró convencido de que muchas obras de ficción triunfan o fracasan por el buen o mal manejo de las sutilezas de la construcción temporal.
Subyugados por la figura de Ulises, los dos escritores pusieron de relieve no solo al Ulises-aventurero que todos los lectores sueñan con ser, sino también al Ulises-narrador que al regreso a Ítaca cuenta sus peripecias a Penélope y desliza exageraciones o incluso mentiras, es decir, una actitud por excelencia literaria.
Pero no solo de literatura versó el debate, ya que ambos fueron requeridos por el moderador, el escritor peruano Enrique Planas, para que se pronunciaran sobre problemas sociales contemporáneos, y concretamente el conflicto creciente entre la identidad occidental y la oriental que suponen las comunidades de emigrantes en Europa.
Magris recordó que para resolver el "miedo al otro" es fundamental una apertura y un diálogo, un permanente cuestionamiento de las ideas propias, pero trazando límites sobre los principios que consideró innegociables, como la igualdad de las personas.
Vargas Llosa se mostró de acuerdo, pero fue escéptico al "no ver una solución pronta y rápida" a los conflictos que crea el apego a las identidades colectivas, particularmente de las comunidades musulmanes en Europa, cuando colisionan con los derechos humanos.
Así, consideró que "grandes conquistas de la democracia se resquebrajan en nombre de la identidad", y puso como ejemplo el que existan reclamos abiertos para practicar cosas como los matrimonios negociados o la ablación del clítoris en nombre del respeto a la identidad y las tradiciones. Lima, Perú
Dos eternos candidatos al Nobel de Literatura, el peruano Mario Vargas Llosa y el italiano Claudio Magris, coincidieron en Lima en que la mejor literatura de ficción no nace de la razón, sino del lado oscuro e irracional del ser humano.
Los dos escritores participaron en la Biblioteca Nacional de Perú en una conferencia-debate organizada por el Instituto Italiano de Cultura sobre "Novela, cultura y sociedad", en la que desgranaron algunas de sus ideas sobre la literatura y la sociedad, dado el carácter profundamente comprometido de ambos con su tiempo.
En esta reivindicación de lo irracional como germen de la mejor literatura, Magris lo comparó a "escribir con la mano o escribir con la cabeza" y, según él, los mejores escritores son los primeros, pues en ellos habita el genio, mientras los otros son los que se rigen por la inteligencia.
Para Vargas Llosa, la novela se escribe "con la totalidad humana", pero reconoció que "de la parte oscura y escondida" de su personalidad, que también llamó demonios y fantasmas, que "brota muchas veces una vivencia que da una riqueza mayor" a la literatura.
El peruano reivindicó la distinción entre los géneros literarios ahora tan discutidos, ya que para él el ensayo es "un gran esfuerzo de comprensión racional" de hechos, personas u obras literarias, mientras que la novela se escribe "con la razón humana, pero también con los fondos oscuros de los que somos vagamente conscientes y que al escribir van reflotando".
También reflexionaron sobre la construcción del tiempo en la literatura, mucho más compleja de lo que parece, y Magris comparó la labor del escritor, cuando trata de recomponer el fragmentario tiempo contemporáneo, con el hilo de Ariadna, el que servía para conducir a Teseo a la puerta del laberinto tejido por el Minotauro.
Vargas Llosa recordó que el tiempo literario, incluso en las obras clásicas, es siempre un artificio, pero "nunca arbitrario, sino necesario para la construcción del relato", y se mostró convencido de que muchas obras de ficción triunfan o fracasan por el buen o mal manejo de las sutilezas de la construcción temporal.
Subyugados por la figura de Ulises, los dos escritores pusieron de relieve no solo al Ulises-aventurero que todos los lectores sueñan con ser, sino también al Ulises-narrador que al regreso a Ítaca cuenta sus peripecias a Penélope y desliza exageraciones o incluso mentiras, es decir, una actitud por excelencia literaria.
Pero no solo de literatura versó el debate, ya que ambos fueron requeridos por el moderador, el escritor peruano Enrique Planas, para que se pronunciaran sobre problemas sociales contemporáneos, y concretamente el conflicto creciente entre la identidad occidental y la oriental que suponen las comunidades de emigrantes en Europa.
Magris recordó que para resolver el "miedo al otro" es fundamental una apertura y un diálogo, un permanente cuestionamiento de las ideas propias, pero trazando límites sobre los principios que consideró innegociables, como la igualdad de las personas.
Vargas Llosa se mostró de acuerdo, pero fue escéptico al "no ver una solución pronta y rápida" a los conflictos que crea el apego a las identidades colectivas, particularmente de las comunidades musulmanes en Europa, cuando colisionan con los derechos humanos.
Así, consideró que "grandes conquistas de la democracia se resquebrajan en nombre de la identidad", y puso como ejemplo el que existan reclamos abiertos para practicar cosas como los matrimonios negociados o la ablación del clítoris en nombre del respeto a la identidad y las tradiciones. Lima, Perú
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