viernes, 4 de junio de 2010

Cierra Festival de Mayo con loas para Boganyi

El pianista húngaro fue principio y fin del festín cultural y el público se le entregó en el Degollado.

La noche de ayer cerró oficialmente el Festival Cultural de Mayo. Luego del vendaval que significó la influenza en 2009 para el mismo, la edición trece significó una plena recuperación. Uno de los grandes aportes para que esto se diera fue la presencia del pianista Gergely Boganyi, quien en diez conciertos repasó la obra integral del célebre compositor polaco Fréderic Chopin.

Minutos antes del concierto de cierre, filas de personas se mostraban ansiosas a las puertas del Teatro Degollado. “Es uno de los mejores pianistas que he escuchado en Guadalajara. No me cabe duda de que deberían intentar traerlo lo más pronto posible. Además, es un caballero a carta cabal. Todo un artista”, comentó don Roberto Garay, un adulto mayor que precia de haber presenciado por lo menos cuatro de los diez conciertos que ofreció Boganyi en nuestra ciudad. “Maravilloso. Traje a mi hija para que fuera testigo de la delicadeza que tiene ese hombre para tocar el piano. Lo trata como si fuera su hijo. Mi hija estaba fuera, pero le dije que regresara antes, tan sólo para que pudiera escucharlo”, declara María González, madre de la adolescente Sofía Gómez, que pidió permiso en la escuela donde estudia en la ciudad de México para escuchar al húngaro.

Boganyi apareció en el escenario fielmente ataviado a la usanza del siglo XIX, con un traje de cuello Mao y un corbatín negro con vivos en blanco. Se sentó con suntuosidad frente al piano y, como todas las noches, acarició tiernamente cada tecla del instrumento antes de empezar a ejecutar con una delicadeza mística dos Nocturnos del Opus 62. Desde la primera pieza, los aplausos de la gente se hicieron sentir en el recinto. Entre la concurrencia había ojos cerrados, cabezas recargadas en los respaldos de los asientos y otras más que fueron siguiendo el ritmo cual serpientes encantadas que visitaban sueños pintados con los colores del Chopin de Boganyi.

Vino el intermedio y con él más comentarios y halagos para el pianista. “La verdad es que toca increíble, pero aunque no lo hiciera, con el puro porte que tiene da todo un espectáculo. Con su pelo y sus formas… además, está guapísimo”, confiesa Perla Ramírez, ante la mirada regañona de su novio.

Llegó el final. No pudo ser con otra pieza: la sonata Número 3 Opus 58. Una interpretación excelsa en el plano técnico y con una impresión intimista en cada matiz de la pieza hicieron que el Teatro Degollado se pusiera de pie para agradecer, aplaudir y gritar a Boganyi, cuyo valor artístico está más que aquilatado en la plaza. Los aplausos se prolongaron cerca de los tres minutos y el pianista, a su vez, no se cansó de reverenciar al público tapatío.
Guadalajara, Jal.

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