La capital alemana recuerda los 90 años del movimiento de vanguardia identificado con la utopía y la estética de lo funcional. La muestra reúne más de mil objetos
El museo Martin Gropius de Berlín abrió hoy la exposición El Modelo Bauhaus, una retrospectiva consagrada al movimiento vanguardista identificado con la utopía, la linealidad y la estética de lo funcional, desde su nacimiento hace 90 años hasta que el nazismo lo envió al exilio, en 1933.
De su fundación en 1919 por Walter Gropius, en Weimar (este de Alemania), al traslado y apertura de la Escuela Bauhaus a la vecina ciudad de Dessau, en 1925, a las redadas nazis en Berlín, en 1933: la muestra berlinesa recorre el origen de un movimiento cuyo sello quedó impregnado en la arquitectura y diseño modernos.
Se trata de la primera exposición surgida del esfuerzo coordinado de las tres instituciones que tutelan el legado Bauhaus en Alemania -la Fundación Clásicos de Weimar, su homóloga de Dessau y el Archivo Bauhaus de Berlín-, que estará en Berlín hasta octubre tras lo cual viajará al MoMA de Nueva York.
Incluye más de mil objetos, desde el mobiliario legendario de Marcel Breuer a maquetas de edificios diseñados por Walter Gropius para la municipalidad de Dessau, a los rompedores diseños del maestro de la nueva arquitectura Miers van der Rohe.
Recorre asimismo las múltiples ramificaciones del movimiento y su influencia en corrientes artísticas que van del expresionismo, al futurismo o el dadaísmo, con Wassily Kandinsky y Paul Klee como máximos exponentes.
El lugar elegido para la exposición es el museo Martin Gropius -tío abuelo de Walter Gropius-, un edificio de corte neoclásico del siglo XIX claramente en las antípodas de lo que se identifica como Bauhaus.
El edificio perteneció a los Gropiu y el fundador del movimiento se encargó de salvarlo de su demolición, en 1946, tras haber quedado en pie después los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial.
La Neue National Gallerie, obra de Mies van der Rohe y exponente del culto a la línea pura, habría tenido una mayor relación con la revolución que representó Bauhaus en la arquitectura moderna.
Con la elección del Martin Gropius se rinde homenaje a los orígenes y evoca los avatares históricos de un movimiento crecido en la República de Weimar y al que el nazismo dio, involuntariamente, el impulso internacional definitivo al mandar a muchos de sus máximos creadores al exilio.
"Aquí, en Berlín, trató aún Mies van der Rohe de salvar el movimiento y resistir el embate del Tercer Reich transformando su escuela en privada. Fracasó, pero ni aún así logró el nazismo su objetivo de acabar con él", recordó el presidente de la Fundación Weimar, Helmut Seeman.
La Escuela Bauhaus tuvo que trasladarse de Weimar a Dessau por presiones de las fuerzas vivas conservadoras, en 1925, y fue cerrada por decreto de las autoridades nazis en 1932. Mies van der Rohe trató de mantenerla en pie en Berlín, pero tras varias redadas sucumbió y marchó, como tantos colegas, al exilio.
La exposición de Berlín tiene un recorrido cronológico y a la vez cromático por la historia del movimiento. Se abre en los años fundacionales bajo el signo del color amarillo y se cierra en 1933, con el negro representado por la llegada al poder de Adolf Hitler.
Se queda a las puertas la dimensión adquirida tras el exilio y su expansión, no sólo a EEUU, sino al resto de Europa e Israel.
Berlín completa con esa muestra la ronda conmemorativa del 90 aniversario iniciada en los meses pasados en Weimar y Dessau.
La capital alemana se ha reservado el honor de tener un "verano Bauhaus" tras la primavera centrada en Weimar y Dessau.
Weimar abrió el fuego, en marzo, con la muestra "Das Bauhaus kommt" -"Viene Bauhaus"-, repartida entre varios edificios de la ciudad, como el museo Goethe.
Le siguió una doble exposición en Dessau, en los edificios de acero, hormigón y cristal característicos del estilo Bauhaus y diseñados por Gropius.
La muestra dio ocasión para visitar el complejo de edificios de la Escuela de Dessau que, tras quedar cerrados como tales por el nazismo, sufrió los estragos de la Segunda Guerra Mundial, mientras en la posguerra, las autoridades germano-orientales remozaron sus partes dañadas sin demasiada fidelidad.
