Arturo Suárez no fue el creador del concepto del periquete, sin embargo entre los escritores jaliscienses fue su más avezado cultivador, llegando a definir él mismo al periquete como “una frase corta de amplias pretensiones para la comunicación y la recreación verbales, que aspira de una manera optimista a convertirse en un mínimo (no podría ser de otra manera) género lírico de la cortedad”.
El epígrafe siempre es lo mejor, porque no es nuestro”, escribió en uno de sus lúcidos periquetes Arturo Suárez, mejor conocido como Arduro Suaves, escritor y colaborador de Radio Universidad de Guadalajara que firmó su última página el día de ayer, domingo 20 de diciembre al fallecer por la tarde debido a complicaciones derivadas de una insuficiencia renal y los problemas cardíacos que le aquejaban desde hace tiempo.
Arturo Suárez no fue el creador del concepto del periquete, sin embargo entre los escritores jaliscienses fue su más avezado cultivador, llegando a definir él mismo al periquete como “una frase corta de amplias pretensiones para la comunicación y la recreación verbales, que aspira de una manera optimista a convertirse en un mínimo (no podría ser de otra manera) género lírico de la cortedad”. El Periquetero Mayor, como lo llamaba David Guerrero fue miembro fundador del Club de Periqueteros Solitarios de Occidente, Asociación Banal. Tertulia en la que compartió su gusto por las formas literarias breves donde la ironía, la inteligencia y la cultura asoman sus cualidades, con amigos y autores como Óscar Tagle, Felipe Ponce, Luz Balam y Zelene Bueno.
Desde el año 2000, Suárez publicó una compilación de periquetes literarios conocida como Canutero, dedicada al invitado de honor de la Feria Internacional del Libro (FIL). El escritor presentó el 2 de diciembre pasado, durante la FIL su Canutero de Los Ángeles y otros Querubines, Raúl Bañuelos, poeta amigo de Suárez recuerda que “fue presentado por Ángel Ortuño. Y se encontraba lúcido y contento”. Esa misma noche fue ingresado en el hospital, debido a una recaída, según recuerda el conductor del programa Señales de Humo, Alfredo Sánchez.
Durante el homenaje que la Unidad de Vinculación y Difusión de la Universidad de Guadalajara y de la Fundación UdeG le rindieron el 8 de octubre del 2008, Suárez recordó que aquellos periquetes dedicados a los temas científicos se deberían denominar “cientifiquetes” así como los de temática literaria debían ser llamados “literetes”. Raúl Bañuelos, poeta y amigo de Arturo, al conocer la noticia del fallecimiento del escritor compartió sus recuerdos sobre la convalecencia de Suárez. “Lo fui a ver el pasado domingo, ya que le iban a cambiar el catéter que tenía, y no pude verlo. Y ya no lo volví a ver”, rememoró.
El autor de Bebo mi limpia sed, narró su último encuentro con el amigo de las tertulias, el divulgador del periquete: “Fue el sábado de la semana pasada, estaba tranquilo. Platicamos largo rato, luego se durmió. Raúl Aceves también estaba presente. Continuamos la plática entre nosotros y Margarita su esposa. Arturo volvió a despertar, y nos dijo que nos estaba escuchando”.
Arturo Suárez dejó a la ciudad de Guadalajara y su vida cultural sin la puntualidad de sus breves textos, sin el humor de su inteligencia. Los periqueteros de la ciudad podrán decir hoy como lo escribió el propio Arturo antes en uno de sus tantos literetes: “quiero escribir, pero me falta tinta”.
Literetes:
La policía no lee ni novelas policíacas.
Ya le dicen “ensayo” a dos cuartillas.
Dostoievski hoy: crimen y vista gorda.
Hizo de su vida un folletín por entregas.
Si Ovidio, Horacio y Virgilio vivieran en Los Ángeles, serían doblemente latinos.
Ya le dicen “cuento” a veinte mil pesos frustrados.
El perseguidor y otros guaruras
Guadalajara, Jal.
El epígrafe siempre es lo mejor, porque no es nuestro”, escribió en uno de sus lúcidos periquetes Arturo Suárez, mejor conocido como Arduro Suaves, escritor y colaborador de Radio Universidad de Guadalajara que firmó su última página el día de ayer, domingo 20 de diciembre al fallecer por la tarde debido a complicaciones derivadas de una insuficiencia renal y los problemas cardíacos que le aquejaban desde hace tiempo.
Arturo Suárez no fue el creador del concepto del periquete, sin embargo entre los escritores jaliscienses fue su más avezado cultivador, llegando a definir él mismo al periquete como “una frase corta de amplias pretensiones para la comunicación y la recreación verbales, que aspira de una manera optimista a convertirse en un mínimo (no podría ser de otra manera) género lírico de la cortedad”. El Periquetero Mayor, como lo llamaba David Guerrero fue miembro fundador del Club de Periqueteros Solitarios de Occidente, Asociación Banal. Tertulia en la que compartió su gusto por las formas literarias breves donde la ironía, la inteligencia y la cultura asoman sus cualidades, con amigos y autores como Óscar Tagle, Felipe Ponce, Luz Balam y Zelene Bueno.
Desde el año 2000, Suárez publicó una compilación de periquetes literarios conocida como Canutero, dedicada al invitado de honor de la Feria Internacional del Libro (FIL). El escritor presentó el 2 de diciembre pasado, durante la FIL su Canutero de Los Ángeles y otros Querubines, Raúl Bañuelos, poeta amigo de Suárez recuerda que “fue presentado por Ángel Ortuño. Y se encontraba lúcido y contento”. Esa misma noche fue ingresado en el hospital, debido a una recaída, según recuerda el conductor del programa Señales de Humo, Alfredo Sánchez.
Durante el homenaje que la Unidad de Vinculación y Difusión de la Universidad de Guadalajara y de la Fundación UdeG le rindieron el 8 de octubre del 2008, Suárez recordó que aquellos periquetes dedicados a los temas científicos se deberían denominar “cientifiquetes” así como los de temática literaria debían ser llamados “literetes”. Raúl Bañuelos, poeta y amigo de Arturo, al conocer la noticia del fallecimiento del escritor compartió sus recuerdos sobre la convalecencia de Suárez. “Lo fui a ver el pasado domingo, ya que le iban a cambiar el catéter que tenía, y no pude verlo. Y ya no lo volví a ver”, rememoró.
El autor de Bebo mi limpia sed, narró su último encuentro con el amigo de las tertulias, el divulgador del periquete: “Fue el sábado de la semana pasada, estaba tranquilo. Platicamos largo rato, luego se durmió. Raúl Aceves también estaba presente. Continuamos la plática entre nosotros y Margarita su esposa. Arturo volvió a despertar, y nos dijo que nos estaba escuchando”.
Arturo Suárez dejó a la ciudad de Guadalajara y su vida cultural sin la puntualidad de sus breves textos, sin el humor de su inteligencia. Los periqueteros de la ciudad podrán decir hoy como lo escribió el propio Arturo antes en uno de sus tantos literetes: “quiero escribir, pero me falta tinta”.
Literetes:
La policía no lee ni novelas policíacas.
Ya le dicen “ensayo” a dos cuartillas.
Dostoievski hoy: crimen y vista gorda.
Hizo de su vida un folletín por entregas.
Si Ovidio, Horacio y Virgilio vivieran en Los Ángeles, serían doblemente latinos.
Ya le dicen “cuento” a veinte mil pesos frustrados.
El perseguidor y otros guaruras
Guadalajara, Jal.
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