Fernando M. González, miembro del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM y autor de La Iglesia del silencio, opina que en este Bicentenario la Guerra Cristera “no tiene nada que hacer”
La Guerra Cristera (1926-1929) es quizás uno de los episodios más tergiversados en la historia de México, en el cual se tocó una de las fibras más sensibles del pueblo mexicano: su creencia en Dios, como asegura el investigador Fernando M. González.
Miembro del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM, González analiza en su libro La Iglesia del silencio (Tusquets, 2009) la conversión histórica que ha realizado la Iglesia mexicana sobre los llamados “mártires” de la Guerra Cristera, que tanto los gobiernos priístas como panistas se han visto en la “urgencia” de legitimizar.
“A éstos (los “mártires”) se les ha dejado la sangre pero les limpian la pólvora para que no aparezca la parte que muchos de ellos tomaron o aceptaron tomar las armas”, explica el investigador.
La llamada Guerra Cristera fue una guerra civil que se registró en México de 1926 a 1929, cuando el gobierno de Plutarco Elías Calles rompió relaciones con la Iglesia, lo que se agravó por la suspensión de los cultos religiosos por orden del gobierno y el alzamiento armado de párrocos, sacerdotes y feligreses. El conflicto arrojó cerca de 70 mil muertes.
“La tercera promoción de mártires de la Cristiada lo que hace es reforzar toda esta mirada de hace 80 años de la actividad episcopal sólo que de otra manera, ahora utilizando a los mártires, mártires que optaron tomar las armas o que otros las tomaron por ellos, se convirtieron a partir de las beatificaciones en pacíficos heraldos de la paz”, analizó González.
Pero no sólo con la beatificación de los “mártires” la Iglesia –en primera instancia, y después los partidos– ha buscado manipular la historia para moldearla a su conveniencia sino que se han venido realizando algunas otras acciones, como la construcción de templos dedicados a los llamados “santos cristeros” en diversos estados del país. “Lo vimos con Zedillo, que fue a inaugurar la catedral de Ecatepec rodeado de una cúpula política y episcopal”, reseñó González.
La legitimización de los mártires cristeros también se dio en la inauguración que hiciera Felipe Calderón en el VI Encuentro Mundial de las Familias al dar la bienvenida a los cardenales “a la tierra de María de Guadalupe y de los mártires cristeros”.
A decir del investigador, ésta es la alternativa que tiene el actual partido en el poder de utilizar íconos históricos para la comunión con la sociedad, dado que el PRI y el PRD “tienen monopolizado” el panteón de héroes nacionales: Zapata, Villa, Juárez y Obregón.
Al acercarse las fechas de las conmemoraciones por los 200 años del inicio de la Independencia y los 100 del inicio de la Revolución, Fernando M. González señaló que ha habido “algunos intentos marginales” del actual Gobierno por incluir a la Guerra Cristera dentro de los festejos. “El PAN tiene muy poco que hacer en este panteón de los líderes simbólicos de la patria, por eso se habla de los mártires. En este Bicentenario no tiene nada que hacer la Cristiada”, declaró.
La primera parte de La Iglesia del silencio analiza las trampas y reinterpretaciones históricas que la Iglesia ha hecho para lograr la beatificación de sus mártires, mientras que la segunda sección habla sobre los cargos de pederastia y vida sexual que afrontan algunos sacerdotes, entre ellos el Padre Maciel, fundador de los Legionarios de Cristo.
Claves
Sobre la historia• La Iglesia del silencio contiene un análisis de la conversión histórica que ha realizado el catolicismo mexicano por los llamados “mártires”.
• Un caso que ejemplifica cómo la Iglesia ha logrado “convertir” a un personaje en un “mártir cristero” es al famoso Padre Pro. El jesuita Miguel Agustín Pro fue el primer mártir en ser beatificado oficialmente, justo unos meses antes de que Carlos Salinas de Gortari tomara la presidencia de México.