A esa primera recuperación siguió otra en los 70, tampoco muy fiel, hasta que en los 90, tras la reunificación alemana, se procedió a su completa restauración según los planos de Gropius, reconocida por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad. Berlín, Alemania/EFE (El Universal)
De su fundación en 1919 por Walter Gropius, en Weimar (este de Alemania), al traslado y apertura de la Escuela Bauhaus a la vecina ciudad de Dessau, en 1925, a las redadas nazis en Berlín, en 1933: la muestra berlinesa recorre el origen de un movimiento cuyo sello quedó impregnado en la arquitectura y diseño modernos.
Se trata de la primera exposición surgida del esfuerzo coordinado de las tres instituciones que tutelan el legado Bauhaus en Alemania -la Fundación Clásicos de Weimar, su homóloga de Dessau y el Archivo Bauhaus de Berlín-, que estará en Berlín hasta octubre tras lo cual viajará al MoMA de Nueva York.
Incluye más de mil objetos, desde el mobiliario legendario de Marcel Breuer a maquetas de edificios diseñados por Walter Gropius para la municipalidad de Dessau, a los rompedores diseños del maestro de la nueva arquitectura Miers van der Rohe.
Recorre asimismo las múltiples ramificaciones del movimiento y su influencia en corrientes artísticas que van del expresionismo, al futurismo o el dadaísmo, con Wassily Kandinsky y Paul Klee como máximos exponentes.
El lugar elegido para la exposición es el museo Martin Gropius -tío abuelo de Walter Gropius-, un edificio de corte neoclásico del siglo XIX claramente en las antípodas de lo que se identifica como Bauhaus.
El edificio perteneció a los Gropiu y el fundador del movimiento se encargó de salvarlo de su demolición, en 1946, tras haber quedado en pie después los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial.
La Neue National Gallerie, obra de Mies van der Rohe y exponente del culto a la línea pura, habría tenido una mayor relación con la revolución que representó Bauhaus en la arquitectura moderna.
Con la elección del Martin Gropius se rinde homenaje a los orígenes y evoca los avatares históricos de un movimiento crecido en la República de Weimar y al que el nazismo dio, involuntariamente, el impulso internacional definitivo al mandar a muchos de sus máximos creadores al exilio.
"Aquí, en Berlín, trató aún Mies van der Rohe de salvar el movimiento y resistir el embate del Tercer Reich transformando su escuela en privada. Fracasó, pero ni aún así logró el nazismo su objetivo de acabar con él", recordó el presidente de la Fundación Weimar, Helmut Seeman.
La Escuela Bauhaus tuvo que trasladarse de Weimar a Dessau por presiones de las fuerzas vivas conservadoras, en 1925, y fue cerrada por decreto de las autoridades nazis en 1932. Mies van der Rohe trató de mantenerla en pie en Berlín, pero tras varias redadas sucumbió y marchó, como tantos colegas, al exilio.
La exposición de Berlín tiene un recorrido cronológico y a la vez cromático por la historia del movimiento. Se abre en los años fundacionales bajo el signo del color amarillo y se cierra en 1933, con el negro representado por la llegada al poder de Adolf Hitler.
Se queda a las puertas la dimensión adquirida tras el exilio y su expansión, no sólo a EEUU, sino al resto de Europa e Israel.
Berlín completa con esa muestra la ronda conmemorativa del 90 aniversario iniciada en los meses pasados en Weimar y Dessau.
La capital alemana se ha reservado el honor de tener un "verano Bauhaus" tras la primavera centrada en Weimar y Dessau.
Weimar abrió el fuego, en marzo, con la muestra "Das Bauhaus kommt" -"Viene Bauhaus"-, repartida entre varios edificios de la ciudad, como el museo Goethe.
Le siguió una doble exposición en Dessau, en los edificios de acero, hormigón y cristal característicos del estilo Bauhaus y diseñados por Gropius.
La muestra dio ocasión para visitar el complejo de edificios de la Escuela de Dessau que, tras quedar cerrados como tales por el nazismo, sufrió los estragos de la Segunda Guerra Mundial, mientras en la posguerra, las autoridades germano-orientales remozaron sus partes dañadas sin demasiada fidelidad.
A esa primera recuperación siguió otra en los 70, tampoco muy fiel, hasta que en los 90, tras la reunificación alemana, se procedió a su completa restauración según los planos de Gropius, reconocida por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad. Berlín, Alemania/EFE (El Universal)
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