Por:Francisco Medina
El 28 de noviembre, en el San Pedro Museo de Arte de la ciudad de Puebla, Sergio Berlioz dirigió el estreno mundial de su tercera sinfonía “Las pieles de la memoria”, opus 38. Es una obra que en sus tres movimientos, habla de un manantial que presiente al río, los restos de un naufragio y un canto al sol en un discurso tenso y dramático que transmite la alegría de sabernos vivos, en el ahora y presente en una danza de y por la vida.
De Sergio Berlioz, joven compositor mexicano pueden señalarse grandes cualidades, no sólo de su inspirada obra musical, sino también de su profunda vocación docente y como ser humano. En alguna ocasión Gerardo Kleinburg, un importante crítico musical ha señalado que “la música de Sergio Berlioz es la más bella escrita en México después de Revueltas y Chávez”, y también el maestro Juan Arturo Brenan dijo con respecto al estreno de su Poema Sinfónico en 2003 que lleva por título “Toledo, la ciudad de las generaciones”, que “la música estaba soberbiamente orquestada. Sergio Berlioz es un orquestador nato”.
“A mí me importa comunicar cosas, mi música es melódica, es muy transparente. Como dice Mario Lavista, es consonante, no tonal, emparentada en algunas características con la música de Shostakovich y Sibelius, y con la de Mahler en estructura, como grandes formas musicales, como un todo, con la idea de decir grandes cosas. Es crear un mundo”, refiere el autor de “Las pieles de la memoria”.
La gente que escuchó en Puebla la presentación de la Tercera Sinfonía asegura que tiene un sonido sólido, coherente como un gran todo. Al respecto, el propio Sergio Berlioz destaca que en ella, al igual que en sus ocho cuartetos de cuerda, sus poemas sinfónicos, sus conciertos, particularmente el de oboe, el de guitarra y violonchelo, crea un mundo entero, con sus habitantes, sus mares, montañas y sus cielos.
“No escribo para divertir a nadie. Mi música habla de dolor con mucho dramatismo, y casi siempre se resuelve en un triunfo a la vida con un carácter poco común en nuestros tiempos: la épica, que actualmente está en desuso. Ya no hay héroes, sólo antihéroes. En nuestra época no hay afirmaciones, hay dudas permanentes. Todo es paradójico, frustrante, desechable y caduco.
“Arte que no apuesta a una belleza permanente, a verdades eternas. Que no apuesta a sobrevivir la vida de su propio creador, o la exposición, o la primera lectura, o la primera audición. Obra efímera. Mi música apuesta a lo contrario, a verdades más permanentes, más absolutas, y eso encuentra la gente que la escucha constantemente, y estoy muy orgulloso porque en mi tercera sinfonía alcancé lo que quería decir.
“En el concierto presentado el 28 de noviembre la Orquesta Sinfónica de Puebla sonó formidablemente bien —señala Berlioz—. La había dirigido hace dos años y medio y actualmente tienen un nivel excelente. Su director titular, Alfredo Ibarra, (quien dirigió anteriormente a la del Instituto Politécnico Nacional y a Orquesta Sinfónica de Michoacán), la ha revitalizado, pulido y elevado a una de las mejores del país. Sólo hubo cuatro ensayos, es decir 12 horas efectivas para una hora con 40 minutos de concierto, y sin embargo, gracias al nivel de la orquesta se trabajó en un óptimo rendimiento que se tradujo en un muy buen nivel, particularmente en la interpretación de la obertura de la ópera “Los maestros cantores de Nuremberg” de Richard Wagner y mi obra”.
Cabe señalar que de su autoría también se presentó su Zarabanda para cuerdas, opus 43, y el pianista poblano Enrique Castillo interpretó el concierto para piano y orquesta número 5 “Emperador”, de Ludwig Van Beethoven.
En su tercera sinfonía Sergio Berlioz plasma elementos autobiográficos. Es una danza de y por la vida que en su primer movimiento que lleva por título “la barca en altamar”, retrata a su pequeña hija Smadar, nombre tomado de una obra que le causó gran impresión, “El Cantar de los Cantares” y que en hebreo significa el florecer del fruto de la vid, la flor de la uva, y que describe el sentimiento que le produjo tener a su hija en sus brazos. Y sobre esta obra, La esquina del blues y otras músicas continuará próximamente…
Toda obra artística es una autobiografía en muchos sentidos, aunque conocer la vida íntima de un creador no garantiza tenerlo. En el caso de la tercera sinfonía “Las pieles de la memoria”, opus 38, de Sergio Berlioz, se plasma la esencia de su vida. El tercer movimiento es un canto a la vida, es una gran danza de y por la vida.
La obra se presentó a fines de noviembre en el San Pedro Museo de Arte, sede de la Orquesta Sinfónica de Puebla, donde de abril a diciembre realiza su temporada con un aforo gratuito para mil localidades, aunque en el caso del estreno mundial de esta sinfonía se dispusieron mil 300 asientos que resultaron insuficientes para los asistentes de la entidad y visitantes del Distrito Federal, Oaxaca, Morelos, Querétaro y Guanajuato, ya que 200 personas permanecieron de pie.