• En total, son cerca de 34 los “mártires” beatificados en los últimos 20 años, producto de tres generaciones que han promovido a los mártires como promotores de la paz sobre la llamada guerra civil mexicana.
Gustavo Mendoza Lemus/Monterrey, NL (Milenio)
Miembro del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM, González analiza en su libro La Iglesia del silencio (Tusquets, 2009) la conversión histórica que ha realizado la Iglesia mexicana sobre los llamados “mártires” de la Guerra Cristera, que tanto los gobiernos priístas como panistas se han visto en la “urgencia” de legitimizar.
“A éstos (los “mártires”) se les ha dejado la sangre pero les limpian la pólvora para que no aparezca la parte que muchos de ellos tomaron o aceptaron tomar las armas”, explica el investigador.
La llamada Guerra Cristera fue una guerra civil que se registró en México de 1926 a 1929, cuando el gobierno de Plutarco Elías Calles rompió relaciones con la Iglesia, lo que se agravó por la suspensión de los cultos religiosos por orden del gobierno y el alzamiento armado de párrocos, sacerdotes y feligreses. El conflicto arrojó cerca de 70 mil muertes.
“La tercera promoción de mártires de la Cristiada lo que hace es reforzar toda esta mirada de hace 80 años de la actividad episcopal sólo que de otra manera, ahora utilizando a los mártires, mártires que optaron tomar las armas o que otros las tomaron por ellos, se convirtieron a partir de las beatificaciones en pacíficos heraldos de la paz”, analizó González.
Pero no sólo con la beatificación de los “mártires” la Iglesia –en primera instancia, y después los partidos– ha buscado manipular la historia para moldearla a su conveniencia sino que se han venido realizando algunas otras acciones, como la construcción de templos dedicados a los llamados “santos cristeros” en diversos estados del país. “Lo vimos con Zedillo, que fue a inaugurar la catedral de Ecatepec rodeado de una cúpula política y episcopal”, reseñó González.
La legitimización de los mártires cristeros también se dio en la inauguración que hiciera Felipe Calderón en el VI Encuentro Mundial de las Familias al dar la bienvenida a los cardenales “a la tierra de María de Guadalupe y de los mártires cristeros”.
A decir del investigador, ésta es la alternativa que tiene el actual partido en el poder de utilizar íconos históricos para la comunión con la sociedad, dado que el PRI y el PRD “tienen monopolizado” el panteón de héroes nacionales: Zapata, Villa, Juárez y Obregón.
Al acercarse las fechas de las conmemoraciones por los 200 años del inicio de la Independencia y los 100 del inicio de la Revolución, Fernando M. González señaló que ha habido “algunos intentos marginales” del actual Gobierno por incluir a la Guerra Cristera dentro de los festejos. “El PAN tiene muy poco que hacer en este panteón de los líderes simbólicos de la patria, por eso se habla de los mártires. En este Bicentenario no tiene nada que hacer la Cristiada”, declaró.
La primera parte de La Iglesia del silencio analiza las trampas y reinterpretaciones históricas que la Iglesia ha hecho para lograr la beatificación de sus mártires, mientras que la segunda sección habla sobre los cargos de pederastia y vida sexual que afrontan algunos sacerdotes, entre ellos el Padre Maciel, fundador de los Legionarios de Cristo.
Claves
Sobre la historia• La Iglesia del silencio contiene un análisis de la conversión histórica que ha realizado el catolicismo mexicano por los llamados “mártires”.
• Un caso que ejemplifica cómo la Iglesia ha logrado “convertir” a un personaje en un “mártir cristero” es al famoso Padre Pro. El jesuita Miguel Agustín Pro fue el primer mártir en ser beatificado oficialmente, justo unos meses antes de que Carlos Salinas de Gortari tomara la presidencia de México.
• En total, son cerca de 34 los “mártires” beatificados en los últimos 20 años, producto de tres generaciones que han promovido a los mártires como promotores de la paz sobre la llamada guerra civil mexicana.
Gustavo Mendoza Lemus/Monterrey, NL (Milenio)
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