Diversos autores mexicanos se dieron cita en la capital colombiana para hablar sobre los rituales de la escritura
En un momento de intimidad literaria se convirtieron los encuentros que sostuvieron escritores y poetas, respectivamente, este fin de semana en el marco de la vigésima segunda Feria Internacional del Libro (FIL) de Bogotá, donde la poesía fungió como el puente ideal entre los conocedores del arte y el público.
Durante la reunión de escritores, Malva Flores, Ignacio Padilla, Christopher Domínguez y Xavier Velasco protagonizaron la mesa redonda Rituales y procesos de la escritura.
Ignacio Padilla, ganador del Premio Mazatlán de Literatura, confesó que, a diferencia de otros contemporáneos suyos, él nunca tiene una propuesta estructurada antes de escribir la primera frase.
"Me han hablado de escritores con brújula y de escritores que van a la deriva. Yo soy uno de estos últimos. Nunca sé hacia dónde va la historia, escribo justamente para descifrar una imagen mental que guardo", comentó.
Por su parte, la poetisa Malva Flores aseguró no tener un ritual como tal para escribir, aunque sí una hora específica para hacerlo.
"Me levanto muy temprano. Me gusta escribir entre las cinco y ocho de la mañana, porque después ya no puedo. En cuanto a la forma, soy un poco loca para darle las estructuras; mis poemas son muy largos, son libros completos y siempre empiezo por el verso final".
Al respecto, Domínguez Michael dijo que su situación es diferente al ser crítico literario, ya que depende de los tiempos de las publicaciones donde colabora. Esto lo obliga a planear con anticipación los temas y textos que deberá escribir.
"Cada vez los escritores somos más vanidosos, obsesivos y neurasténicos con el trabajo propio. En mi caso, cada día es más difícil hacer lo que hacía en el pasado: artículos sin saber lo que tengo que escribir", aseguró.
En tanto, Velasco demostró ser el más obsesivo en los rituales de la escritura; ya que recordó que en ocasiones se sienta en su balcón y mira lo que hay en su entorno, esperando que lleguen las ideas y desaparezca en él sentimientos de culpa por llevar varias horas sin escritura.
"Creo mucho en el azar, en que hay fuerzas que no veo y que se van confabulando para darle una orden a mi investigación literaria", aseveró.
Por otra parte, la musicalidad y belleza de la palabra abrió la puerta para que decenas de colombianos, que se dieron cita en el auditorio del Pabellón México, escucharan las propuestas de seis destacados poetas.
Se presentaron Coral Bracho, Pura López Colomé, Luis Felipe Fabre, Tedi López Mills, Jorge Fernández Granados y Claudia Posadas.
Luis Felipe Fabre inició la aventura, demostrando la pluralidad de su propuesta con poemas como Investigación de mercado, Cápsula informativa, Los ardidos, La petenera, Misterio política y Canción ranchera, textos que abordan temas como dinero, rencor, la vida mexicana y el pensamiento antirranchero.
A su vez, Coral Bracho dio lectura a poemas de su libro La voluntad del ámbar, un cuestionamiento estético sobre lo que es y no es, sobre el sentido, el orden, el recuerdo y el caos.
Tocó el turno a Pura López Colomé, quien echó mano del libro que, como ella misma lo ha señalado, ha sido su mayor motivo de orgullo: Santo y seña, que le valió el Premio Xavier Villaurrutia.
Ella, al igual que Fabre, aprovechó esta plataforma de la FIL de Bogotá para compartir algunos poemas inéditos que reafirmaron, una vez más, la calidad de sus plumas. Para cerrar su participación, Pura López Colomé leyó el poema Año uno, conejo. Año luz, liebre.
En tanto, Tedi López Mills eligió algunos fragmentos significativos de su texto La casa del señor, donde se hace alusión a la posibilidad del fuego como un dios. También Claudia Posadas no pudo descartar la lectura de uno de los trabajos que más satisfacciones le ha dado: "Consolament".
Al final, Fernández Granados cerró con broche de oro a la tardeada poética con la declamación de sus poemas, que arrebataron del público constantes y emotivos aplausos reconociendo la entrega de este vate, destacando Los fantasmas y Crédulo.
En el encuentro estuvieron presentes dos destacados poetas colombianos: Piedad Bonnet y Santiago Mutis, quienes además de compartir sus poemas, agradecieron la presencia de los bardos mexicanos, porque aseguraron "Son ejemplo claro de la pluralidad y calidad de la poesía mexicana". Bogotá, Colombia/Notimex (El Universal)
Durante la reunión de escritores, Malva Flores, Ignacio Padilla, Christopher Domínguez y Xavier Velasco protagonizaron la mesa redonda Rituales y procesos de la escritura.
Ignacio Padilla, ganador del Premio Mazatlán de Literatura, confesó que, a diferencia de otros contemporáneos suyos, él nunca tiene una propuesta estructurada antes de escribir la primera frase.
"Me han hablado de escritores con brújula y de escritores que van a la deriva. Yo soy uno de estos últimos. Nunca sé hacia dónde va la historia, escribo justamente para descifrar una imagen mental que guardo", comentó.
Por su parte, la poetisa Malva Flores aseguró no tener un ritual como tal para escribir, aunque sí una hora específica para hacerlo.
"Me levanto muy temprano. Me gusta escribir entre las cinco y ocho de la mañana, porque después ya no puedo. En cuanto a la forma, soy un poco loca para darle las estructuras; mis poemas son muy largos, son libros completos y siempre empiezo por el verso final".
Al respecto, Domínguez Michael dijo que su situación es diferente al ser crítico literario, ya que depende de los tiempos de las publicaciones donde colabora. Esto lo obliga a planear con anticipación los temas y textos que deberá escribir.
"Cada vez los escritores somos más vanidosos, obsesivos y neurasténicos con el trabajo propio. En mi caso, cada día es más difícil hacer lo que hacía en el pasado: artículos sin saber lo que tengo que escribir", aseguró.
En tanto, Velasco demostró ser el más obsesivo en los rituales de la escritura; ya que recordó que en ocasiones se sienta en su balcón y mira lo que hay en su entorno, esperando que lleguen las ideas y desaparezca en él sentimientos de culpa por llevar varias horas sin escritura.
"Creo mucho en el azar, en que hay fuerzas que no veo y que se van confabulando para darle una orden a mi investigación literaria", aseveró.
Por otra parte, la musicalidad y belleza de la palabra abrió la puerta para que decenas de colombianos, que se dieron cita en el auditorio del Pabellón México, escucharan las propuestas de seis destacados poetas.
Se presentaron Coral Bracho, Pura López Colomé, Luis Felipe Fabre, Tedi López Mills, Jorge Fernández Granados y Claudia Posadas.
Luis Felipe Fabre inició la aventura, demostrando la pluralidad de su propuesta con poemas como Investigación de mercado, Cápsula informativa, Los ardidos, La petenera, Misterio política y Canción ranchera, textos que abordan temas como dinero, rencor, la vida mexicana y el pensamiento antirranchero.
A su vez, Coral Bracho dio lectura a poemas de su libro La voluntad del ámbar, un cuestionamiento estético sobre lo que es y no es, sobre el sentido, el orden, el recuerdo y el caos.
Tocó el turno a Pura López Colomé, quien echó mano del libro que, como ella misma lo ha señalado, ha sido su mayor motivo de orgullo: Santo y seña, que le valió el Premio Xavier Villaurrutia.
Ella, al igual que Fabre, aprovechó esta plataforma de la FIL de Bogotá para compartir algunos poemas inéditos que reafirmaron, una vez más, la calidad de sus plumas. Para cerrar su participación, Pura López Colomé leyó el poema Año uno, conejo. Año luz, liebre.
En tanto, Tedi López Mills eligió algunos fragmentos significativos de su texto La casa del señor, donde se hace alusión a la posibilidad del fuego como un dios. También Claudia Posadas no pudo descartar la lectura de uno de los trabajos que más satisfacciones le ha dado: "Consolament".
Al final, Fernández Granados cerró con broche de oro a la tardeada poética con la declamación de sus poemas, que arrebataron del público constantes y emotivos aplausos reconociendo la entrega de este vate, destacando Los fantasmas y Crédulo.
En el encuentro estuvieron presentes dos destacados poetas colombianos: Piedad Bonnet y Santiago Mutis, quienes además de compartir sus poemas, agradecieron la presencia de los bardos mexicanos, porque aseguraron "Son ejemplo claro de la pluralidad y calidad de la poesía mexicana". Bogotá, Colombia/Notimex (El Universal)
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