Las pieles de la memoria presenta una sucesión de danzas casi delirantes, en las que se hace patente la necesidad de salir avante. El tercer movimiento retrata esa búsqueda frenética en la que a veces, lo que se encuentra es aún más complicado. Esta sinfonía “habla de dolor y a la vez de esperanza. Es una de mis obras más personales —explica Sergio Berlioz—, la pensaba mucho antes de estrenarla y cuando la programé, lo repensé varias veces porque la obra es un atado de tensiones, pero al ensayarla con la orquesta me di cuenta de que había una gran gama de emociones que me sorprendió como compositor, porque todo lo que me propuse está bien orquestado y plasmado”.
Sobre el ámbito de la composición en México, Berlioz señala que existen compositores muy importantes a quienes conoce y respeta, pero reconoce: “no pertenezco ni a la camarilla de Mario Lavista ni a la de Julio Estrada. No soy amigo de Gabriela Ortiz ni de Ana Lara. Son compañeros que respeto y admiro aunque no estoy seguro si ellos respeten o admiren a alguien. Jamás han hablado de mí hasta donde yo sé ni bien ni mal, y yo me he llenado la boca de alabanzas a todos ellos en México y en el extranjero. Cuando he dado mis conferencias, he hablado maravillas de su música.
“He estrenado obras de diferentes compositores mexicanos y de otros países y al mismo tiempo, yo no recibo la atención de otras personas que han programado mi música. Ante semejante egoísmo y cerrazón de visión, no me preocupa entrar juegos y camarillas. Jamás me van a acusar de haber hablado mal de ellos porque no tengo nada malo que decir.
“En México hay grandes compositores —continúa—. Algunos no tienen un alto rendimiento, o como dice Pierre Boulez, un dominio del oficio. Yo lo he ido puliendo y adquiriendo a lo largo de los años. Nunca estudié formalmente composición aunque estuve en el taller de Julio Estrada en el que adquirí muchos conocimientos de la vanguardia, la cual no me interesa como tal. A mí me interesa escribir la música que me da la gana, con la que me siento contento y con la que no le tengo que dar cuentas a nadie más que a mí. Mi música tiene una fuerte concordancia con elementos del pasado, con mis maestros y mis padres espirituales, pero no es la música de ellos. No recaliento nada. Tiene características muy bien perfiladas. No pretendo otra cosa, no escribo por efecto ni por encargo. Toda mi música es necesaria para mí”.
La música de Sergio Berlioz tiene un fuerte sentido romántico. Busca lirismo, expresividad.. Es delirante, tiene muchísima pasión y es fuertemente emocional.. Se aleja del ideario antiromántico que ponderó Igor Stravinsky.
“No estoy buscando efectos. Cuando necesito algún recurso lo empleo por necesidades expresivas.. Yo quiero decir cosas concretas y las digo. Eso me ha permitido crear una obra sólida. En mi caso, me gusta ser concreto cuando digo algo en lo personal y también en la producción artística”. El ideario de su obra es expresar un conjunto de ideas, tal como lo hizo Beethoven a partir de su tercera sinfonía, la Heróica, y en ese sentido manifiesta:
“La música del siglo XX rompió con ese ideario romántico y le funcionó a mucha gente pero a mí no. Esa música ontinúa en una torre de babel, de ambigüedades, falta de sentido, no existe la permanencia y para qué preocuparnos por hacer obras perdurables. Hay un permiso para hacer basura, cosas inservibles, caducas y yo, obstinado, romántico, esperanzador, digo que lo único que nos redime a la vida es el arte, el amor al ser humano y a sus valores, los del pensamiento griego, la civilización romana y la ética judía, y lo restablezco a través de mi obra, de mi ejercicio profesional y personal”.
Sergio Berlioz tiene la capacidad de componer orquestando, casi no hace bosquejos, directamente escribe la partitura orquestal. Actualmente planea para 2010 un concierto para violín, trabaja en un aria para soprano y orquesta de cuerdas, un ciclo de canciones para soprano y piano y posiblemente estrenará en París un concierto para guitarra. El cuarteto de la Universidad de Michigan también interpretará sus cuartetos para cuerda, y durante el próximo año, en México se continuarán tocando sus obras.
Y por si fuera poco, además de sus artículos y sus participaciones radiofónicas, en 2010 continuará su ciclo de conferencias de los miércoles a las 19 horas en Casa Lamm (Álvaro Obregón 99 esquina Orizaba, colonia Roma, en México, D.F., teléfonos 55144899 y 5525 3938), en el que abordará a partir del 13 de enero la segunda parte del ciclo “Música y Ballet: a cien años de los ballet rusos. Del Lago de los Cisnes a Espartaco”.
Cabe señalar que en este ciclo analizará el ballet en la ópera así como las obras Sheherezada de Nicolás Rimsky-Korsakov en coreografía de Fokine; Maurice Béjart y su Ballet du XXe Siecle; Sueños de Bamboo de Arvo Pärt; El niño de los sortilegios de Maurice Ravel; Romeo y Julieta de Sergei Prokofiev y Espartaco de Aran Kachaturian, y concluirá esa temporada, con un concierto didáctico de música barroca el 24 de marzo, en el que el maestro Berlioz dirigirá al Ensamble Contemporáneo Independiente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario