El mundo literario es machista y eso se refleja en una “acumulación” de hombres en los jurados y los ganadores de premios, a pesar de que las mujeres escriben tanto y tan bien como ellos, según la escritora chilena Isabel Allende
Esa dinámica se observa generalmente en que en el otorgamiento de los premios participan, como jurado, aquellos que los han ganado antes “y así se van acumulando hombres”, dice en entrevista la autora de La casa de los espíritus.
“Siempre estas cosas han estado tradicionalmente en manos de hombres: la crítica, las editoriales, los profesores de literatura”, asegura la escritora de 67 años, autora de una veintena de obras traducidas a 27 idiomas.
Allende suena como posible candidata al Premio Nacional de Literatura en 2010 y este año también figuró, por primera vez, entre los candidatos al Premio Cervantes, que finalmente ganó el mexicano José Emilio Pacheco. Son dos galardones que en conjunto solo suman a cinco ganadoras.
A juicio de Allende, “todavía es muy difícil para una mujer que la respeten y la reconozcan en el plano intelectual y en el plano de la literatura”.
Pese a que acumula una treintena de premios, para la también autora de De amor y sombra, en literatura una mujer “tiene que hacer el doble o el triple de esfuerzo para obtener la mitad del reconocimiento que un hombre”.
Para Isabel Allende (Lima, 1942) , superar ese machismo pasa “por hablar del tema, ponerlo sobre la mesa, hay que discutir sobre las cosas que uno quiere cambiar”, pero lamenta que hasta ahora “a nadie le importa (el tema)”.
Su postura
Los premios, “¿para qué son? Los premios honran a quien lo da, más que a quien lo recibe”, considera. “No voy a ganar el Premio Nacional, quienes lo dan son los mismos que me odian”, dice en alusión a la inquina que le tiene un sector de la crítica local, que la juzga, en su opinión, no por lo que escribe sino por su apellido o porque la catalogan como una escritora comercial.
“La gente compra porque sigue a un autor o porque le gustan los libros, o porque se recomienda de boca a boca. Lo demás, es pensamiento mágico”, dice la escritora, quien se queja de que en Chile hay una suerte de envidia que lleva a tratar “de tirar a todo aquel que no sea futbolista y sobresale de la media”.
La escritora, que vive en San Francisco, considera que su obra tiene como constante a la mujer. “Me ha tocado hablar mucho de la temática de la mujer, en un tiempo, en un espacio en el que su presencia era muy pobre, no había casi escritoras en el boom de la literatura latinoamericana”, recuerda.
Ello, dice, a pesar de que había muchas mujeres escribiendo, pero eran hombres los que conformaron el boom; los personajes femeninos en esas novelas a menudo eran estereotipos. “He contribuido, junto con otras mujeres a darle voz al personaje femenino”, afirma. Santiago de Chile
Esa dinámica se observa generalmente en que en el otorgamiento de los premios participan, como jurado, aquellos que los han ganado antes “y así se van acumulando hombres”, dice en entrevista la autora de La casa de los espíritus.
“Siempre estas cosas han estado tradicionalmente en manos de hombres: la crítica, las editoriales, los profesores de literatura”, asegura la escritora de 67 años, autora de una veintena de obras traducidas a 27 idiomas.
Allende suena como posible candidata al Premio Nacional de Literatura en 2010 y este año también figuró, por primera vez, entre los candidatos al Premio Cervantes, que finalmente ganó el mexicano José Emilio Pacheco. Son dos galardones que en conjunto solo suman a cinco ganadoras.
A juicio de Allende, “todavía es muy difícil para una mujer que la respeten y la reconozcan en el plano intelectual y en el plano de la literatura”.
Pese a que acumula una treintena de premios, para la también autora de De amor y sombra, en literatura una mujer “tiene que hacer el doble o el triple de esfuerzo para obtener la mitad del reconocimiento que un hombre”.
Para Isabel Allende (Lima, 1942) , superar ese machismo pasa “por hablar del tema, ponerlo sobre la mesa, hay que discutir sobre las cosas que uno quiere cambiar”, pero lamenta que hasta ahora “a nadie le importa (el tema)”.
Su postura
Los premios, “¿para qué son? Los premios honran a quien lo da, más que a quien lo recibe”, considera. “No voy a ganar el Premio Nacional, quienes lo dan son los mismos que me odian”, dice en alusión a la inquina que le tiene un sector de la crítica local, que la juzga, en su opinión, no por lo que escribe sino por su apellido o porque la catalogan como una escritora comercial.
“La gente compra porque sigue a un autor o porque le gustan los libros, o porque se recomienda de boca a boca. Lo demás, es pensamiento mágico”, dice la escritora, quien se queja de que en Chile hay una suerte de envidia que lleva a tratar “de tirar a todo aquel que no sea futbolista y sobresale de la media”.
La escritora, que vive en San Francisco, considera que su obra tiene como constante a la mujer. “Me ha tocado hablar mucho de la temática de la mujer, en un tiempo, en un espacio en el que su presencia era muy pobre, no había casi escritoras en el boom de la literatura latinoamericana”, recuerda.
Ello, dice, a pesar de que había muchas mujeres escribiendo, pero eran hombres los que conformaron el boom; los personajes femeninos en esas novelas a menudo eran estereotipos. “He contribuido, junto con otras mujeres a darle voz al personaje femenino”, afirma. Santiago de Chile
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