La muestra representa el rescate del papel de las artes populares en la vida cultural del México moderno y da cuenta de cómo la vitalidad y el ingenio popular, durante la primera mitad del siglo XX, transformó la visión y la vida de artistas e intelectuales.
Obras de artistas como Diego Rivera, Frida Kahlo, María Izquierdo, José Chávez Morado, Raúl Anguiano, Roberto Montenegro, Carlos Mérida, Angelina Beloff y Antonio Ruiz, entre otros, integran la exposición “Facturas y manufacturas de la identidad”, inaugurada la víspera en el Museo de Arte Moderno, en esta ciudad.
Se trata de una muestra integrada por más de 400 piezas entre pintura, escultura y fotografía, en las que se explora el papel de las artes populares en los lenguajes plásticos de la modernidad mexicana, en sus repertorios formales y en sus temáticas.
En el acto, Oswaldo Sánchez, director de ese espacio museístico, señaló que la exhibición busca reivindicar el papel que el arte popular mexicano tuvo en el devenir estético de la modernidad en México.
La exposición representa el rescate del papel de las artes populares en la vida cultural del México moderno y da cuenta de cómo la vitalidad y el ingenio popular, durante la primera mitad del siglo XX, transformó la visión y la vida de artistas e intelectuales.
La muestra, que forma parte de las actividades del Instituto Nacional de Bellas Artes por el Bicentenario de la Independencia y Centenario de la Revolución, está conformada por obras pertenecientes al acervo del MAM, así como piezas de colecciones privadas e institucionales con las que se busca abrir una nueva mirada hacia las relaciones entre “arte culto” y “cultura popular”.
Además de reflexionar sobre cómo estas relaciones han servido a la construcción de estereotipos, prototipos y ficciones nacionalistas, entendidas como una identidad inamovible, asociada al Estado-nación y a sus discursos cohesivos y apaciguadores.
Se trata, asimismo, de una reflexión sobre las construcciones identitarias nacionales y cómo, generalmente, éstas derivan en la conformación de cuadros estereotípicos, mismos que en México reprodujeron, de manera distorsionada y exotizante, las características de una sociedad que luchaba por crear una imagen cohesiva de sí mismo, explicó la curadora Mireida Velázquez.
De acuerdo con la curadora, para este montaje, el MAM realizó una extensa investigación documental en la que recoge datos fundamentales para el discurso curatorial de la propia exposición.
La muestra que se exhibirá hasta noviembre próximo, está dividida en tres núcleos temáticos. La primer parte, se trata de una breve introducción a fin de ejemplificar cuáles son los elementos que formaron esta nación a partir de la posrevolución, como lo es el culto a la Virgen de Guadalupe.
Otro de los núcleos destaca la investigación académica que se llevó a cabo para conocer, revalorar y saber las características que tenía el arte popular realizadas por personajes como Gerardo Murillo y Roberto Montenegro, entre otros creadores.
Por último, destaca el cómo es que diversos artistas e intelectuales de la época aplican las influencias del arte popular para su propio trabajo artístico.
Entre algunos de los ejemplos que se presentan en la muestra, destaca un conjunto de 10 telares de “El corsito” (Antonio Ruiz), así como una escultura tallada en madera de Mardonio Magaña titulada “Maternidad”.
También, una fotografía en blanco y negro del fotógrafo Héctor García, quien presenta a Diego Rivera en su estudio de San Ángel. Del mismo modo, resaltan las pinturas de propio Rivera tituladas “Lucila y los judas” (1954), “Retrato de Lupe Marín” (1938) y “Día de Muertos” (el velatorio-1944).
Por lo que hace a Kahlo, asombra el monumental cuadro de “Las Dos Fridas” (1939), seis serigrafías de la carpeta “Trajes regionales”, de Carlos Mérida; y la pintura “Máscaras y muñecas” (1955), de Angelina Beloff.
Talavera poblana, trajes de tehuana, china poblana y de charros, figuras de cartonería y una colección de platería que proviene de los Estados Unidos, así como una colección de arte popular perteneciente al artista Roberto Montenegro, son otros objetos que se presentan.
Asimismo, llama la atención del trabajo de artistas como María Izquierdo, que reinterpretó géneros pictóricos tradicionales como el bodegón.
Izquierdo utiliza objetos de la vida cotidiana característicos de México, tanto como estructura compositiva; como un despliegue caótico de elementos de gran viveza plástica.
Sus cuadros están poblados de cerámica popular, de juguetes, papel picado e imágenes religiosas que eran comunes para el espectador local, pero exóticos para un público extranjero y de una tosca ingenuidad para el género clásico de naturaleza muerta.
De acuerdo con los textos de la muestra, en septiembre de 1921, el presidente Álvaro Obregón inauguró la magna “Exposición Nacional de Arte Popular” que marcaba el inicio de los festejos oficiales por el primer Centenario de la Consumación de la Independencia.
Esta acción del nuevo Estado mexicano no fue casual, se trataba de un gesto simbólico encaminado a la validación de la base popular que había sostenido la contienda revolucionaria y que otorgaba una legitimación social, apaciguadora, al nuevo grupo en el poder.
La revaloración oficial de las artes populares y de modelos de referencia indígena popular, contó con el apoyo decidido de artistas e intelectuales. Este ánimo marcó el gusto de toda una época.
La élite cultural se dio a la tarea de investigar la riqueza y variedad de dichas creaciones; pero también a incorporar a sus vidas las costumbres, tradiciones y creencias de quienes las concebían.
Se trataba de rescatar “el verdadero espíritu de la mexicanidad” en aras de construir símbolos identitarios que unificaran la nación.
El diálogo establecido entre las llamadas “Bellas Artes” y las producciones artísticas de origen popular, marcó una renovación en los lenguajes estéticos del arte mexicano del siglo XX.
Se proveyó no sólo de temáticas y modelos para la pintura, la música, la literatura, el cine o la danza, sino también de un trasfondo ideológico que intentaba construir las particularidades del “ser nacional”.
Ciudad de México
Obras de artistas como Diego Rivera, Frida Kahlo, María Izquierdo, José Chávez Morado, Raúl Anguiano, Roberto Montenegro, Carlos Mérida, Angelina Beloff y Antonio Ruiz, entre otros, integran la exposición “Facturas y manufacturas de la identidad”, inaugurada la víspera en el Museo de Arte Moderno, en esta ciudad.
Se trata de una muestra integrada por más de 400 piezas entre pintura, escultura y fotografía, en las que se explora el papel de las artes populares en los lenguajes plásticos de la modernidad mexicana, en sus repertorios formales y en sus temáticas.
En el acto, Oswaldo Sánchez, director de ese espacio museístico, señaló que la exhibición busca reivindicar el papel que el arte popular mexicano tuvo en el devenir estético de la modernidad en México.
La exposición representa el rescate del papel de las artes populares en la vida cultural del México moderno y da cuenta de cómo la vitalidad y el ingenio popular, durante la primera mitad del siglo XX, transformó la visión y la vida de artistas e intelectuales.
La muestra, que forma parte de las actividades del Instituto Nacional de Bellas Artes por el Bicentenario de la Independencia y Centenario de la Revolución, está conformada por obras pertenecientes al acervo del MAM, así como piezas de colecciones privadas e institucionales con las que se busca abrir una nueva mirada hacia las relaciones entre “arte culto” y “cultura popular”.
Además de reflexionar sobre cómo estas relaciones han servido a la construcción de estereotipos, prototipos y ficciones nacionalistas, entendidas como una identidad inamovible, asociada al Estado-nación y a sus discursos cohesivos y apaciguadores.
Se trata, asimismo, de una reflexión sobre las construcciones identitarias nacionales y cómo, generalmente, éstas derivan en la conformación de cuadros estereotípicos, mismos que en México reprodujeron, de manera distorsionada y exotizante, las características de una sociedad que luchaba por crear una imagen cohesiva de sí mismo, explicó la curadora Mireida Velázquez.
De acuerdo con la curadora, para este montaje, el MAM realizó una extensa investigación documental en la que recoge datos fundamentales para el discurso curatorial de la propia exposición.
La muestra que se exhibirá hasta noviembre próximo, está dividida en tres núcleos temáticos. La primer parte, se trata de una breve introducción a fin de ejemplificar cuáles son los elementos que formaron esta nación a partir de la posrevolución, como lo es el culto a la Virgen de Guadalupe.
Otro de los núcleos destaca la investigación académica que se llevó a cabo para conocer, revalorar y saber las características que tenía el arte popular realizadas por personajes como Gerardo Murillo y Roberto Montenegro, entre otros creadores.
Por último, destaca el cómo es que diversos artistas e intelectuales de la época aplican las influencias del arte popular para su propio trabajo artístico.
Entre algunos de los ejemplos que se presentan en la muestra, destaca un conjunto de 10 telares de “El corsito” (Antonio Ruiz), así como una escultura tallada en madera de Mardonio Magaña titulada “Maternidad”.
También, una fotografía en blanco y negro del fotógrafo Héctor García, quien presenta a Diego Rivera en su estudio de San Ángel. Del mismo modo, resaltan las pinturas de propio Rivera tituladas “Lucila y los judas” (1954), “Retrato de Lupe Marín” (1938) y “Día de Muertos” (el velatorio-1944).
Por lo que hace a Kahlo, asombra el monumental cuadro de “Las Dos Fridas” (1939), seis serigrafías de la carpeta “Trajes regionales”, de Carlos Mérida; y la pintura “Máscaras y muñecas” (1955), de Angelina Beloff.
Talavera poblana, trajes de tehuana, china poblana y de charros, figuras de cartonería y una colección de platería que proviene de los Estados Unidos, así como una colección de arte popular perteneciente al artista Roberto Montenegro, son otros objetos que se presentan.
Asimismo, llama la atención del trabajo de artistas como María Izquierdo, que reinterpretó géneros pictóricos tradicionales como el bodegón.
Izquierdo utiliza objetos de la vida cotidiana característicos de México, tanto como estructura compositiva; como un despliegue caótico de elementos de gran viveza plástica.
Sus cuadros están poblados de cerámica popular, de juguetes, papel picado e imágenes religiosas que eran comunes para el espectador local, pero exóticos para un público extranjero y de una tosca ingenuidad para el género clásico de naturaleza muerta.
De acuerdo con los textos de la muestra, en septiembre de 1921, el presidente Álvaro Obregón inauguró la magna “Exposición Nacional de Arte Popular” que marcaba el inicio de los festejos oficiales por el primer Centenario de la Consumación de la Independencia.
Esta acción del nuevo Estado mexicano no fue casual, se trataba de un gesto simbólico encaminado a la validación de la base popular que había sostenido la contienda revolucionaria y que otorgaba una legitimación social, apaciguadora, al nuevo grupo en el poder.
La revaloración oficial de las artes populares y de modelos de referencia indígena popular, contó con el apoyo decidido de artistas e intelectuales. Este ánimo marcó el gusto de toda una época.
La élite cultural se dio a la tarea de investigar la riqueza y variedad de dichas creaciones; pero también a incorporar a sus vidas las costumbres, tradiciones y creencias de quienes las concebían.
Se trataba de rescatar “el verdadero espíritu de la mexicanidad” en aras de construir símbolos identitarios que unificaran la nación.
El diálogo establecido entre las llamadas “Bellas Artes” y las producciones artísticas de origen popular, marcó una renovación en los lenguajes estéticos del arte mexicano del siglo XX.
Se proveyó no sólo de temáticas y modelos para la pintura, la música, la literatura, el cine o la danza, sino también de un trasfondo ideológico que intentaba construir las particularidades del “ser nacional”.
Ciudad de México
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